Cambian 100 años de teorí­a cerebral

El Universal
30 de noviembre de 2005
Juan Solí­s

Un estudiante de 29 años y Ranulfo Romo, del Instituto de Fisiologí­a Celular de la UNAM descubrieron que la percepción se desarrolla en el lóbulo frontal y no en la corteza cerebral

Los procesos finos de la percepción, es decir, aquellos que le permiten al cerebro cotejar con la memoria los estí­mulos que está recibiendo a través de los sentidos, no se desarrollan en las zonas sensoriales primarias de la corteza cerebral, como se creí­a desde hace 100 años, sino en el lóbulo frontal.

A esta conclusión llegaron los cientí­ficos mexicanos Ranulfo Romo y Ví­ctor de Lafuente, del Instituto de Fisiologí­a Celular de la UNAM, luego de una investigación cuyos resultados podrí­an tener importantes consecuencias para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas o bien para la perfección de prótesis.

El artí­culo en el que se sintetizan los resultados de sus investigaciones, y que seguramente creará polémica entre quienes sostienen que los procesos de percepción se desarrollan en la corteza del cerebro, ya circula en la versión en lí­nea de la prestigiada revista Nature Neuroscience .

El estudio es parte del doctorado del estudiante de 29 años, Ví­ctor de Lafuente, quien contó con la tutorí­a de Ranulfo Romo, reconocido especialista miembro de la Academia Mexicana de las Ciencias y de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.

Durante cuatro años, en jornadas de lunes a sábado, de nueve a 19 horas, los dos cientí­ficos se dedicaron a desarrollar el proyecto en el laboratorio del IFC. Entrenaron a dos monos para que aprendieran a apretar un botón como respuesta a un estí­mulo táctil: un anillo en el dedo que vibraba, y a apretar otro en la ausencia del estí­mulo.

Conectaron electrodos a las neuronas de la corteza frontal del mono para registrar la actividad neuronal.

«Hay ocasiones en que el mono contestó sin percibir un estí­mulo externo explica De Lafuente. Una falsa alarma. Nos dimos cuenta que, registrando la actividad de la corteza frontal, podí­amos percibir con exactitud lo que el mono estaba sintiendo, si iba a apretar el botón derecho o el izquierdo. Supimos que esa parte del cerebro no sólo tiene que ver con el estí­mulo, sino con la percepción que se tiene del mismo.»

Los resultados permitieron a los investigadores saber con certeza qué es en el área motora suplementaria del lóbulo frontal donde se desarrolla la percepción, y también donde pueden generarse reacciones, a pesar de que no haya estí­mulos fí­sicos externos.

«En el laboratorio diseñamos una serie de experimentos a través de los cuales encontramos que en el lóbulo frontal hay circuitos de neuronas que procesan información procesada previamente por los mapas primarios de la corteza cerebral asegura Romo. En el lóbulo, la información sensorial se combina con la memoria. Pudimos comprobar que en esa zona podí­amos disparar sensaciones idénticas a las que el sujeto dispara cuando está percibiendo algún estí­mulo exterior.»

De esta manera, descubrieron con sorpresa que las neuronas de la corteza cerebral sólo codifican las realidades fí­sicas de los estí­mulos, pero nada tienen que ver con la percepción. El sustrato neuronal de las percepciones sucede en el lóbulo frontal.

«Hay momentos en que creemos estar viendo algo y no hay nada continúa. Se debe a que estas neuronas del lóbulo frontal hacen predicciones de lo que va a ocurrir, basadas en una experiencia previa. Son como un observador que está sentado en el cerebro vigilando lo que ocurre en los mapas sensoriales. Aunque a veces se distrae.»

Para De Lafuente, el descubrimiento puede tener aplicaciones clí­nicas, aunque en la actualidad no se vislumbra alguna. Romo agrega que una hipotética aplicación serí­a el estudio del fenómeno conocido como «miembro fantasma», el cual en ocasiones puede causar sensación de dolor en miembros que fueron amputados a pacientes.

Otras aplicaciones, las cuales se desarrollarán en cinco o 10 años, podrí­an ser el tratamiento del Alzheimer o bien el perfeccionamiento de las prótesis, toda vez que ya se ha ubicado el lugar del cerebro en donde radican las intenciones de un acto.

Romo, Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2000, añadió que aún hay varios experimentos que se están desarrollando en el instituto, el cual tiene un gran prestigio internacional y es el único de su tipo en Iberoamérica.

Concluyó que el descubrimiento tuvo un costo económico equivalente a la beca de doctorado que De Lafuente recibió pero valió la pena, pues advierte que hay «varias preguntas para las que Ví­ctor ya tiene la respuesta».

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