La Jornada en la ciencia
20 de febrero de 2010
AMC. Seguir legislando sin tomar en cuenta las evidencias científicas, es como intentar hacer leyes considerando ideas superadas como que la Tierra es plana y que el Sol gira en torno a ella, manifestó Rosaura Ruiz Gutiérrez, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, quien subrayó la necesidad de considerar el conocimiento científico, alejado por definición de todo dogma, como sustento constitucional y como condición tanto para la elaboración, como para la promulgación y aplicación de las leyes en nuestro país.
Al participar ayer en el Foro Laicidad y Democracia, convocado por el Senado de la República, Ruiz Gutiérrez manifestó que la Academia Mexicana de Ciencias respalda con absoluta convicción y firme determinación la reforma al artículo 40 de la Constitución para establecer el carácter laico de la República y consideró que, tanto las leyes vigentes como las que se promulguen en el porvenir, deben observar un carácter de “neutralidad”, es decir, que no sean ejecutadas ni concebidas con base en preferencias, creencias o intereses particulares.
Ante legisladores, académicos y público en general, la presidenta de la AMC señaló que la ciencia, pública y ajena a toda doctrina, es laica por definición. Su carácter universal, añadió, estriba en que las explicaciones que construye sobre el mundo natural, van más allá de las creencias y de los intereses particulares de diferentes personas o grupos sociales.
Por esta característica, afirmó, han sido perseguidos innumerables científicos a lo largo de la historia, e incluso ellos aceptaban que la religión tiene un lugar importante en la sociedad, siempre y cuando ésta se mantenga en el ámbito de lo privado, de lo contrario, contribuye a frenar el avance de la ciencia y el progreso de la sociedad.
En el foro, organizado por la Comisión Especial Encargada de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana del Senado de la República, Rosaura Ruiz apuntó que los referentes comunes en el desarrollo científico y humanístico y en las relaciones cotidianas de la ciudadanía, no estriban en una fe compartida, sino en valores cívicos que la superan, en un ámbito de respeto absoluto a las creencias individuales.
Por ello, agregó, la visión actual para la estructuración de los códigos de ética no puede pasar por alto que la ciencia es el único discurso universal, en el sentido de que sus saberes son resultado de la práctica de investigación de las redes nacionales e internacionales de investigadores que trabajan en la construcción del conocimiento.
Y aunque, sin duda, las posturas ideológicas, políticas e incluso religiosas pueden jugar un papel importante en la construcción de las teorías, la forma comunitaria del desarrollo de la ciencia restringe la influencia de las ideas que le son externas, subrayó la presidenta de la AMC.
Por otra parte, afirmó que la Academia Mexicana de Ciencias ha defendido, y seguirá defendiendo, la primacía de la racionalidad, la democracia, la justicia y el bienestar social en la constante construcción de la normatividad jurídica y a la ciencia como elemento indispensable para el bienestar humano.
En este sentido, aseveró que la comunidad científica nacional respalda la necesidad imperativa de sumar a los atributos de nuestra República Mexicana: representativa, democrática y federal, el valor supremo que los garantiza: el de la laicidad, como un valor supremo, un componente indisociable de la vida democrática, y una condición irrenunciable para el avance del país.
La historia de la lucha por el diálogo racional de lo diverso ha sido lenta y penosa, señaló, y uno de sus triunfos es la instauración del Estado laico, único que garantiza al individuo y a las colectividades el poder de construir y vivir con plenitud su credo o sus propias concepciones del mundo, sin la constricción de leyes provenientes de una fe particular, respaldadas por la fuerza pública del Estado.
La laicidad, entendida como un valor que se basa tanto en el respeto a la libertad de pensamiento y de conciencia como a la libertad de culto, implica una distinción fundamental entre el ámbito de la vida privada, al que competen las creencias y prácticas religiosas o su ausencia, y la esfera pública, que exige un trato de igualdad y equidad entre los ciudadanos, sin distinción de etnia, sexo, credo u orientación sexual, concluyó Ruiz Gutiérrez.
El Foro Laicidad y Democracia tuvo lugar en el Patio Central del Senado de la República y estuvo encabezado por el presidente de la mesa directiva de este órgano legislativo, Carlos Navarrete Ruiz.