Konigsberg en la Academia Mexicana de Ciencias

Redacción/Agencias
14 de junio de 2005

La fí­sica experimental de altas energí­as busca comprender los procesos fí­sicos que ocurren en la estructura de la materia. Hasta hace 50 años, las partí­culas más elementales de las que se tení­a conocimiento eran protones, neutrones y electrones.

Sin embargo, en años recientes se encontró que el protón y el neutrón no eran tan ¡elementales!, sino que, a su vez, están compuestos por otras partí­culas más pequeñas a las que se les llamó quarks, nombre alemán utilizado por primera vez por el escritor irlandés James Joyce en su libro Finnegan‘s Wake.

Asimismo, se han descubierto otras partí­culas similares al electrón: los leptones. Todo ese esquema de partí­culas subatómicas está explicado en una teorí­a ambiciosa denominada modelo estándar.

Cabe destacar que Konigsberg Levy, investigador que a sus 46 años se convierte en el miembro correspondiente más joven que ha ingresado a la AMC, es uno de los tres mexicanos que participaron en los experimentos que condujeron al descubrimiento de la partí­cula elemental más pesada conocida hasta ahora: quark top.

Asimismo, ha establecido desde hace varios años relaciones fructí­feras con la comunidad de fí­sicos mexicanos al colaborar en varias ocasiones con la División de Partí­culas y Campos de la Sociedad Mexicana de Fí­sica, al recibir estudiantes mexicanos de licenciatura dentro del Programa de Veranos en Laboratorios del Extranjero.

Ha participado en seminarios y coloquios de manera regular en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México, y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; asimismo, es miembro del Comité Cientí­fico del Simposio Latinoamericano de Fí­sica de Altas Energí­as.

En 2004 recibió la medalla de la División de Partí­culas y Campos de la Sociedad Mexicana de Fí­sica, y es miembro de la Sociedad Americana de Fí­sica.

Fí­sica en México

En nuestro paí­s, la conformación de grupos experimentales de altas energí­as inició en la década de los 90 debido a la dificultad de carácter práctico, ya que para realizar experimentos con partí­culas elementales se requiere construir grandes aceleradores, cuyos costos son elevados.

Los investigadores interesados en proseguir su carrera cientí­fica en esta área del conocimiento, como consecuencia, deben integrarse a las grandes colaboraciones internacionales asociadas con laboratorios de aceleradores: Fermi National Accelerator Laboratory (Fermilab), en Chicago, Estados Unidos; European Organization for Nuclear Research (CERN), ubicado en Ginebra, Suiza; Deutsches Elektronen-Synchrotron (DESY), de Hamburgo, Alemania, según lo explica Miguel íngel Pérez Angón, miembro de la AMC, quien postuló a Konigsberg Levy para ingresar a esta asociación cientí­fica.

El pobre reconocimiento que ha recibido esta especialidad, ha dificultado la consolidación de grupo sólidos de investigación, señaló también en el editorial ¡La estructura intima de la materia! publicada en la Revista Ciencia de enero-marzo del presente año.

El sistema de evaluación del trabajo académico tampoco está diseñado para valorar las contribuciones individuales de los participantes en una publicación cientí­fica que involucra cientos de autores, aunando a que el desarrollo de estos experimentos requiere involucrarlos por varios años. Los programas de apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a sólo prevén periodos relativamente cortos de financiamiento, lamenta el investigador de Departamento de Fí­sica del Cinvestav.

En opinión de Pérez Angón, los descubrimientos en relación con la estructura de la materia ameritan ser incluidos en muchos libros de texto de niveles elementales, de la misma manera en que la estructura helicoidal molecular del ADN ya está integrada a la cultura general.

La Historia

Desde 1978 hasta 1988, en el Fermilab, CERN y DESY, los laboratorios de alta energí­a, se trató en vano encontrar la pareja del quark bottom: el quark top.

Dado que este sexto quark serí­a parte del modelo estándar, era posible predecir, dependiendo de su masa, la frecuencia con la cual se tendrí­a que producir en las distintas colisiones de partí­culas en cada acelerador.

En 1988, en el Fermilab se creó un nuevo colisionador de protones y anti-protones, denominado Tevatrón, con seis kilómetros de circunferencia. Alrededor de punto de colisión se construyó un detector de partí­culas de tamaño equivalente a un edificio de tres pisos. Este detector fue construido por el Collider Detector at Fermilab (CDF), colaboración internacional.

Jacobo Konigsberg Levy se unió a dicho experimento en 1990, por lo que participó de modo intenso en los intentos por encontrar el quark top.

¡Por dos años nos dedicamos a perfeccionar nuestros detectores y después a tomar datos. Al final parecí­an incluir finalmente evidencia de que se habí­an producido quarks top en las colisiones de protones. Esta evidencia nos permitió hacer la primera medición de la masa de este quark: 174 gigaelectronvolts!, dice. En ese entonces ningún acelerador en el mundo podí­a competir con el Tevatrón.
El quark top se produce sólo en una de cada 10 mil millones de colisiones, por lo que fue muy difí­cil concluir estadí­sticamente y sin lugar a duda que se habí­a descubierto al quark top.

Decidimos poner en el tí­tulo de nuestra publicación la palabra «evidencia! en vez de ¡descubrimiento!, señala el fí­sico. Dicho artí­culo se publicó en abril de 1994.

Los otros cientí­ficos del paí­s que participaron en el hallazgo son Heriberto Castilla, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, y Raúl Hernández, de la Universidad Veracruzana.

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