Ciencia y filosofía

El Universal
19 de octubre de 2009
Rosaura Ruiz y Ricardo Noguera

Los beneficios de la ciencia están a nuestro alrededor, como por ejemplo, leer esta nota en un espacio digital, la producción de medicamentos, rapidez en las telecomunicaciones, etc., pero al mismo tiempo, el uso del conocimiento científico-tecnológico nos ha puesto en situaciones que antes que mejorar nuestra vida o la del planeta, van en contra de ellas, como la creciente contaminación o el acelerado ritmo de la utilización de los recursos naturales. Estas y otras contrariedades han llevado que dentro y fuera de la práctica científica y tecnológica se generen debates sobre el uso de algunos conocimientos particulares, como por ejemplo cuando hablamos de investigaciones sobre células troncales o semillas transgénicas, o cuando vemos que hay un escaso desarrollo en tecnologías de baja contaminación; o algo que es mucho más grave, cuando vemos que a pesar de los avances en la ciencia y la tecnología, en el contexto de países como el nuestro, existe una gran brecha tecnológica (que los beneficios científicos-tecnológicos sean sólo para una porción muy pequeña de la población).

La existencia de estos dilemas y muchos otros nos obliga a reflexionar sobre los usos, alcances y límites del conocimiento científico. Prescindimos del desarrollo científico tecnológico, pero su aplicación en algunos contextos puede generar problemas.

Consientes de los dilemas y ante la necesidad de construir reflexiones críticas en torno a la práctica científica-tecnológica, incluida la práctica de la tecnociencia (práctica de investigación en las que se combina de manera inseparable la ciencia y la tecnología), se ha realizado la semana pasada el coloquio internacional Ciencia y Filosofía: un debate inconcluso en la modernidad organizado por la Facultad de Ciencias, la Academia Mexicana de Ciencias y el Seminario de la Modernidad de la UNAM. El encuentro fue realizado entre otros objetivos para reflexionar sobre la importancia de mantener un diálogo continuo entre ciencia y filosofía, un diálogo que nos permita comprender cuál es el papel de la ciencia y la tecnología en un contexto como nuestro país en los umbrales del siglo XXI, cuáles son sus compromisos políticos, sociales y/o empresariales, reflexionar sobre qué y cómo investigar, quiénes deben estar involucrado en los límites del uso del conocimiento y porqué debe ponerse algunos límites, esas y otras cuestiones fueron parte de las reflexiones que se dieron en dos días de debates sobre ciencia, tecnología y filosofía.

En el contexto de estos debates vemos que no sólo es importante la ciencia y la tecnología, también es importante el quehacer filosófico y humanista en el desarrollo de nuestro país. Esto significa que no sólo se deben destinar recursos a las áreas que generan conocimientos visiblemente prácticos, sino también a actividades que son capaces de generar formulaciones conceptuales y reflexiones críticas y autocriticas en nuestras prácticas científicas.

El conocimiento científico necesita de un diálogo dinámico con las humanidades, en la medida que haya una retroalimentación continua entre ciencia, tecnología y filosofía, habrá reflexiones fructíferas. Las humanidades como la filosofía pueden aportan un marco teórico incluyente bajo el cual, la ciencia se pueda desarrollar con una visión humanista, que ante todo sea una práctica incluyente, pero sobre todo consecuente con la dignidad humana y con respeto a nuestro ambiente natural.


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