Excélsior
2 de noviembre de 2009
Cecilia Soto
ceciliasotog@gmail.com
Se recordará que ENLACE tiene un máximo puntaje de 800, un mínimo de 200 y cuatro clasificaciones
Hace exactamente un mes, el secretario de Educación, Alonso Lujambio, dio a conocer los resultados de la prueba ENLACE, con avances modestísimos en la primaria y un verdadero desastre en la secundaria. Con tantos temas nacionales de “urgente y obvia resolución” se puso poca atención a estos resultados. Las cifras son tan modestas en la primaria y tan malas en la secundaria que hubo que buscar una manera de presentarlas sin que causaran demasiado desaliento. La vía seleccionada fue enfatizar el crecimiento del porcentaje en los alumnos que avanzaron hacia los promedios “bueno” y “excelente”.
Se recordará que ENLACE tiene un máximo puntaje de 800, un mínimo de 200 y cuatro clasificaciones: insuficiente, elemental, bueno y excelente. La vasta mayoría de alumnos de primaria y secundaria están en las categorías insuficiente y elemental. En 2006, año de la primera aplicación de ENLACE, 78.7% de los alumnos de primaria tuvieron un puntaje de “insuficiente/elemental” en español y sólo 21.3% alcanzaron puntajes de “bueno/excelente”. Para 2009, disminuyó a 67.2 el porcentaje de “insuficiente/elemental” y aumentó a 32.8 el porcentaje de puntaje alto. Pero, en secundaria, en 2006, 85.3% de los alumnos se situó en “insuficiente/elemental” y sólo 14.7% en “bueno/excelente”. Para 2009, los reprobados en español disminuyeron a 81.8% y los aprobados aumentaron a 18.2%, con la observación de que sólo hubo una mejoría importante en 2007, con un aumento de cuatro puntos porcentuales y, después, un estancamiento.
En matemáticas, en la primaria, 82.4% obtuvo puntajes de “insuficiente/elemental” en 2006 y éste disminuyó para 69% en 2009, un avance interesante; consecuentemente, hubo un crecimiento, de los alumnos que calificaron “bueno/excelente”, de 17.6 a 31 por ciento. Pero, en secundaria, 95.8% reprobó la prueba de matemáticas en 2006 con puntajes de “insuficiente/elemental”, lo que disminuyó en 2009 a 90.6 por ciento. Es decir, de seis millones de alumnos de secundaria, menos de 100 mil mejoraron sus puntajes. El porcentaje de alumnos que obtuvo calificaciones de “bueno/excelente” aumentó, en estos cuatro años, de 4.2 a 9.2, con un salto de cuatro puntos en 2007 y un estancamiento en los otros años.
El tamaño del problema: 90% de los alumnos de secundaria reprobados en matemáticas y 82% en español, 69% y 67% respectivamente en la primaria, es más grave aún que el hoyo presupuestal que tiene sin dormir a los legisladores y a los funcionarios de Hacienda y, sin embargo, fuera de algunos encabezados estridentes, no ha provocado mayor movilización.
Los avances tan modestos —o prácticamente nulos en la secundaria— indican que se requieren medidas extraordinarias para acelerar la mejora de estos puntajes, precisamente en donde se localiza el mentado bono demográfico, en la secundaria. La Academia Mexicana de Ciencias, con apoyo principal de la SEP y del Conacyt, ensaya ampliar, mediante un programa en línea, su exitoso programa de enseñanza de la ciencia para profesores, pero aún así espera alcanzar la capacitación de cinco mil docentes anualmente hasta dentro de unos cinco años. Por el tamaño del desastre, se requiere más bien un enfoque de cruzada. Por ejemplo, una alianza entre el numeroso gremio de ingenieros (incluidos los jubilados), los maestros y los padres de familia, que acepten horas extra de clase a los alumnos y jornadas entre profesionistas y maestros para capacitarlos con carácter de emergencia.
No se trata sólo de elevar el puntaje porque sí. La razón de esta urgencia es que el español, las matemáticas y el arte son los lenguajes por excelencia de nuestra mente (ahora se agrega la alfabetización digital). Mayores habilidades verbales y mejor comprensión lógico matemática son prerrequisitos para que haya individuos más creativos y productivos.