Lo que el viento se llevó

La Jornada
17 de septiembre de 2005
Julio Muñoz

El régimen foxista está empecinado en ganar su batalla contra la maltratada ciencia que se hace en México. No hay mejor manera de ganarla que escasear más aún los magros fondos que se le dedican. Según parece, el gasto federal en ciencia y tecnologí­a se reducirá en mil millones de pesos, con lo que dichos recursos disminuirán de 0.37 por ciento actual a 0.33 por ciento del PIB. Se quita el freno y se pone el coche en reversa a riesgo de que desbarranque. No es poca hazaña para tan poco tiempo. Si el PRI lo vení­a haciendo mal, el PAN lo hace peor. Los titulares del Poder Ejecutivo, desde Carlos Salinas hasta Vicente Fox, pasando por Ernesto Zedillo, ofrecieron subir ese porcentaje hasta el uno por ciento. Pues no. Vade retro y vale queso lo que digan la UNESCO o la OCDE, sobre todo la OCDE que en todo lo relacionado con avance cientí­fico y técnico nos clasifica en último, penúltimo o antepenúltimo lugar entre los 30 paí­ses que agrupa.

¡En esto sí­ que no admitimos injerencias! No faltaba más. Así­ como se anuncia el alcance de la felicidad a quienes no saben leer porque así­ no se enteran de las mentiras que espetan los maldicientes periódicos, una sociedad sin ciencia alcanzará el nirvana y todos renaceremos como buenos panistas. A cambio de ciencia y formación cientí­fica se ofrecen discursos plenos de las inmejorables intenciones de las que está empedrado el camino hacia el subdesarrollo sin retorno. Me referí­ al régimen foxista y no al presidente Fox porque es el impertérrito don Francisco Gil Dí­az quien ordena la distribución de los dineros del paí­s. En cuestiones de dinero, el mero presidente es don Francisco.

Esa reducción presupuestal explica en parte la renuncia del nombrable ingeniero Jaime Parada, quien acabó siendo la delgada rebanada de jamón en el emparedado que él mismo sazonó sin percatarse de que serí­a devorado. Don Jaime quedó atrapado entre el anuncio de un recorte presupuestal de 30 por ciento y la reprobación de los investigadores nacionales.

La llegada del doctor Gustavo Adolfo Chapela Castañares para relevar al ingeniero Parada ya es ganancia. Después de todos los años del Conacyt, llega a encabezarlo un cientí­fico verdadero, aunque llega en mal momento. Su valentí­a es encomiable y podrí­a ser un buen director si logra revertir las mermas anunciadas. Le deseo la suerte que todos queremos tener. Pero no todo es cosa de dineros. Quizá Gustavo Chapela logre hacer del Conacyt un verdadero consejo cuyo consejo escuche el presidente Fox. Es harto difí­cil, pero no imposible.

El viento se llevó a Parada pero el campo sigue lleno de cizaña y rastrojos. La directora del Cinvestav, defensora a ultranza del ingeniero renunciante hace y deshace a su antojo, incólume en su autoridad más que suficiente para despedir a investigadores que contribuyeron notablemente a construir el prestigio de la institución. Y lanza amenazas como armas arrojadizas. Por ejemplo, sólo una muestra, al prestigiado fisiólogo Marcelino Cereijido le lanzó un «…atente a las consecuencias…» cuando éste no aceptó abstenerse de impartir conferencias en la Universidad de la Ciudad de México. Somos libres de colaborar con cualquier universidad si no excedemos el tiempo que el Cinvestav nos concede para dedicarnos a actividades académicas en otras instituciones . La doctora Contreras y el doctor Luis Alfonso Torres mandaron a la mierda la libertad de cátedra, y a la mierda se irá el buen ambiente del Cinvestav con las intrigas de la doctora Contreras, que desinforma, confunde y alimenta enemistades, y que va a tener que hacer frente a demandas hasta que se harte. A mí­ no me ha amenazado, pero mi directora habla pestes de mi persona. Eso es comprensible, pero no lo es el que me adjudique públicamente formar parte de un complot orquestado por el doctor Octavio Paredes, miembro distinguido del Cinvestav y presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, complot cuyo objetivo serí­a arrebatarle la dirección para que la ocupase el doctor Paredes. Hay testigos de esta difamación tipificada en el Código Penal. Resulta, según ella, que también la UNAM estarí­a interesada en desestabilizar al Cinvestav para deshacerse de la competencia, y asimismo La Jornada, por motivos que no deja claros. Espero que la doctora Contreras no llegue a presentar el sí­ndrome de Sansón: derribar el templo aunque muera en él con todos sus ocupantes. Parece ser que la doctora Contreras viajará próximamente a Europa dejando como director interino al doctor Torres quien, según algunos, afila el hacha para descabezarme. Veremos que pasa.

Quizá las autoridades superiores ya han hablado con la doctora Contreras y ésta les haya prometido dulcemente un cambio de actitud. Obras son amores y no buenas razones. Buenas obras esperamos todos en el Cinvestav: trabajadores, estudiantes e investigadores. Se está organizando un coloquio y una conferencia de prensa para exponer los problemas a los que nos enfrentamos y enfrenta la institución.

Para el Cinvestav y sus investigadores la situación que ahora vivimos es una desgracia, ya sea que le den la razón a los abiertamente inconformes o a la doctora Contreras. No es la primera vez que tenemos problemas, pero sí­ la más grave. El viento sigue soplando y no sabemos lo que se pueda llevar. La alternativa es bajar la cabeza y acatar la voluntad de la soberana doctora Contreras. Nomás no se puede.

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