El financiamiento para ciencia, en picada desde 1998

La Jornada
21 de diciembre de 2006
José Galán

El financiamiento para ciencia y tecnologí­a por parte del Estado ha venido en picada desde 1998, cuando la aportación federal para el sector alcanzó su punto más alto, con 0.48 por ciento del producto interno bruto (PIB). Desde entonces ha venido a la baja, mientras el paí­s ha adquirido del exterior tecnologí­a por cerca de 400 mil millones de pesos.

En la forma en que se presentó el proyecto de presupuesto 2007 para ciencia y tecnologí­a la situación no sólo no mejorará, sino que inclusive provocará un estancamiento que alejará cada vez más la posibilidad de alcanzar, por ley, la meta de uno por ciento del PIB en financiamiento para estas ramas del conocimiento y de su aplicación tecnológica.

De hecho, en 2000 el gasto en ciencia y tecnologí­a se ubicó en 0.42 por ciento del PIB. Para 2006, la relación bajó a 0.36, misma que se mantendrá, bajo criterios financieros conservadores, en el mismo porcentaje en 2007, a pesar de que, como insisten integrantes de la comunidad cientí­fica, los recursos para ese sector son, más que un gasto, una inversión a mediano y largo plazos.

Alberto Ruiz Treviño, director de Investigación de la Universidad Iberoamericana, afirma que la producción de artí­culos ­uno de los indicadores del desempeño de la ciencia y la tecnologí­a­ está fuera de base de dos a siete años respecto del PIB: «esa producción está fuera de base respecto del tiempo en que se hizo la inversión, y que pudo haber sido también de dos a cinco años, dependiendo de la calidad y grado de contribución de los artí­culos cientí­ficos», afirma en el documento «Los frutos de la investigación: ¿se pueden ver y medir?»

Subrayó entonces que el periodo global entre la inversión y los beneficios puede ser tan corto como dos años o tan largo como más de 10. «Y es este último punto el que los actores polí­ticos no quieren ver, ya que su interés está centrado en respuestas inmediatas para poder salir cargados en hombros al final de su periodo».

Decisiones polí­ticas sin sustento

El principal problema de la ciencia en el mundo es que depende de personas que toman decisiones polí­ticas que se basan en la ignorancia y no en el conocimiento, afirmaron tres premios Nobel y un Prí­ncipe de Asturias, reunidos hace un año en la Academia Mexicana de Ciencias, quienes apuntaron que, en el caso de México, hay ciencia del más alto nivel, pero no la suficiente porque, de manera clara, el gobierno no ha otorgado recursos para apoyar los trabajos de investigación.

Los premios Nobel de quí­mica, Harold Kroto (1996) y Paul Crutzen (1995); y de medicina (1977), Andrew Schally, junto con el mexicano Ricardo Miledi, premio Prí­ncipe de Asturias 1999 por su trabajo en neurociencias, señalaron entonces que la vida y el desarrollo dependen de la ciencia, cuyo impulso requiere de fondos crecientes y sostenidos, pero que, al no tener los polí­ticos preparación cientí­fica, adoptan decisiones sin saber la situación de la comunidad cientí­fica o el desarrollo alcanzado por investigaciones de largo plazo, situación que debe modificarse.

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