«La ciencia nunca suplantará a Dios»: Alfredo Feria Velasco

El Informador
29 de junio de 2008
Azucena Manjarrez

Yo soy creyente desde mi infancia, asegura.

Nacido en la Ciudad de México, ha sido parte importante en la investigación neurocientífica del Occidente de México; creyente por convicción, trabaja sin culpar a una deidad en la búsqueda de respuestas.

En 1976, la Universidad de Guadalajara (UdeG) vivió un momento de politización a través de grupos estudiantiles, pugnando por causas diversas, que distrajo su labor científica.

“El clima académico y político era de mucha tensión. Había constantes balaceras”. En aquel momento, Alfredo Feria Velasco fue encomendado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), para conformar la Unidad de Investigación Biomédica de Occidente”, el segundo departamento de en su tipo descentralizado en el país.

Proveniente de la Ciudad de México, Feria Velasco había realizado estudios de medicina y una maestría en neuroquímica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de un postdoctorado en neuropatología experimental en la Universidad de Harvard, en Boston.

A partir de ese momento, la conformación de cuerpos académicos conjuntos entre las dependencias encargadas de la investigación científica en el área de las neurociencias en el Occidente de México, y la propia UdeG, hizo posible que Jalisco se convirtiera en uno de los referentes a nivel nacional e internacional, en el entendimiento de los procesos del cerebro humano.

— ¿De dónde proviene?
— Nací en el Distrito Federal, en 1940 y ahí me crié, aunque mis padres provenían de la mixteca oaxaqueña. Era gente que no tuvo muchos estudios, pero siempre mostraron un interés y preocupación por formarnos, a mí y a mis dos hermanos menores (uno de ellos médico; el otro arquitecto).

Recuerdo que en la familia hubo un interés porque yo tocara un instrumento musical. Mis padres venían de Oaxaca, y la música para ellos es muy importante. Intenté tocar algunos instrumentos, pero creo que nunca me esmeré bastante; lo mío era la medicina.

— ¿Cómo le nació el gusto por la ciencia?
— Siempre uno de niño desarrolla inquietudes y cuestionamientos en torno al mundo; creo que es inherente a los seres humanos. Quizás no fue tanto el que me sintiera atraído por la ciencia como tal, sino por la labor médica. Recuerdo que en la familia teníamos un médico de cabecera, probablemente al ver como trabajaba y la importancia que tenía su actividad, me nació el deseo de ser doctor, aunque debo reconocer que de no haber estudiado medicina habría sido biólogo, lo que ocurre es que en ese momento, no tenía la instrucción, la orientación necesaria para dedicarme a esa actividad.

— ¿Por eso trabaja en el Centro de Ciencias Biológico Agropecuarias y no en el de la Salud?
— Realmente fue una cuestión accidental. Cuando llegué a Jalisco y conformamos cuerpos de investigación científica con la UdeG, me consultaron porque querían adquirir un laboratorio de alta resolución, para el estudio de procesos biológicos. El Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), y el Centro Universitario de Ciencias Biológico Agropecuarias (CUCBA), lo disputaban; pero el primero no contaba con tantos recursos, entonces me quedé aquí a trabajar, y me gusta mucho el ambiente lejano de la ciudad; es muy agradable, muy amable.

— Hace un momento hablaba de orientación vocacional, ¿cómo ve la promoción y formación de científicos por parte de las universidades?
— Es una labor imprescindible para el desarrollo de las poblaciones humanas. Desde el preescolar a los niños se les puede inculcar el gusto por la ciencia, pero hay que admitir, que vivimos en un país con muchas carencias. Mientras no se atiendan los problemas de alimentación, vivienda y acceso de amplios sectores de la población a instrumentos y medios de comunicación, seguiremos en un constante atraso.

En el caso de las universidades e instituciones de educación superior, sí hay un reconocimiento cada vez más importante de la labor científica, de la promoción y creación de científicos. Por ejemplo, la conformación por parte de la UdeG, de los centros temáticos universitarios, en cada región del Estado es algo fascinante, está funcionando muy bien.

