«Todo ha sido una serie de afortunadas coincidencias»

El Universal
16 de diciembre de 2011
Abida Ventura
abida.ventura@eluniversal.com.mx

Lorenzo Meyer asegura que el Premio es otro golpe de suerte en su carrera como historiador y académico

El historiador y analista político Lorenzo Meyer Cosío (México, 1942) asegura que su trayectoria académica se lo debe al azar, a la buena suerte y a una serie de circunstancias fortuitas.

Producto de la suerte o no, los casi 50 años de carrera de este destacado académico son reconocidos con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, considerado desde como el reconocimiento más importante que otorga el gobierno mexicano

Sentado en el escritorio del cubículo que ocupa en El Colegio de México, el historiador relata a EL UNIVERSAL cómo esta institución educativa, que hace más de 50 años le abrió las puertas a un joven de 18 años cuyos conocimientos sobre política, historia, y teoría social eran casi nulos, le ha permitido desarrollar gran parte de su trayectoria académica.

A decir de Meyer, en la historia de su carrera no hay nada particular, pues, asegura, lo que ha logrado hasta hoy es producto de las circunstancias y de la buena suerte.

“No hay nada de particular en mi caso. Creo que a mí me sucedió lo que a muchos, fuimos cayendo en un área de trabajo porque las circunstancias se fueron presentando. En mi caso, dedicar lo mucho o lo poco de mi imaginación a este ramo de la recreación de la historia política de México o al análisis del México político contemporáneo”, asegura.

El historiador confiesa que cuando era adolescente no tenía ni la menor intención de terminar en una institución académica, pues su mayor deseo era quedarse en la vida rural. “El paso de un proyecto más o menos ligado a actividades rurales al académico fue porque se presentaron circunstancias realmente fortuitas que nadie podía prever”, comenta.

Sin experiencia y con pocas posibilidades de ser aceptado, Lorenzo Meyer llegó a El Colegio de México para inscribirse a la licenciatura del Centro de Estudios Internacionales. “A mis 18 años no tenía ni la menor idea de lo que era. No era la persona adecuada para esto porque pensaban incorporar a gente que ya tuviera una licenciatura y darle intensivamente un acceso al mundo internacional y completar su preparación, pero no para iniciarla. Así que cuando llegué aquí me dijeron que no, que no era materia prima para esto”, recuerda.

A pesar de todo, fue aceptado. Pero de ahí en adelante nada fue fácil: “Me metí en un mundo que no conocía. No tenía ni idea de esto. La historia política y social me interesaban de manera muy rudimentaria desde tiempo atrás, pero de teoría social, no conocía absolutamente nada, cero”.

Poco a poco -relata- me fui abriendo camino en esta institución que demandaba estar de tiempo completo. “Había una especie de mandamiento: ‘por cada hora de clase, dedicarás tres horas de lectura o te condenarás’. Y la condena era cierta porque, todavía hoy, en está institución si uno fracasa en una materia, sale de aquí para no volver. Esa idea de que podían echarme, no diría que del paraíso, pero sí de un sitio donde había una oportunidad muy buena, hizo que me aplicará, si no por amor al menos para demostrar que sí podía”, cuenta.

El ahora analista del sistema político mexicano y Premio Nacional de Periodismo asegura que otro golpe de suerte fue la oportunidad que tuvo de realizar una estancia posdoctoral en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Chicago. “Todo ha sido una serie de afortunadas coincidencias”, insiste.

Crisis intelectual

A sus casi 70 años, con una larga trayectoria académica y autor de diversos libros de reflexión en torno a las formas autoritarias del poder y en los procesos de democratización del siglo XX, Meyer confiesa que los retos continúan. “Uno de los principales retos es tener las neuronas. A veces me falta imaginación, no se me ocurre por dónde encontrar una variable interesante, pero el reto es más la capacidad de uno como investigador. El entorno es propicio. Problemas para estudiar en este país no faltan. En materia de problemas, el país es un cuerno de la abundancia”, dice.

Como otro golpe de suerte califica ser reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011: “No me lo tomó absoultamente en serio porque, insisto, hay algo de buena suerte en esto. Creo que no soy el mejor, ni el peor en este ramo, soy el que tuvo suerte de tener la institución y de haber sido elegido por ese jurado”.

En esta ocasión, el también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) comparte el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía con el historiador Jean Meyer. Un hecho, que Lorenzo Meyer, califica como único. “Creo que no se va a repetir que en un mismo ramo se divida el premio entre dos personas con el mismo apellido. Será el Meyer&Meyer, va a parecer firma de abogados”, comenta entre risas.


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