Los próximos años serán cruciales en el conocimiento de la materia y la energía oscura: Vladimir Ávila–Reese


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Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/007/09
México, D. F., 22 de enero de 2009

  • Noventa y seis por ciento del universo es invisible, está compuesto por materia y energía oscura
  • En todo el mundo los nuevos proyectos de telescopios, satélites y detectores están, en gran parte, apuntados a resolver estos dos grandes misterios
  • México, por su infraestructura como el Observatorio Astronómico Nacional, en San Pedro Mártir, y el Gran Telescopio Milimétrico, en la Sierra Negra de Puebla, podría tener un papel protagónico en la investigación de la materia y la energía oscura
Vladimir Ávila–Reese, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM e integrante de la AMC.
Vladimir Ávila–Reese, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM e integrante de la AMC.
Foto: AMC
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Los próximos meses y años serán cruciales en el conocimiento que se tiene del universo actual, sorpresivamente se llegó a la conclusión de que todavía se desconoce gran parte de sus componentes, mismas que se pondrán a prueba a través de observaciones y experimentos.

“Aparentemente el 96 por ciento de lo que está hecho el universo es invisible, es decir no emite ni absorve radiación electromagnética, pero sabemos que está presente por su acción sobre lo que sí se observa en los telescopios”, explicó Vladimir Ávila–Reese, investigador del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).

De acuerdo con el censo cósmico, se sabe que cuatro por ciento del universo actual es materia ordinaria –galaxias, estrellas, planetas, átomos–; 21 es materia oscura y el restante 75, energía oscura.

El grueso de los grandes proyectos astronómicos y de altas energías en todo el mundo, tienen como uno de sus objetivos resolver estos dos grandes misterios: la materia oscura y la energía oscura.

Vladimir Ávila–Reese, quien en el más reciente número temático de la Revista Ciencia de la AMC dedicado al Año Internacional de la Astronomía, escribió el artículo Un universo inverosímil, señala que en los últimos 20 años, se ha ido gestando el actual modelo cosmológico, bautizado como el de Materia Oscura Fría con Constante Cosmológica.

Este modelo sostiene que la forma dominante de materia en el universo es aquella que no interactúa con la radiación, denominada materia oscura.

La observación astronómica, dijo Vladimir Ávila, daba evidencia, desde hace décadas, de la existencia de este componente invisible y, por otro lado, la cosmología hizo uso del concepto de materia oscura fría para resolver el problema de la formación de las galaxias. Todo apunta a que más del 90 por ciento de la masa de las galaxias está en forma de dicha materia.

Más recientemente, se descubrió que la expansión del universo se ha estado acelerando en vez de frenarse desde que tenía un poco más de la mitad de su edad actual. Esto implica la existencia de un medio que, a diferencia de la materia, en vez de atraer, es repulsivo. Se lo bautizó como energía oscura y la alternativa más aceptada es que se trate de la constante cosmológica de Einstein.

Al respecto, el astrónomo integrante de AMC dijo que estamos en el umbral de una revolución científica que generará un cambio muy importante en nuestro conocimiento de la naturaleza, tanto del microcosmos como del macrocosmos.

En este contexto, aseguró que México podría tener una participación protagónica, porque cuenta con el Observatorio Astronómico Nacional, bajo resguardo de la UNAM, en San Pedro Mártir, que es uno de los mejores lugares del planeta para observaciones astronómicas, a la par de Chile, Hawai y las Islas Canarias.

De igual forma, el Gran Telescopio Milimétrico ubicado en la Sierra Negra de Puebla, podrá darnos luz sobre la formación de las galaxias y la materia oscura.

Los esfuerzos mexicanos, finalizó, también se dan en el campo de la teoría, así como modelación computacional. Por ejemplo, en la UNAM se cuenta con la supercomputadora KanBalam, que permite hacer simulaciones avanzadas de la evolución de las estructuras, en un universo en expansión.

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