La Crónica de Hoy
12 de noviembre de 2009
Redacción
Ante las legislaciones antiabortistas aprobadas recientemente en 17 estados de la república, que no sólo atentan contra los derechos humanos de las mujeres, sino que además limitan la investigación con células madre embrionarias, es urgente que las instituciones públicas de investigación promuevan amparos y acciones de inconstitucionalidad que frenen las negativas consecuencias de esas leyes.
Así lo señalaron Rosaura Ruiz Gutiérrez, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), y Diego Valadés Ríos, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM e integrante de este organismo, durante la presentación del libro Constitucionalidad de la ley sobre el aborto en la ciudad de México, editado por el Grupo de Información en Reproducción Elegida.
”La tendencia que se observa en varios estados de la república, que busca modificar la Constitución para restringir el derecho de las mujeres a la interrupción del embarazo, es muestra de que en el país estamos viviendo una nueva vertiente sectaria, que resulta muy peligrosa en un tema muy explosivo como es el aborto”, afirmó Diego Valadés.
Sugirió además consolidar en la ciudad de México una red de clínicas que, en solidaridad con las mujeres habitantes de otros estados, les proporcionen el servicio de interrupción del embarazo que les es negado en sus lugares de origen.
SUSTENTO CIENTÍFICO. Por su parte, la presidenta de la AMC dijo que en las 12 primeras semanas del embarazo, como parte normal de un proceso de selección natural, se registra un índice de abortos naturales que van del 20 al 50 por ciento, por los cuales “nadie criminaliza a la naturaleza.
”Biológica y científicamente, resulta imposible considerar al blastocisto o a la masa celular embrionaria como una persona, ya que el blastocisto no implantado en la pared del útero no tiene absolutamente ninguna posibilidad de desarrollarse”, expuso.
Por ello, afirmó que los argumentos que se esgrimen en contra de la ley que permite la interrupción del embarazo son resultado de creencias, ideologías, dogmas e intereses particulares, no fundados en certezas científicas ni en principios éticos.