La Jornada
23 de febrero de 2006
Karina Aviles
La mitad de los especialistas consultados admite frecuentes prácticas ilícitas de colegas
El Sistema Nacional de Investigadores detonó conductas inaceptables, revela estudio publicado por la AMC
Negligente y deshonesto, difundir experimentos »irreproducibles», definen autores
Una encuesta realizada entre investigadores de diferentes universidades para conocer su percepción sobre los problemas éticos que aquejan a la comunidad científica nacional revela que 40 por ciento de los especialistas consultados consideró que las faltas éticas entre sus colegas son »frecuentes», mientras otro 10 por ciento señaló que son »muy frecuentes». El fraude, el plagio y la falta de rigor son las anomalías más comunes, manifestaron.
En ese sentido, 34 por ciento de los entrevistados opinó que quienes se dedican a hacer ciencia no consideran la ética como aspecto relevante en su práctica cotidiana.
La encuesta, incluida en el capítulo »El que no transa no avanza: la ciencia mexicana en el espejo», del libro El papel de la ética en la investigación científica y la educación superior, editado por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), recogió la percepción de 139 investigadores de 18 entidades del área de las ciencias naturales de instituciones, como las universidades Nacional Autónoma de México, Autónoma Metropolitana, Autónoma de Yucatán, Autónoma de Morelos, Autónoma de Hidalgo y Autónoma de Tlaxcala.
El 81 por ciento de los encuestados pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI). El 71 por ciento cuenta con maestría y 97 por ciento realizó estudios de doctorado.
La encuesta indica que, ante la pregunta abierta de cuál es el problema ético que se percibe como más común en la comunidad, las frecuencias más altas correspondieron al fraude, el plagio y la falta de rigor científico, seguidas por abuso a estudiantes, abuso como evaluador y abuso de poder.
El 62 por ciento de los investigadores entrevistados afirmó discutir regularmente con sus estudiantes de posgrado sobre problemas éticos en la investigación científica. El 58 opinó que las faltas éticas entre los estudiantes son raras, 37 por ciento dijo que son frecuentes y 5 por ciento manifestó que son muy frecuentes.
En las conclusiones de la encuesta, sus autores, César Domínguez Pérez Tejada y Rogelio Macías Ordóñez, alertan que el reto es »enfrentar una cultura de la transa, que en corto plazo genera jugosas recompensas y que en largo plazo, y en el contexto global, nos ahoga, nos desprestigia como gremio y como país».
Los investigadores advierten que es necesario señalar a los »infractores que acostumbran tomar atajos y asegurarnos que el desprestigio constituya un costo real, pues aunque eventualmente el sistema o la historia les pasará la factura, en el presente nos están costando a todos».
En relación con el sistema científico, los investigadores Martín Aluja y Andrea Birke advierten en otro capítulo del mismo libro -«El papel de la ética en la investigación científica y la educación superior»- que desde la creación del SNI, en 1984, la comunidad estuvo expuesta a un mecanismo de presión novedoso, que si bien significó un aliciente para superarse, también lo es que »motivó la aparición de ciertas conductas éticamente inaceptables o cuestionables».
Los recursos financieros limitados, la competencia por proyectos y por obtener reconocimiento, y la presión por publicar ha generado conductas éticamente inaceptables, apuntan.
También, señalan, se han producido «algunas desviaciones tales como el apoyo selectivo de miembros de las comisiones evaluadoras a proyectos de ‘amigos’ o miembros de la institución de la cual provienen».
En relación con las conductas éticamente cuestionables en el proceso de publicación, mencionan varios casos. Uno de ellos es negligencia, esto es, «cuando no se sigue correctamente el procedimiento experimental o se incluye o excluye información errada sin que necesariamente exista mala intención».
De hecho, precisan que, para el UK Medical Research Council, la negligencia »es considerada una mala conducta científica sin importar ‘la buena o mala intención'».
Exponen el caso de dos investigadores de la Universidad de Utah que publicaron un artículo en la revista Nature en el que reportaron una técnica que permitía la fusión en frío. Cuando grupos de investigación de otros países trataron de reproducir los experimentos, se percataron de que éstos eran irreproducibles, por lo que se comprobó que los científicos habían atentado contra los principios éticos esperados de una comunidad científica como son la «veracidad, la integridad y la honestidad».