Ciencia y censura foxista

Argenpress (agencia de Argentina)
01 de junio de 2005
Eduardo Ibarra Aguirre

Opinión

México.- ¿Sabe usted que México ocupa el último lugar en inversión en ciencia y tecnologí­a entre los 30 paí­ses de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico?

¿Está enterado usted que de las 60 economí­as más importantes del mundo estamos en el lugar 56 en competitividad cientí­fica y tecnológica?

Por sostener estas tesis que no son más que sí­ntesis de crudas e inocultables realidades, ‘un funcionario de cuarto nivel del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a’, burdamente intentó censurar el discurso que Octavio Paredes, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, envió al burócrata mayor del Conacyt, Jaime Parada.

Informa Paredes que habló con Parada porque los subordinados de éste le hicieron llegar, ví­a electrónica, el texto de su discurso ‘corregido y aumentado’, al gusto, se entiende, del jefe del Concayt y del habitante principal del México mutado en Foxilandia por obra y gracia de la propaganda y las lucrativas alianzas para el duopolio televisivo y el oligopolio radiofónico.

La oportuna denuncia periodí­stica de Karina Avilés puso en relieve que la censura rebasaba las atribuciones de Parada y su ‘funcionario de cuarto nivel’, pues a la ceremonia de entrega de los premios de Investigación 2003 y 2004, en Los Pinos, el lunes 23, los medios de comunicación fueron convocados a último momento. Es decir, la censura era a fondo.

El reculamiento de Rubén Aguilar Valenzuela -‘Está invitada la fuente, aquí­ tengo lo que vale: la agenda, no los dichos’, y de su jefe Vicente Fox Quesada, no disminuye la gravedad de su intolerancia. Como ya es cotidiana en la autodenominada pareja presidencial que considera que los medios ‘no reflejan la realidad’.

Fue el mismo dí­a que Fox responsabilizó a los diputados y senadores del PRD y del PRI de la violencia criminal que se apodera de ciudades enteras. Y una hora más tarde, ante la comunidad del Instituto Politécnico Nacional, convocó a los partidos a ‘pasar de la estridencia a la prudencia, de la cerrazón a la razón, de la protesta a la propuesta’. Un giro (clí­nico) de 180 grados.

Y sólo porque Octavio Paredes recordó lo que es público: 29 mil millones de pesos se destinan a ciencia y tecnologí­a, 0.38 por ciento del producto interno bruto, mientras se usan fabulosas partidas para rescates bancarios, carreteros y azucareros. El presupuesto va a la baja y buena parte de él ‘son cifras infladas’ que nuestros cientí­ficos nunca ven ni reciben para impulsar sus proyectos, mientras empresas trasnacionales son beneficiadas en forma privilegiada.

La ley en la materia ‘más bien parece de fomento industrial’ -dice la astrónoma Margarita Rosado–, para las empresas de amigos y socios polí­ticos y mercantiles del foxismo.

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