El Universal
19 de mayo de 2009
Nurit Martínez
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En materia de salud se ha actuado al revés de lo que quisiéramos
En materia de ciencia, México requiere “no sólo más fondos sino hacerlo bien”, aseguró el Premio Nobel mexicano Mario Molina, quien señaló que la presencia del virus de influenza permitió hacer un balance de la investigación que se realiza en el país, así como la falta de laboratorios avanzados que permitieran no sólo identificar el genoma del virus, sino incluso preverlo.
Las autoridades deberían analizar y reflexionar las decisiones que se han tomado en el apoyo a la ciencia, como en el caso del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en el que se pretende desaparecer el área de investigación médica-clínica, señala René Drucker Colín, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Sería unos de los tantos errores, cuando lo que se requiere es todo lo contrario, ampliar la capacidad presupuestal en el sistema científico para enfrentar contingencias”.
Drucker dice que la contingencia mostró con intensidad que las políticas científicas son las más equivocadas de siempre. “Sólo hasta que ocurrió la contingencia se compraron los 10 equipos para realizar las pruebas para la detección del virus, mi preguntas es ¿porqué no se compraron antes?”.
Señala que en el sistema científico y de investigación en la salud se ha actuado “al revés de lo que quisiéramos. Ya vimos que invertir en ciencia cuesta mucho, pero cuesta mucho más no hacerlo, porque incluso hay pérdidas humanas”.
Consultados por separado, el químico Mario Molina, ganador del Nobel en 1995, asegura que lo que México aprendió con el virus es que “si se localiza a tiempo y lo podemos tratar, sí se puede controlar, pero si esto sucede en un país muy pobre con mucha gente, que no tiene acceso al agua o salud pública, es evidente que este tipo de cosas se pueden multiplicar”.
“Lo vimos también, que somos país pobre en donde la gente no tiene acceso a servicios de salud, pero también que si hubiéramos tenido laboratorios muy avanzados se podría haber identificado el genoma del virus, por eso lo tuvimos que mandar a fuera del país”.
Por su parte, Octavio Paredes López, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y Premio Nacional de Ciencias y Artes (1991) aseguró que la presencia del virus de influenza en México “desnudó” la falta de apoyo gubernamental a la ciencia y la carencia de una política pública que permita a nuestro país desarrollar los elementos necesarios no sólo para enfrentarse a los retos del siglo XXI sino para afrontar contingencias como la que ocasionó este virus.
“Lastima el corazón este espectáculo que vivimos y que acabamos de dar ante la comunidad internacional”, señala Paredes López.
Lo más sorprendente, dice luego de que México tuviera que recurrir a los laboratorios de Estados Unidos y Canadá para conocer que un nuevo virus estaba afectando a la población, es que a pesar de que en los centros de investigación, institutos y universidades del país se cuenta con los expertos que han contribuido a desarrollar otro tipo de vacunas en el mundo y se cuenta con infraestructura para hacer secuencias genómicas, en el momento de decisión las autoridades no recurrieron a éstas instituciones.
“No sabemos si fue por desdén, ignorancia o falta de confianza, lo más importante es que nunca incorporaron a un grupo de científicos mexicanos para determinar y hacer las identificaciones de los casos”.