La ciencia no es negocio

Milenio Diario
12 de julio de 2008
Rosario Robles

Durante estos primeros días del mes de julio se ha desarrollado un significativo debate en diversos foros sobre el papel de la ciencia en nuestro país que, lamentablemente, ha ocupado las páginas interiores de los periódicos a pesar de su enorme importancia. El día a día, los acontecimientos nacionales, el espionaje o el New’s Divine, la reforma petrolera, concentran la atención de los medios de comunicación y de los políticos que, desde luego siendo temas de fundamental importancia, no debieran opacar otros que como éste son sustanciales. En la segunda reunión de la Conferencia de Ciencia y Tecnología, rectores de las principales universidades del país, el director del Conacyt, legisladores y empresarios, acompañados por el gobernador de Nuevo León, coincidieron en que es fundamental incrementar los recursos destinados a la educación superior, pues actualmente la cobertura es tan sólo de 25 por ciento, así como los que se destinan a la investigación científica y tecnológica, pues sólo representan 0.37 por ciento del PIB, índice que está por debajo del 1.5 recomendado por la UNESCO o la OCDE para impulsar el crecimiento económico de naciones en desarrollo y que, además, es violatorio del 1 por ciento obligatorio que establece la ley correspondiente. En un evento de otra naturaleza, organizado por el Instituto de las Américas en La Jolla, California, salió a flote también esta discusión, poniendo en la mesa dos visiones fundamentales que sobre la materia existen. De un lado, ROSAURA RUIZ, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, y por el otro, el director del IMSS, Juan Molinar Horcasitas. A propósito del panel en el que se discutieron los retos de la ciencia y la tecnología en México y América Latina, el funcionario sostuvo que la ciencia debiera ser vista como negocio para que la iniciativa privada invierta en ella. Contundente fue la respuesta de la científica universitaria: el Estado es el que tiene que asumir esta obligación principalísima y, sin embargo, dijo, se carece de una política pública, lo que ha permitido que otros países latinoamericanos como Brasil o Argentina superen al nuestro.

En efecto. Es un hecho que en México el apoyo a este rubro lejos está de las prioridades en materia presupuestal. No sólo. Como lo señalara Juan Ramón de la Fuente, en ese mismo foro, la participación empresarial es muy limitada a diferencia de otros países en los que representa 60 por ciento de la inversión en la materia. Además, el hecho de que la inversión pública sea muy baja ha permitido, a juicio del ex rector de la UNAM, que China o Corea hayan superado al país. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, científicos e investigadores nacionales han colocado a México en las portadas de las principales revistas científicas por sus descubrimientos y aportaciones. Tal es el caso, por citar un ejemplo reciente, de Julio Sotelo y Adolfo Martínez y sus pesquisas sobre las posibles causas de la esclerosis múltiple, publicadas con bombos y platillos en la prestigiada revista Annals of Neurology, pues de confirmarse sus hipótesis estarían en el camino de encontrar una cura. Se pueden mencionar otros ejemplos que ni siquiera imaginamos, como la participación de científicos mexicanos en misiones muy importantes de la NASA, como es el envío este año de la sonda Phoenix a Marte o en la misión planeada para 2009 que llegará también al planeta rojo. Lo mismo se puede decir de otros campos de la ciencia y el conocimiento, en las que han jugado un papel central las instituciones de educación superior pública que, lejos de consideraciones mercantiles, han sido fundamentales para apuntalar este desarrollo científico que contra viento y marea se ha dado en nuestro país. Por ello, el reclamo de rectores y de los científicos que participan en la Academia Mexicana de Ciencias no puede guardarse en saco roto: destinar mayores recursos para este rubro es la mejor vía para impulsar el desarrollo y resolver graves problemas. Por eso, el gobierno federal y los legisladores no pueden evadir esta responsabilidad fundamental que tiene que ver con la seguridad nacional y el futuro del país. Si con tan poco nuestros científicos han hecho tanto y le han aportado grandeza a esta nación, ¿qué no harán con más?

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