La Jornada
23 de junio de 2008
Néstor Martínez Cristo
nestormc@servidor.unam.mx
De lunes a miércoles de la semana pasada, la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) llevó a cabo un foro de debate sobre energía, llamado: Ciencia, tecnología y reforma energética.
Ahí participaron académicos de primer orden y expertos en materia energética, quienes analizaron y debatieron a fondo, en un marco de pluralidad y respeto, no sólo la propuesta presentada por el Ejecutivo para modificar la administración de Petróleos Mexicanos, sino que fueron mucho más allá e hicieron planteamientos que bien pudieran ser parte nodal de una auténtica reforma energética en el país.
La discusión de los especialistas se centró en tres grandes ejes para una reforma energética: el primero fue la dimensión técnica; el segundo, la dimensión jurídico-política; y el tercero, la dimensión económica.
Vale la pena destacar el primero de estos ejes, el correspondiente a la dimensión técnica, ya que el presidente Felipe Calderón había señalado por esos días que en el foro del Senado de la República no se discutía el aspecto técnico de su propuesta y sugirió, por el contrario, que el debate estaba politizado.
Eso no ocurrió en el acto convocado por la AMC. Las ideas expresadas y debatidas durante dicho foro distan mucho de la improvisación o del oportunismo. Son producto de años de investigación y trabajo académico. Representan planteamientos emanados de voces autorizadas, que lamentablemente fueron ignoradas por los gobiernos durante años y sexenios, y que hoy reclaman ser tomadas en cuenta ante el desastre provocado por políticas y medidas equivocadas.
El debate fue real. No se trató en modo alguno de una posición monolítica previamente concebida. Se confrontaron ideas y planteamientos. El análisis y la discusión, tanto en conferencias como en mesas, fue al fondo del asunto. Y si en algo puede decirse que hubo un consenso absoluto, fue precisamente en la certeza de que las cosas en materia energética no pueden seguir igual, que urge un cambio radical.
De acuerdo con el documento de recapitulación dado a conocer por la propia AMC, en el foro se determinó que “la reforma en materia de hidrocarburos debe enmarcarse en una política integral de energía y de modificaciones en los regímenes fiscal y laboral”.
Igualmente, se planteó que el petróleo debe ser un factor de industrialización y de desarrollo social, y se consideró necesario “promover una política que tome en cuenta elementos como las potencialidades actuales de los hidrocarburos; el aprovechamiento y desarrollo de las fuentes de energía tradicionales –incluida la nuclear–, así como las energías renovables”.
Esta política, se resalta en el texto, debe considerar el ahorro de energía, la diversidad de fuentes, la sustentabilidad y el cambio climático.
Otros aspectos relevantes a incluir en una reforma en el sector petrolero, según el punto de vista de la academia, serían: la propiedad nacional sobre los hidrocarburos; el dominio del Estado sobre la exploración, explotación y de todos los procesos que garanticen a México la seguridad energética; garantizar el usufructo del patrimonio para las generaciones futuras e intentar nuevas formas de gestión con el propósito de allegarse las tecnologías que se requieren.
En el foro se presentaron asimismo visiones diversas en cuanto a la constitucionalidad o no de la propuesta de reforma a Pemex, y desde esa tribuna los académicos hicieron la misma advertencia que desde hace años ha sido desoída y menospreciada por el sector gubernamental:
Que “… no se puede pensar en el futuro energético, ni siquiera en el puramente petrolero, sin una estrategia de investigación y desarrollo tecnológico a la altura de los retos del país”.
Y es que, a las luces de los resultados y de la penosa situación del sector energético nacional, este necio señalamiento, repetido una y otra vez por los académicos mexicanos, debe ser escuchado y atendido por fin por los gobiernos, no sólo el federal, sino también los estatales.
La debacle de la industria petrolera nacional comenzó en realidad cuando se abandonó el interés gubernamental en la ciencia y la tecnología, y con ello se sacrificó en mucho la modernización del sector.
Por eso es de saludarse este foro de la AMC, cuyas conclusiones serán entregadas al Senado de la República en fecha próxima, por manos de la doctora Rosaura Ruiz, presidenta de la Academia. Ojalá los legisladores tengan la humildad y la sensibilidad necesarias para escuchar a los expertos e incorporar sus propuestas.
Hoy da inicio otro gran foro académico sobre la reforma energética. Muchas otras voces académicas, informadas e inteligentes, habrán de expresarse en la UNAM a lo largo de toda esta semana y seguramente enriquecerán el debate.
Me parece que este es un buen momento para volver la vista nuevamente a la academia.