El Universal
24 de agosto de 2009
Rosaura Ruiz y Juan Manuel Rodríguez
La situación económica actual es, sin lugar a dudas, muy complicada. Si hay algo que puede ayudar a resolverla en el futuro es la inversión en ciencia y tecnología.
Ejemplos de los beneficios que se pueden lograr mediante el apoyo a la ciencia y la tecnología son patentes a lo largo de la historia: Corea y Japón, dos países que en su momento sufrieron las consecuencias de eventos bélicos que los dejaron en circunstancias terribles, apostaron por la inversión en ciencia y tecnología y hoy podemos ver cómo lograron salir de la precaria situación en la que se encontraban.
Japón es actualmente la segunda economía del mundo y es líder en el ámbito tecnológico; Corea logró, en un periodo de 50 años, pasar de ser un país con enormes problemas económicos a ser la décimo tercera economía mundial. Esto gracias, ante todo, al enorme apoyo que se dio y aún se da, a la ciencia y la tecnología y a que se impulsaron políticas científicas decididas y firmes.
La política científica en México es diametralmente opuesta a la que se da en estos países. Las decisiones del gobierno federal en materia de ciencia y tecnología reflejan una falta de compromiso para resolver muchos de los problemas que aquejan a nuestro país. Un ejemplo, absolutamente contradictorio, de esta actitud es anunciar que se defenderá el presupuesto destinado a programas públicos y sociales y, al mismo tiempo, anunciar recortes al sector educativo por más de siete millones de pesos e inclusive pedir a los rectores de universidades “apoyar” esta propuesta. En la misma categoría queda la decisión de CONACYT de reducir el monto de las becas que se otorgan a los estudiantes de posgrado.
En México tenemos buenos ejemplos de lo que la ciencia y la tecnología pueden aportar, basta valorar en su justa medida la enorme labor educativa y social que realizan universidades como la UNAM, la UAM, la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Autónoma de Guadalajara o el IPN, por mencionar sólo algunos ejemplos, a pesar de las carencias presupuestales que han sufrido en los últimos años. Vale la pena preguntarse cuánto más se podría hacer si se les otorgara un presupuesto acorde a las necesidades del país.
Las decisiones que ha tomado y sigue tomando el gobierno federal dejan mucho que desear, con un discurso que presuntamente busca no afectar el bienestar social, pero que en los hechos deja de manifiesto la falta de visión sobre la realidad del país y la aplicación de soluciones viables y probadas.
El momento que estamos viviendo es clave y requiere, ante todo, de decisiones correctas que reflejen el compromiso que el Estado tiene con la sociedad; es imperativo considerar con mucha seriedad la inversión en ciencia y tecnología, pues de lo contrario sólo seguiremos escuchando discursos similares a los de la tierra prometida.