En crisis eterna, enseñar ciencia

El Universal
3 de junio de 2008
Nurit Martínez
nurit.martinez@eluniversal.com.mx

La carencia de laboratorios y materiales en secundarias, y la poca o nula especialización de maestros hacen que la enseñanza de las ciencias naturales sea deficiente, señala la OCDE

“En el laboratorio todo lo inventa el maestro. Ese día, primero vació el refresco en dos vasos de plástico, luego recortó la botella; y como no teníamos ningún ácido, nos mandó por detergente con la señora del aseo. Luego nos pidió ir por una cuchara y una botella de café”.

“Nunca entendimos bien de qué se trataba y cuando le preguntamos al maestro nos dijo que mejor viéramos el libro, pero nosotros mejor hicimos que un compañero probara a qué sabía el refresco”, relatan entre risas Fernando y Jesús.

Es la ciencia que se “enseña a la mexicana”, dice Jatzín, estudiante de una secundaria ubicada en la colonia Escandón.

Para la enseñanza de las ciencias naturales el principal problema que se tiene es “la ausencia o carencia de materiales” para realizar experimentos, pero también, que en casi cada seis de las telesecundarias del país no existen laboratorios de física, química o biología, refiere la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Jatzín —quien estudia el segundo grado de secundaria, a sus 13 años— lo explica desde su experiencia de acudir diario a la escuela: “No hay suficiente material, las aulas están muy maltratadas y el gobierno no hace nada. Simplemente le vale queso las escuelas; y nuestra educación le importa poco a todos los partidos y a todo el gobierno”.

Desde el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el director adjunto de Desarrollo Científico y Académico, José Antonio de la Peña, lo advierte de la misma manera: “La enseñanza de la ciencia en México está en crisis permanente”, a pesar de que existen al menos cuatro programas diferentes que buscan complementar el plan de estudios de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Por ello, propone que el gobierno federal se “embarque” en una iniciativa semejante a la de alfabetización, emprendida hace más de tres décadas en el país.

Durante el seminario internacional La Enseñanza de las Ciencias en el Marco de la Articulación de la Educación Básica, realizado en la Universidad del Mar, coordinadores de los programas de enseñanza de la ciencia en el país y autoridades de la SEP, la OCDE y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) coincidieron en la necesidad de “revisar la gran cantidad de recursos que se invierten” en los programas para enseñar ciencia, pero que no han mostrado su impacto en los resultados que obtiene México en las evaluaciones nacionales e internacionales.

En el Reporte de la enseñanza de las ciencias naturales a nivel básico en México: estado de la cuestión, elaborado de manera conjunta con la UNAM, la OCDE concluye lo siguiente:

“(Las) prácticas que se llevan a cabo en cada curso son escasas. En la mayoría de los casos carecen de material adecuado, mobiliario e instalaciones que permitan llevar a cabo las actividades de tipo experimental de forma segura y exitosa, lo cual se usa como pretexto para ni siquiera intentar realizarlas”.

“Una vez nos tocó hacer un experimento para conocer las distintas capas y colores de la naranja. Cada uno tenía que traer una naranja, pero no (lo hicimos); así es que nos tocó de a cinco (alumnos) por naranja. El maestro explicó, pero nadie le pudo preguntar nada ni expresar lo que veíamos”, relata Viridiana.

“En otra ocasión, para la clase de biología, el maestro trajo unas largartijas y nos tocó una por cada 14 de nosotros; pues ahí estuvo peor: no pudimos estudiarla bien”, refiere, luego de decir que el maestro les dio estopas con thinner para dormir a la lagartija.

En esa zona escolar, el ingenio hizo que hace apenas un par de semanas, en un concurso de física y química, uno de los maestros obtuviera el primer lugar con un invento en el que utilizó un envase de Coca Cola: le acondicionó un popote, lo rellenó de uno de los ácidos —para lo cual pidió una cooperación de 12 pesos por estudiante—, lo tapó con una capa de bolsas de plástico y realizó un proceso de combustión luego de colocar, a cierta distancia, una lata vacía con un poco de estopa bañada con alcohol, relata uno de los maestros de la secundaria Artículo 1817.

La evaluación de la OCDE revela que, en promedio, 70% de los maestros del país no ha tomado ningún curso en materia de ciencias naturales.

En el grupo de maestros (30%) que sí los tomó y presentó exámenes dentro del programa de carrera magisterial, 71% se ubicó en los niveles más bajos de desempeño, y sólo 1% en el rango más alto.

El mismo nivel de desempeño también quedó evidenciado en la prueba internacional de la OCDE, en la que México ocupó el último lugar entre los países miembros de la organización.

Con el fin de mejorar dicha condición, organizaciones de científicos, académicos y empresarios —desde hace poco menos de una década— han impulsado programas como La Ciencia en tu Escuela, de la Academia Mexicana de Ciencias; PAUTA, de la UNAM; INNOVEC, respaldado por empresarios y asesorado por el premio Nobel mexicano Mario Molina; y el de Enseñanza de las Ciencias con Tecnología (ECIT), también de la UNAM.

Sin embargo, después de una evaluación que realizó el Consejo Consultivo de Investigadores en Ciencia, José Antonio Chamizo, de la UNAM, aseguró que en ninguno de estos programas hay una evaluación que lleve a concluir que hay mejoría en la enseñanza de la ciencia.

Cuestionó que en el caso de INNOVEC lo que se ha producido es que por una “razón política” los gobiernos de los estados tengan que “comprar” un paquete de libros y programas adicionales a los que proporciona la SEP de forma gratuita, a pesar de que su contenido “es caduco y no contextualizado a la realidad del país, puesto que fue creado hace más de tres décadas en Estados Unidos”.

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