Milenio Diario
13 de diciembre de 2007
Horacio Salazar
hsalazar@milenio.com
Aunque mi tarjeta de presentación dice “Editor”, porque tal es mi función en MILENIO Diario, yo me considero miembro de una comunidad particular: la de los divulgadores de la ciencia, una variedad de Homo sapiens sapiens que se caracteriza por un optimismo irrefrenable y por su convencimiento de que para salir del atraso, el conocimiento es mejor arma que la violencia, la frivolidad o el cinismo.
Y es en calidad de tal, de divulgador de la ciencia, que participo en ese esfuerzo continuo de traducir a un lenguaje cotidiano las promesas de la investigación científica.
Es también como divulgador que en estos días me he sentido doblemente contento, pues acaban de celebrarse dos importantes hitos de la divulgación científica made in Mexico.
Primero, el 5 de diciembre la Academia Mexicana de Ciencias festejó 25 años ininterrumpidos de producir los Domingos en la Ciencia, que buscan llevar sobre todo a niños y jóvenes la fascinación por los frutos del intelecto.
Se dice fácil, pero 25 años es toda una vida, y a lo largo de cada uno de estos domingos, numerosos científicos en activo se han afanado por exponer de manera sencilla y comprensible cómo hacen para interrogar a la naturaleza en busca de sus secretos. En total, los investigadores han impartido más de 5 mil 800 conferencias.
Y este miércoles, que una gran mayoría de los mexicanos destinó a celebrar a la Virgen de Guadalupe, la divulgación nacional celebró los 15 años de operación de Universum, el museo de ciencias más grande de América Latina, que en su vida ha recibido más de 8.5 millones de visitantes.
Si los Domingos en la Ciencia han implicado un esfuerzo considerable en sus 25 años de vida, la operación de Universum ha sido algo todavía más complejo: estamos hablando, por ejemplo, de que en esos tres lustros se han realizado 150 mil talleres.
La celebración se aprovechó en este caso para poner en marcha el llamado Planetario Didáctico, bautizado con el nombre de su diseñador, el ingeniero José de la Herrán, sin duda uno de los comunicadores de la ciencia más respetados y queridos del país.
La divulgación de las ciencias está de fiesta, pues. Vaya desde este rincón un aplauso al trabajo institucional de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Dirección General de Comunicación de la Ciencia de la UNAM y de todos los que han hecho posibles estos esfuerzos formidables. ¡Enhorabuena!