Escuela de Cultura Popular, A.C.
29 de septiembre de 2009
Escuela de Cultura Popular de la OPC-Cleta
Estudiantes de Posgrado Protestan Contra la Reducción de Becas de Investigación
El pasado miércoles 23 de septiembre estudiantes becarios de posgrado marcharon hacia las oficinas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en protesta por la imposición de cuatro tabuladores que distribuyen el presupuesto según distintos niveles de “calidad” que este organismo impone. Con esta medida se reduce el monto de las becas para posgrados en desarrollo y de reciente creación
Actualmente existen 26 mil becarios en más de mil programas de posgrado a lo largo de las universidades del país. Los estudiantes de posgrados que reciben estas becas son obligados a asumir “tiempo completo” en los trabajos que implican sus investigaciones, por lo que una reducción de becas en realidad es una reducción de “salarios” por el mismo trabajo realizado.
Cabe recordar que el rezago educativo en México va de la mano del rezago en investigación científica: México tiene apenas 170 mil estudiantes inscritos en posgrado y se gradúan 2 mil doctores al año (según datos de la Academia Mexicana de Ciencias); mientras que Brasil forma 12 mil doctores al año, España 9 mil , Alemania 24 mil y Estados Unidos casi 50 mil .
Los estudios de posgrados (maestrías y doctorados) deberían ser los responsables de la generación de nuevos conocimientos y tecnologías que resuelvan los principales problemas económicos, políticos y culturales de nuestra nación. Por ejemplo, para crear nuevas refinerías, generar tecnologías propias de comunicación o crear nuestras propias vacunas contra la influenza.
Sin embargo, en el gobierno de Calderón y de Vicente Fox, CONACYT ha seguido impulsando una política neoliberal que pone a la educación como una fábrica de técnicos que respondan a las necesidades de las empresas transnacionales y no a las necesidades del pueblo mexicano. Prueba de esto es que mientras se reducen las becas para posgrados nuevos, CONACYT destina más de 2 mil millones de pesos a empresas como Volkswagen (36 millones de pesos), Kimberly Clark (26 mdp) y Monsanto (18 mdp) como parte de de un supuesto programa de apoyo a la investigación científica y tecnológica.
El término “tecnocracia” define esta situación, ya que indica que el poder político de un país comienza a tomarse por una cúpula de técnicos de producción, bajo la idea de que los más aptos para “gobernar” son quienes pueden dirigir la sociedad, como si se tratara de un proceso industrial empresarial. Actualmente para que un posgrado pueda ofrecer mejores becas a sus estudiantes debe cumplir con lineamientos tecnócratas. Es por esto que con el nuevo tabulador los “mejores posgrados” recibirán más dinero, siempre y cuando respondan a los criterios transnacionales de acumular ganancias o quedarse calladitos y alcahuetes de las contradicciones sociales.
El resultado de esto, es que no sólo habrá menos investigadores, sino que cada vez habrá menos posibilidades de innovar en investigaciones críticas y propuestas de transformación social que rompan con la abismal desigualdad educativa, política y económica en que nos encontramos.
Es un hecho inusual que hoy salgan los estudiantes de posgrado a las calles, ya que gran parte de ellos se asumen con indiferencia, como simples trabajadores de una empresa científica que produce publicaciones y re “conocimientos” obsoletos.
Quizás sea por esto que en la marcha y las asambleas de estos estudiantes comienzan a nacer voces que reconocen que el privilegio de recibir una beca para estudiar un posgrado, debe ir de la mano de la responsabilidad para defender un pensamiento crítico y transformador. Asumir esta responsabilidad implicará para muchos de ellos enfrentarse contra grupos e instituciones académicas vendidos al poder estatal, o mediatizados por una falsa e hipócrita neutralidad política que mantiene inmovilizados a generaciones enteras de nuevos investigadores y científicos.
Los estudiantes de posgrado de las ciencias, las humanísticas, y las ingenierías pueden contribuir con sus trabajos “becados”, a las exigencias históricas de un país con millones de pobres, desempleados y contra un gobierno neoliberal que desdeña toda humanística, toda filosofía y toda crítica. Esperemos que estos avances organizativos sean un primer paso.