El pasado reciente y el futuro de las polí­ticas cientí­ficas

Milenio
ALEJANDRO CANALES

6-enero-2005.- A finales del año pasado, Campus MILENIO cerró con una extensa y muy importante entrevista al ingeniero Jaime Parada Avila, director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a (Conacyt), en la cual se expresaron los temas más relevantes de la actual polí­tica cientí­fica. Iniciamos el penúltimo año de ejercicio de esta administración, el último tercio, y hoy está claro que ha sido en el terreno normativo donde se han experimentado los cambios más notables. Sin embargo, también cabe advertir que una buena parte de esos cambios que se han verificado tiene un origen anterior.

En la entrevista,. el director de Conacyt: hizo un recuento de las principales iniciativas que se han puesto en marcha; explicó programas, detalló cifras y, tal vez lo más interesante, dio respuesta a los cuestionamientos a su actuación.

La columna de su argumentación la constituyen los tres objetivos del Programa Especial de Ciencia y Tecnologí­a (PECYT): disponer de una polí­tica de Estado en la materia; incrementar la capacidad cientí­fica y tecnológica y elevar la competitividad y la innovación de las empresas.

En cuanto al primer objetivo, el ingeniero Parada destacó la promulgación de la Ley de Ciencia y Tecnologí­a y la Ley Orgánica de Conacyt -ambas fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 5 de junio del 2002-, la aprobación de incentivos fiscales a la inversión privada, así­ como la reforma legal del año, anterior que mandata destinar 1 por ciento del PIB de gasto nacional en ciencia y tecnologí­a.

Las modificaciones normativas significan, en opinión del director de Conacyt que «realmente generamos el marco legal de reformas estructurales que en otros campos no se pudieron» (CampusMILENIO) 9/12/04).

Sin duda, los cambios normativos han sido sobresalientes. Conacyt se desectorizó de la SEP, es un organismo con mayor capacidad de maniobra en el manejo del gasto cientí­fico y tecnológico, más independiente en sus decisiones, cuenta con un ramo de gasto Propio en el Presupuesto de Egresos de la Federación -esto no se sabe si ha sido positivo o no, pues desde que está en esa condición la propuesta gubernamental anual de gasto le asigna menores recursos- y ejerce mayor control en los centros públicos de investigación.

Asimismo, la regulación legal estableció diferentes instancias (el Foro Consultivo, el Consejo General de Investigación, la Conferencia Nacional, entre otros) de asesorí­a y control de la polí­tica cientí­fica y tecnológica, la elaboración de] programa sectorial, nuevos esquemas para el financiamiento del sector e impulso, a la vinculación empresa-investigación cientí­fica.

El punto es que las modificaciones más importantes a la normatividad cientí­fica y tecnológica ya estaban previstas en la reforma de 1999.

En ese año se emitió la Ley para el Fomento de la Investigación Cientí­fica y Tecnológica (Diario Oficial de la Federación, 21105/99) -en cuya elaboración participaron las principales organizaciones del sector, como la Academia Mexicana de Ciencias, la Asociación Mexicana de Directivos de la investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico y, desde luego, Conacyt y donde se estableció dad de primera vez la necesidad formular un programa sectorial especial (artí­culo 2 y sección III) El impulso a la descentralización mediante convenios y/o programas con las entidades federativas (capí­tulo IV), la creación de fondos especiales de financiamiento a la investigación cientí­fica (artí­culos 15, a 20), la creación del Foro Consultivo y la vinculación con el «sector productivo innovación y desarrollo tecnológico» (capí­tulo VI, artí­culos 26 a 29).

Como Podrá notarse, varias de la! iniciativas vigentes y uno de los principales instrumentos de la actual polí­tica cientí­fica: los fondos sectoriales y mixtos fueron propuestos en el esquema normativo de 1999.

En este último caso y al igual que en la educación superior, se trata de fondos competitivos de financiamiento adicional al subsidio ordinario.

Efectivamente, como lo señaló el ingeniero Parada, los fondos tienen el propósito de incrementar los recursos que maneja Conacyt y «conectar las capacidades cientí­ficas, tecnológicas, académicas instaladas con los usuarios del conocimiento, que son: secretarí­as y dependencias del gobierno federal y de los estados!.

En realidad, los fondos todaví­a no muestran claramente sus bondades o sus fallas. A la promulgación de la nueva ley de 2002, le siguió un cuestionamiento a los tiempos y formas de las convocatorias de los fondos, tanto. como a la asignación de recursos.

De hecho, apenas en agosto de 2003, el Foro Consultivo Cientí­fico y Tecnológico elaboró casi un centenar de recomendaciones para mejorar la forma y el contenido de las convocatorias. Según el último informe de gobierno, a diferencia de lo que señaló el ingeniero Parada, al término del año pasado habí­a 43: fondos (15 sectoriales y 28 mixtos; los primeros suscritos con igual número de dependencias y los segundos con gobiernos estatales y municipales).

La estimación de recurso para ambos fondos en el año anterior era de 2 mil 400 millones de pesos, cifra que representa 28 por ciento de total de presupuesto de Conacyt: (6 puntos porcentuales más de lo que representaba en el 2003). Probablemente en los siguientes años la pro porción será mayor y jugar ,un papel decisivo en la orientación del sistema cientí­fico y tecnológico.

Cabe advertir que no toda las modificaciones normativas estaban previstas con anterioridad , pero sí­ se encaminan en mismo sentido. Esta administración planteó la instalación del Consejo General de Investigación, creación de un ramo de gasto cientí­fico, la modificación a la Ley del Impuesto Sobre la Renta para los incentivo fiscales -aunque en la ley anterior se planteó la inversión del sector privado a través de incentivos fiscales artí­culo 4 fracción 7-, la normatividad de Conacyt en consonancia con la nueva legislación de la materia, así­ como la adición legal de los legisladores que obliga a destinar como gasto cientí­fico el uno por ciento del PIB.

Ya nos ocuparemos de los restantes iniciativas y el detalle de las cifras.

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