Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/002/18
Ciudad de México, 3 de enero de 2018
- Aunque el fenómeno migratorio tiene efectos económicos, sociales y culturales en las sociedades receptoras, en México son escasas las investigaciones al respecto, reconoce el especialista Omar Lizárraga Morales.
- El municipio de Cabo San Lucas, Baja California Sur, es una de las localidades estudiadas como destino de migrantes estadounidenses por el investigador Omar Lizárraga, en las que analiza las prácticas transnacionales, así como el impacto social y económico que tienen estas comunidades receptoras de jubilados del vecino país del norte.
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Las investigaciones sobre migración internacional generalmente se enfocan en el flujo de personas que se desplazan desde los países en vías de desarrollo hacia las naciones económicamente avanzadas. Omar Lizárraga Morales, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, se ha dedicado a estudiar otro tipo de migración, la que está conformada principalmente por personas de edad avanzada que van de Estados Unidos a México por motivos de esparcimiento, distracción y la búsqueda de lo que consideran un mejor clima.
“A pesar de la cercanía geográfica con Estados Unidos y la creciente tendencia de la migración de ciudadanos norteamericanos a nuestro país –que tiene efectos económicos, sociales y culturales en las sociedades receptoras– en México son escasas las investigaciones que analizan este fenómeno”, dijo en entrevista Lizárraga Morales especialista en turismo de retiro y migraciones internacionales.
Este flujo migratorio, que se dirige en dirección contraria a la que tradicionalmente se estudia, está relacionado con diversos factores, uno de ellos es el envejecimiento de la generación del baby boom, que hace referencia a las personas que nacieron en la posguerra cuando se registró un repunte en las tasas de natalidad en países como Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, entre los años de 1946 y 1964, y que han estado en condiciones de jubilarse desde el año 2011.
Otro factor que influye en los movimientos migratorios, ya sean de sur a norte o de norte a sur, es el desequilibrio en el sistema económico global. “Los emigrantes de países en vías de desarrollo se dirigen hacia el norte motivados por cuestiones laborales; mientras que los de países desarrollados viajan hacia economías en proceso de maduración porque su poder adquisitivo aumenta”, señaló el investigador reconocido con uno de los Premios de Investigación 2016 de la Academia Mexicana de Ciencias en el área de ciencias sociales.
Migración de jubilados en aumento
Uno de los objetivos de investigación del científico social es describir las prácticas transnacionales de estos migrantes estadounidenses, así como el impacto social y económico que tienen en las comunidades a las que llegan. Y para ello analizó la migración de jubilados de ese país al nuestro, particularmente en dos localidades en el noroeste: Mazatlán, Sinaloa y Cabo San Lucas, Baja California Sur.
La metodología que Lizárraga Morales utilizó estuvo conformada principalmente por tres rubros: trabajo de campo, encuesta y entrevista de profundidad.
Así, al realizar estudios comparativos de la migración estadounidense en Mazatlán y en Cabo San Lucas, el investigador notó que estos migrantes conforman una población minoritaria, pero con poder económico.
Mientras que en Mazatlán el perfil socioeconómico promedio de los migrantes estadounidenses es de nivel medio, en Cabo San Lucas abundan los grandes empresarios, inversionistas y directivos jubilados con un ingreso superior.
“Mazatlán es un ejemplo de los impactos que los migrantes estadounidenses generan en los lugares en los que se establecen, ya que adquieren bienes raíces y se apropian socialmente de los espacios públicos, como el centro histórico o la playa. Además, se puede hablar del impacto negativo al ambiente –por ejemplo, la erosión de playas– a causa de las construcciones que realizan y de sus prácticas de consumo”, resaltó Omar Lizárraga.
De acuerdo con el investigador, la migración de jubilados estadounidenses hacia la región noroeste de México continuará en los próximos diez o quince años, promovido principalmente por la cercanía geográfica, ya que tanto Mazatlán como Cabos San Lucas se ubican casi a la misma distancia de la frontera norte, y porque los migrantes estadounidenses instalados en nuestro país pueden ser una referencia para otros migrantes potenciales.
Noemí Rodríguez González.