La Jornada
18 de febero de 2006
José Galán
Pide fortalecer lazos entre academia y legisladores para gestionar financiamientos
En el terreno de la ciencia y la tecnología falta mucho trabajo, aunque los científicos tengamos fondos suficientes; es necesario, además, fortalecer la organización de los académicos y su vinculación con los legisladores, afirmó Juan Pedro Laclette, del Instituto de Bioquímica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y vicepresidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), organismo del que fungirá como titular por dos años a partir de mayo próximo.
Durante el foro de prospectivas organizado por la propia AMC y la Universidad de Guadalajara, sostuvo ante jóvenes científicos en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, que dada la falta de una política de Estado en ciencia y tecnología, el impulso del sector se dio «como asunto autogestivo de la sociedad civil».
Insistió en que los científicos, tengan o no fondos para sus proyectos, no pueden parar: «lo que falta es trabajo, mucho trabajo, aunque incluso tengamos suficientes fondos para salir adelante. No podemos dormirnos en nuestros laureles».
Subrayó que en la labor de los científicos para la gestión de políticas públicas y de financiamiento creciente, «se requiere mayor vinculación entre la academia y los legisladores», y ejemplificó el proceso académico y legislativo que llevó dos años para la aprobación de la Ley de Bioseguridad: «Hicimos un trabajo muy cercano con los legisladores, sin cobrar un centavo», dijo.
Propuso que la AMC, en el futuro, otorgue asesorías sobre temas específicos, «y las vamos a cobrar», pero reconoció que, como académicos, «no tenemos la suficiente organización: si nos dieran mil millones de pesos para resolver un problema vital como es el del agua, no sabríamos cómo encararlo».
Adelantó que su trabajo en la AMC se enfocará a la organización, la diversificación y la búsqueda de propuestas científicas para resolver problemas de salud, educación y servicios, «en una sociedad del conocimiento». Fijó como otro de sus objetivos, un «contrato social» para la ciencia. Se preguntó: «Â¿Cuáles compromisos asume la comunidad científica ante la sociedad con base en su demanda para recibir más recursos?»
Por lo pronto, en el tema del esfuerzo, consideró necesario que los académicos transformen su forma de trabajo hacia un modelo «más cooperativo, multidisciplinario y, sumando esfuerzos, podremos cambiar nuestra cultura del trabajo y comprometernos con proyectos a largo plazo», mediante la identificación de áreas estratégicas, y de las fortalezas y debilidades como país. Sentenció ante sus colegas: «todo buen proyecto que se organiza, al final obtiene financiamiento».