Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/056/09
Guadalajara, Jalisco, 22 de abril de 2009
- La presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias participó en la Tercera Reunión Global de Asociaciones de Universidades, en la sede de la Universidad de Guadalajara
- Dijo que es preocupante que América Latina se mantenga al margen de la investigación y desarrollo en el mundo y reveló que la región apenas participa con el 3.2 por ciento en este rubro
- Brasil, México, Argentina y Chile, las naciones que realizan la mayor contribución
- Planteó definir políticas de Estado en educación superior, desarrollo científico, tecnológico y la creación de sistemas nacionales de innovación
- La presidenta de la AMC participo en la Tercera Reunión Global de Asociaciones de Universidades.
Foto: AMC
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La agudización de las restricciones financieras por parte de la mayoría de los gobiernos de América Latina y el Caribe han segmentado y diferenciado enormemente los sistemas de educación superior, han propiciado la mercantilización de su oferta y servicio y, sobre todo, han dificultado concretar su pertinencia y responsabilidad con el contexto, afirmó la presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Rosaura Ruiz Gutiérrez.
Durante su participación en la Tercera Reunión Global de Asociaciones de Universidades, en la sede de la Universidad de Guadalajara, la también coordinadora General Regional de la Red de Macrouniversidades de América Latina y el Caribe expresó su preocupación en el sentido de que los países de la región participan con tan sólo el 3.2 por ciento de la investigación científica a nivel mundial. De ese total, agregó, Brasil, México, Argentina y Chile, son los países que realizan una mayor contribución en esta materia.
En su intervención en la Mesa Redonda Diversidad Institucional: fuerza o amenaza para las instituciones, Rosaura Ruiz puntualizó que la educación superior en la región no ha podido alcanzar los resultados previstos en las políticas y líneas de acción que fueron suscritas en la Conferencia Mundial de la UNESCO de 1998.
Ante ese panorama, consideró prioritario atender en los próximos años cuatro problemas centrales: el reducido número de investigadores, la baja inversión en ciencia y tecnología, la producción y difusión amplia de los resultados de investigación, así como la generación de innovaciones que puedan registrarse como patentes y la distribución social del conocimiento.
El balance del estado de la ciencia y la tecnología, así como de los beneficios que ha generado a economías emergentes, obliga a plantear una perspectiva de amplio espectro, que atienda los rezagos, pero que también marque nuevas pautas y parámetros del papel de la ciencia en la vida cotidiana y productiva de la región, aseveró.
En su análisis sobre la problemática de la educación superior en América Latina y el Caribe, Rosaura Ruiz señaló que uno de los signos más preocupantes que se han destacado en los análisis realizados por expertos en educación superior es la agudización de la fragmentación y la heterogeneidad de los sistemas de educación superior, por el incremento de la mercantilización de los servicios educativos.
En este sentido, aseguró que la región presenta una tendencia creciente y dominante de privatización que ha ahondado las diferencias sociales y satura los mercados laborales.
Añadió que el agravamiento diferenciado de las condiciones en las que se encuentran las Instituciones de Educación Superior (IES) de la región da cuenta de que la relación de los gobiernos y la sociedad no ha sido constante, ni homogénea, y que aún no ha ocurrido un verdadero avance en los indicadores mínimos de desarrollo humano sostenible.
Por ello, Rosaura Ruiz insistió en la necesidad de avanzar en la definición de prioridades relacionadas con la producción, transferencia y distribución social de nuevos conocimientos vinculados a las áreas de mayor impacto económico y social.
Una tarea de primer orden para la región, añadió, es abrir espacios para la definición de políticas de Estado en educación superior, desarrollo científico, tecnológico y la creación de sistemas nacionales de innovación, pues en la medida en que el mercado global presiona a los países a evolucionar hacia la economía del conocimiento, la gente y el conocimiento se constituyen en fuentes de nueva riqueza.
Esta nueva agenda, dijo, permitirá hacer frente a la fragilidad de la institucionalidad de los sistemas nacionales de ciencia y tecnología; a la inexistencia de una plataforma regional para la articulación de políticas científicas; los bajos montos de inversión en investigación y desarrollo en la mayor parte de países de la región; el reducido número de investigadores, proporcionalmente inferior a la población total, y la baja contribución del sector privado a la inversión en investigación y desarrollo, entre otros.
Ruiz Gutiérrez destacó que en el caso de América Latina y el Caribe, la Red de Macrouniversidades, que agrupa a 31 universidades públicas de la región, representa un espacio estratégico para el impulso al desarrollo de nuevos paradigmas y estructuras universitarias transnacionales e interculturales.
Ello, indicó, implica la creación de nuevos centros interdisciplinarios, el desarrollo de programas educativos ligados a la investigación de punta, el desarrollo y adquisición de infraestructura tecnológica para los nuevos proyectos de investigación, la consolidación de una planta académica altamente capacitada y marcos normativos adecuados para el buen funcionamiento de las instituciones articuladas en la Red.
La también secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM consideró que la Red deberá emprender iniciativas tendientes a transformar su organización; impulsar la movilidad, la transferencia de créditos, la enseñanza centrada en el aprendizaje, el aseguramiento de la calidad, la formación masiva de doctores en programas colaborativos de tiempo compartido entre instituciones distintas; y el fortalecimiento de la identidad colectiva regional.
Nuestras instituciones constituyen el mejor instrumento para la construcción de un mejor futuro para la educación superior, y para el diseño de políticas públicas que aseguren la expansión en nuestros países de educación superior de calidad, finalizó.