La Jornada
28 de marzo de 2007
Gabriel León Zaragoza
Necesario, que las discusiones se traduzcan en definición presupuestal: Mario Molina
Investigadores mexicanos se pronunciaron por una política de Estado que vincule la educación elemental con la investigación
Si no se toman medidas habrá severas consecuencias, advirtieron
Encabezados por Mario Molina, ganador del premio Nobel de Química en 1995, científicos mexicanos se pronunciaron por instrumentar en el país una política de Estado que impulse desde el nivel básico educativo la investigación y el acercamiento de los niños a la ciencia y la tecnología.
Lamentaron que pese a los cambios de administración no se haya logrado convencer a los funcionarios de la prioridad de impulsar la ciencia nacional.
El presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, Juan Pablo Laclette, y Pablo Rudomín, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), coincidieron en señalar que es prioritario enfrentar la falta de impulso al desarrollo científico, porque de lo contrario en los próximos 20 años «sufriremos severamente las consecuencias» de la desatención institucional, «como ahora empezamos a vivirlas».
Consideraron que es el momento en que México debe empezar a funcionar, lo que en su tiempo hicieron naciones como China y Japón, que gracias a ello están invirtiendo en ciencia y cuyos resultados internacionales están a la vista de todos.
Rudomín Zevnovaty, investigador del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias del Cinvestav, lamentó que «con todas las buenas intenciones que se tiene, a través de los años no hemos podido convencer a los funcionarios de que se trata de una función prioritaria. Y por eso se ha pensado erróneamente que nada más le toca a la comunidad científica, y eso no es cierto. Es un problema social que toca a todos los niveles».
El también galardonado con el Príncipe de Asturias manifestó su deseo de que los niños se conviertan en la base del desarrollo en el país, pues «vivimos una situación de emergencia y si no lo emprendemos ahora en unos años será demasiado tarde». No es casualidad, agregó, que países desarrollados estén enfocando sus políticas de crecimiento desde sus academias.
Se forman adultos críticos
En la primera reunión preparatoria de la cuarta Conferencia Internacional de Ciencia y Bienestar: del asombro a la ciudadanía, que tendrá lugar en noviembre en Monterrey, Nuevo León, se destacaron los avances del programa para el crecimiento y la implementación de los Sistemas de Enseñanza Vivencial e Indagatoria de la Ciencia en México, signado por Innovación en la Enseñanza de la Ciencia AC y las representaciones educativas de seis gobiernos estatales.
En ese esquema se presentan nuevas propuestas de enseñanza a los niños de nivel básico, quienes aprenden de manera adictiva y no pasiva, ni simplemente sentándose frente a un maestro y memorizando hechos de la ciencia. Así, según se informó, se forman adultos responsables, creativos, críticos y capaces de resolver problemas.
Sobre el impulso de este tipo de programas en el país, Mario Molina señaló que se está promoviendo la educación en ciencia y tecnología en un México «que todavía no toma la decisión verdadera de invertir con seriedad en el desarrollo» de esas áreas.
Se trata de un problema, consideró, que no se puede soslayar: «se ha venido hablando de la necesidad de establecer una política de Estado que conduzca el desarrollo científico y tecnológico del país. Ya no hay mucho que agregar alrededor de la necesidad de una política de Estado en ciencia y tecnología, pero, mientras esta discusión no aterrice en la definición presupuestal, creo que no vamos a pasar del plano de los buenos deseos».