Cambio de Michoacán
19 de mayo de 2009
Editorial
Recién acabamos de entrar en una aparente normalidad tras el brote de influencia que sufrimos y ya empiezan a verse las consecuencias de prestarle tan poca atención a la investigación científica. Si en cuestiones de atención a la salud nuestro país podría pasar por una nación de media tabla, en cuanto a la investigación en ese rubro es indudable que estamos muy por debajo.
Rosaura Ruiz, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, lo dice de una manera tajante: México sufre una dependencia científica alarmante respecto al extranjero. “Necesitamos que otros digan qué virus nos ataca y nos den los medicamentos para curarnos”, advierte sin el menor asomo de ironía.
¿Y de qué estamos hablando, en cuanto a la inversión? En este año, México destinará el 6.6 por ciento del PIB al rubro salud, del cual 0.6 por ciento será para la ciencia. México es, de acuerdo a las cifras, el país miembro de la OCDE que menos gasto le destina a ese sector. Un país mucho más pequeño, como Suecia, le destina el cuatro por ciento. Lo recomendado es 2.26 por ciento.
Como se ve, hay un desprecio manifiesto a invertir en investigación científica en nuestro país, lo que se traduce en dependencia, como dice la investigadora, pero también en que una infección controlable se nos salga de control y paralice el país.
¿Y qué dicen nuestros legisladores, los que se encargan de distribuir los presupuestos?
Héctor Ramírez Barba, presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados Federal, dijo que debido a la insuficiencia de recursos fiscales, en los últimos años la Cámara eligió apoyar la inversión en hospitales, médicos y medicinas, y como efecto de ello tuvo menos recursos disponibles a la investigación epidemiológica.
“Había que tomar la decisión de atender sobre aspectos que marcan la diferencia entre la vida y la muerte de los pacientes o un programa para enfrentar a una hipotética pandemia”, dijo el legislador.
El diputado de extracción panista reconoció, sin embargo, que se han dado importantes recursos en materia de salud, aunque se ha descuidado lo concerniente a ciencia y tecnología.
La pregunta es: ¿Por qué esto ha sido necesariamente así?, ¿por qué los diputados tienen que optar obligadamente por un rubro en detrimento de otro? En México hay suficientes médicos y hospitales para atender emergencias como la de la influenza, pero no hay infraestructura para analizar el virus. Ahí está la paradoja. Lo curioso es que no invertir en ciencia le sale muy caro al país, pues se tiene que comprar en el extranjero, a precios exorbitantes, lo que tenemos aquí.
Ojalá nuestra clase política tenga más altura de miras y priorice la inversión en la investigación científica. No es posible descuidar algo tan importante como es la salud de la nación.