Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/090/12
México, D.F., 7 de mayo de 2012
- Para cubrir sus necesidades de agua, los hogares pobres tienen que sacrificar mayor proporción del ingreso
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Foto: AMC
En México, existen 22 millones de personas que no tienen acceso a servicios de drenaje y 3 millones carecen de servicio de agua potable; la mayoría de ellas son de escasos recursos económicos y tienen un alto grado de vulnerabilidad.
En el estudio Los recursos hídricos en México, situación y perspectivas, incluido en el Diagnóstico del agua en las américas, se destaca que de acuerdo con las líneas de pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) 2007, se calcula que hasta 2006, el 14 por ciento de la población de nuestro país se encontraba en condiciones de pobreza alimentaria, 21 por ciento en pobreza de capacidades y 43 % en pobreza de patrimonio.
El documento editado por la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS), la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, refiere la existencia de una discrepancia entre los hogares pobres en zonas rurales y urbanas, ya que mientras en el primer caso el nivel de servicio de agua es de 70%, para el segundo es de 50%. Lo que establece que la pobreza también esta relacionada con el acceso a la infraestructura pública para la provisión del vital líquido.
De igual forma, señala cómo los hogares sin condiciones de pobreza son más propensos a contar con una conexión a la red pública dentro de la vivienda, en tanto que es más probable que un hogar pobre tenga que proveerse del recurso a partir de una conexión a la red pública, pero fuera de la vivienda o a través de otras fuentes, tales como una pipa, un pozo, un río u otra vivienda.
También señala la presencia de una marcada diferencia entre hogares rurales en condiciones de pobreza alimentaria y hogares urbanos sin pobreza, ya que sólo uno de cada tres hogares rurales pobres tiene una conexión a la red pública en el interior de una vivienda, mientras que casi 90 por ciento de hogares urbanos sin pobreza cuenta con ese servicio.
En el capitulo México, coordinado por la Dra. María Luisa Torregrosa, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, se hace referencia a la línea de drenaje, del cual, afirma, apenas el 30 por ciento de los hogares pobres en zonas rurales tiene este tipo de conexión, mientras que la cobertura para hogares urbanos sin pobreza es mayor al 90 por ciento.
Menciona que el 38 por ciento de los hogares pobres en zonas rurales no dispone siquiera de drenaje, lo cual implica que este tipo de hogares se enfrenta a condiciones adversas que probablemente representan mayores riesgos para la salud y de contaminación de las fuentes de agua.
En el mismo documento se asegura que en materia de gasto de agua, como proporción del gasto total del hogar, es mayor para los hogares pobres que para los no pobres.
Explica que la diferencia es más acentuada en zonas urbanas donde un hogar pobre destina en promedio 3.4 por ciento del gasto total del hogar, lo cual contrasta con el promedio de 1.8 por ciento que destina un hogar no pobre, lo que significa que un hogar pobre paga casi dos veces más (en términos relativos) que lo que paga un hogar no pobre en una zona urbana.
A nivel nacional, argumenta, esta relación es de 1.7 a 1 y de 1.6 a 1 para los hogares rurales. Es decir, para cubrir sus necesidades del agua, los hogares pobres tienen que sacrificar mayor proporción del ingreso que un hogar no pobre.
Estos datos, añade, sólo hacen referencia a los gastos directos en el servicio; sin embargo, este servicio frecuentemente presenta interrupciones y en ocasiones la calidad del líquido no es confiable.
En ese sentido, señala que la compra del agua embotellada es una de las medidas de protección más costosas que se adoptan. México, asegura, es el segundo consumidor de agua embotellada en el mundo, lo cual puede estar relacionado con diversos aspectos como el crecimiento de ese sector económico, pero también existe evidencia de la relación entre compra de agua embotellada y las deficiencias del servicio, particularmente en términos de tandeos, mala calidad del agua o desconfianza en su calidad. Por esa razón el gasto en agua embotellada es mayor entre los hogares pobres.