Por otra parte, y es algo que he discutido con varios colegas míos, es que en las universidades privadas, aunque hay un interés con la promoción científica, involucran el pensamiento religioso, y eso es un ámbito que debe estar excluido de la educación. Y no porque estemos en contra de la religión, sino que cada actividad humana tiene sus espacios y cada uno de estos, en sus ámbitos distintos debe respetarse.

— Usted es un hombre de ciencia, ¿cree en Dios?
— Yo soy creyente desde mi infancia. Mis papás eran muy religiosos, mi mamá sobre todo, y nos inculcó los lineamientos católicos, nos hizo leer la Biblia, el Nuevo Testamento, pero también nos permitió tomar decisiones libres. Claro que no voy a misa cada ocho días, pero sí con convicción.

Siempre he pensado, por ser precisamente científico, que Dios existe. Me maravilla el mundo microscópico, seguramente el macroscópico también, aunque no lo entiendo. Una parte pequeñísima de una célula, me fascina cómo está construida, tan bien organizada. A pesar de que la evolución de las especies es muy clara y nos habla de cambios extraordinarios. ¿Cómo nos explicamos todos estos pequeños grandes procesos, colmados de complejidad? En el laboratorio llegas a un nivel en el que ya no puedes explicar nada, entonces dices, -aquí Dios está, en este momento-, pero no quedarse con el conformismo de culpabilizar de todo a Dios sin buscar respuestas; sería muy fácil.

— ¿Cree que llegue el momento en que la ciencia explique tanto que el ser humano prescinda de la idea de un Dios?
— Claro que no. En cada cultura, en cada historia, el hombre siempre ha estado acompañado de Dios. Creo que siempre nos enfrentamos a momentos críticos, llamémosle así, y entonces acudimos a la idea de Dios, eso hace que se equilibren nuestros sistemas endócrinos, neurológicos e inmunológicos. No digo que él aparezca y nos resuelva el problema; en realidad nosotros lo hacemos, pero siempre está ahí.

Yo no creo que la ciencia llegue a suplantar jamás a Dios. La ciencia puede hacernos entender muchos cuestionamientos y esquemas. Ayudarnos a entender fenómenos biológicos, pero que ya existían.

— Habló de los centros universitarios de la UdeG, pero al haber estudiado en la UNAM, ¿qué lectura le da a ambos centros de enseñanza?
— La UNAM es una macrouniversidad, cada vez más grande y compleja, con un tratamiento muy especial en la cuestión de recursos por las autoridades federales, pero la UdeG, es la segunda en tamaño y matrícula en el país. En la etapa de doce años de la red universitaria, la creación de esos centros temáticos universitarios, por el rector Raúl Padilla López, creo que fue un gran acierto para el desarrollo del Estado, un proyecto que continuó su hermano Trinidad Padilla, y ahora el rector Carlos Briseño Torres. La UdeG tiene ahora muy buenos niveles de calidad, no es algo que se hable en el discurso, está ahí, en los datos duros, en los trabajos de gestión que han hecho estos tres rectores.

— ¿Qué hace en sus ratos libres?
— Me gustan los deportes. El fútbol o el tenis. Jugarlos pero también verlos porque no me hace pensar. Yo pienso mucho mientras estoy trabajando, pero cuando veo tele me relajo porque pues dejo de pensar. Por otra parte, el arte me gusta; la música, aunque no ejecuto ningún instrumento, lamentablemente.

Alfredo Feria Velasco

Es director de la División de Ciencias Biológicas y Ambientales del CUCBA, de la UdeG. Ha recibido 18 premios, y 33 distinciones nacionales y extranjeras. Es investigador nacional nivel III, en el Sistema Nacional de Investigadores, organismo que en 2007 le otorgó el nombramiento de Investigador Emérito.

Es miembro titular de la International Academy of Patology, de la New York Academy of Sciences, de la Academia Nacional de Medicina, de la Academia Mexicana de Ciencias, y de la Academia de Investigación en Biología de la Reproducción.

Recientemente, la editorial especializada Bios-Médica, publicó el primer volumen de su serie “Colección Homenaje a Científicos Mexicanos”, dedicada a este personaje.

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