Otro ángulo: ‘Semillero de cientí­ficos’

Vanguardia
18 de agosto de 2005
Clara Recio

Saltillo, Coahuila (agosto 17, 2005).- En varias ocasiones se ha criticado en este espacio la indiferencia del gobierno y las instituciones de educación superior hacia la escasez de cientí­ficos en el paí­s

Esta situación es causante en gran medida del retraso general de la nación. No obstante, deben reconocerse algunos hechos que prometen un cambio en tan importante área. Para ello, nada mejor que la exposición de algunos casos que bien pueden ser ejemplares.

MGS es un estudiante de Medicina de la Universidad Autónoma de Puebla, e integra el grupo de 699 estudiantes de licenciatura que participan en el ¡semillero de cientí­ficos! en que se ha convertido el XV Verano de la Investigación Cientí­fica, de la Academia Mexicana de Ciencias. Actualmente MGS trabaja junto a casi 500 investigadores de las universidades del paí­s.

Este proyecto se dirige a identificar ¡talentos! en las universidades, a los que se considera ¡potenciales cientí­ficos!, explica la coordinadora del programa. ¡El objetivo de programas como éste es ubicar a los jóvenes como sucede con los seminaristas, desde muy chavitos, y que esa semilla de entusiasmo se empiece a desarrollar. Es una oportunidad que tienen los jóvenes de recibir una probadita del exquisito pastel que implica dedicarse a la investigación!, explica la responsable.

MGS es de Juchitán, Oaxaca, y hace dos meses se integró al grupo de investigadores de la Unidad de Investigación en Epidemiologí­a Nutricional del Centro Médico Nacional Siglo 21, donde participa en un proyecto de investigación relacionado con la prevención de la anemia en los niños menores de un año. El estudio se lleva a cabo en cuatro entidades: Yucatán, Colima, Zacatecas y el DF. MGS, quien está a punto de graduarse en la Universidad de Puebla, fue elegido entre más de mil 600 universitarios de todo el paí­s para participar en este Verano de la Ciencia. De los mil 600, sólo 699 recibieron una beca, que consta de 2 mil 500 pesos en el caso de los estudiantes que van a instituciones de su propia ciudad, y de 5 mil pesos para quienes deben trasladarse a otros lugares.

Esto último ocurre con Maritza Peralta Gómez, que estudia el séptimo semestre de Medicina en la Universidad de Colima, y quien realiza su investigación en el Instituto Nacional de Cardiolgí­a ¡Ignacio Chávez! en el DF. Ella se incorporó al equipo de trabajo del cientí­fico Manlio Márquez Murillo, pionero en el paí­s en los estudios del ¡sí­ncope familiar!, que es la pérdida súbita de la conciencia por la falta de flujo de sangre al cerebro, y que se manifiesta con desmayos. El estudio pretende determinar si ese padecimiento puede tener como origen un patrón o gen familiar.

Antes de conocer la convocatoria para este ¡semillero! de cientí­ficos mexicanos, Maritza centraba su interés en especializarse en cardiologí­a, pero 45 dí­as fueron suficientes para atraerla hacia la carrera por la ciencia. ¡Me gustó mucho esta parte de la investigación, porque es hurgar o rascar más allá de lo que significa atender el problema de un paciente!, señala.

Hace unos dí­as, los estudiantes se reunieron con cientí­ficos miembros de la Academia Mexicana de Ciencia, pues el propósito es acercarlos más a quienes están dedicados a esta carrera en el paí­s, antes de que concluya su estancia en los centros de investigación de instituciones como la UNAM, la Universidad Metropolitana, el IPN, el Tecnológico de Monterrey, el Colegio de Bachilleres, las universidades tecnológicas y las universidades estatales, entre otras instituciones similares.

Este será el primer encuentro con la ciencia de los jóvenes universitarios que son también los más destacados, pues la Academia prepara un encuentro entre este grupo y uno de investigadores galardonados con el Premio Nobel, que próximamente visitarán México. Es de desear que este esfuerzo perdure de manera que la formación de cientí­ficos sea en lo futuro una actividad regular en las instituciones de educación superior. Y —por supuesto— que, una vez terminada su especialización, nuestros jóvenes cientí­ficos permanezcan en México como promotores del desarrollo, y no emigren como hasta ahora lo ha hecho la mayorí­a de sus predecesores.

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