Tres futuros para la ciencia en México

Milenio
16 de febero de 2006
Lydiette Carrrión

En un entorno de descuido oficial y de presupuestos reducidos, será la ciudadaní­a la que determine si el sector sobrevivirá.

Para el doctor Ruy Pérez Tamayo, Premio Nacional de Ciencias, la investigación y la ciencia en México tienen frente a sí­ tres escenarios de futuro: uno pesimista, guiado por el mercado; uno optimista, en el que el gobierno impulsarí­a el desarrollo cientí­fico; y uno ¡real!, movido por la sociedad civil.

Al presentar su conferencia ¡La ciencia en México: hoy y mañana!, el doctor Pérez Tamayo advirtió que tocará a la sociedad civil impulsar el quehacer cientí­fico, como lo ha hecho hasta ahora, pues las prioridades del gobierno están en otro lado.

El cientí­fico mexicano habló dentro de la reunión ¡Perspectivas cientí­ficas y tecnológicas en México a partir de sus jóvenes investigadores! que organizaron en la Universidad de Guadalajara la propia institución y la Academia Mexicana de Ciencias.

En la reunión estuvieron presentes, entre otros, el senador Enrique Jackson, el diputado Salvador Martí­nez Della Rocca y el rector de la UdeG, José Trinidad Padilla.

No asistieron, aunque sí­ se les invitó, dos diputados miembros de la Comisión de Ciencia y Tecnologí­a: el priista Julio César Córdova, que preside la comisión, y los panistas Eloí­sa Talavera y Juan Molinar.

El doctor Pérez Tamayo, miembro de El Colegio Nacional, patólogo y desde hace décadas promotor incansable de la ciencia mexicana, advirtió que mientras las universidades privadas no investiguen, no podrán formar investigadores. Dijo que en México, hasta la fecha, la investigación básica la realizan únicamente las universidades ppúblicas.

En la primera parte de su exposición, describió la triste situación que vive la ciencia mexicana, carente de masa crí­tica y del apoyo económico necesario para impulsar la competitividad del paí­s. En la segunda parte describió lo que dijo son tres escenarios posibles del futuro de la ciencia y tecnologí­a mexicanas.

El primer escenario, el pesimista, estarí­a marcado por un abandono total, por parte del gobierno federal, del quehacer cientí­fico; en este ambiente se multiplicarí­an las universidades privadas, que no hacen investigación y, como el propio gobierno, tienen otras prioridades.

También se harí­an más marcadas las diferencias de clase en el paí­s, polarizándose en pocos ricos mucho más ricos y una enorme masa de pobres muy pobres.

En opinión de Pérez Tamayo, otra consecuencia de este abandono serí­a el fortalecimiento de sectores del Estado ligados a la Iglesia y a grupos sumamente conservadores. Todo lo anterior conducirí­a al resurgimiento de problemas que se suponen superados en el paí­s.

En un escenario optimista, en el que el gobierno asumiera plenamente la responsabilidad que le toca respecto a la ciencia y la tecnologí­a, no sólo recibirí­a este sector más recursos de hecho (y no sólo de derecho), sino que también se robustecerí­a la educación, para capitalizar el llamado ¡bono demográfico!.

El investigador de la UNAM explicó que actualmente la parte más gruesa de nuestra pirámide poblacional por edades se encuentra en el rango de los 14 a los 20. ¡Dentro de años, esos jóvenes habrán ingresado por completo a la vida productiva!. De lo que se trata es de que estén lo más preparados posibles.

Un escenario así­ es un cuento de hadas, advirtió. Para impulsar de forma expedita y decidida el desarrollo cientí­fico a esa velocidad, la mayorí­a de los cambios positivos deberí­an venir del gobierno, algo ¡casi imposible!. Pérez Tamayo, autor del libro Historia general de la ciencia en México en el siglo XX, dijo que sólo en dos momentos hubo ese grado de impulso: en el porfiriato y en el sexenio de Carlos Salinas, de 1988 a 1994.

En tercer término estarí­a el escenario realista, en el que la iniciativa no provendrí­a del gobierno sino de la sociedad.

¡Necesitaremos una participación más activa de la AMC y de la sociedad civil. Este sector ha ganado peso social y polí­tico, y tendrá todaví­a más!, aseguró. ¡La ciencia se ha desarrollado a pesar y en contra del gobierno en los últimos 50 años y continuará haciéndolo a pesar del abandono y las crisis económicas!.

Habla el próximo lí­der de la AMC

Juan Pedro Laclette, vicepresidente de la Academia Mexicana de Ciencias y quien será nombrado presidente de la AMC en mayo, marcó por primera vez en público las lí­neas de su próxima administración.

Durante la clausura de la reunión, Laclette dijo que durante su administración la AMC cobrará sus asesorí­as en casos concretos o particulares, algo que debí­a haberse hecho ¡desde hace tiempo!, pues siempre ha sufrido para obtener presupuesto.

También añadió que su trabajo estará muy enfocado a aplicar la ciencia para resolver problemas concretos. Otro aspecto que impulsará será la protección ví­a patentes y la instalación de los instrumentos necesarios para usar con eficiencia y d emodo sistemático los recursos.

Laclette añadió que México debe transformar su modo de trabajar, muy individualista, por un esquema que fomente la colaboración interdisciplinaria y las redes.

El actual presidente de la AMC, Octavio Paredes López, dijo que los cientí­ficos tienen la capacidad de administrar e impulsar proyectos de investigación que permitan resolver los problemas de México.

Urge cambiar al CONACYT

Los casi 50 jóvenes investigadores de todo el paí­s que asistieron a la reunión coincidieron en la necesidad de reestructurar el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a para que tenga autonomí­a, pueda establecer una polí­tica de Estado verdaderamente transexenal y sobre todo para que impulse el desarrollo cientí­fico de México orientado a resolver los principales problemas que aquejan a la nación. También coincidieron en que es necesario repensar el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y promover una participación más activa de los cientí­ficos en la solución de los principales problemas nacionales. En el segundo y último dí­a de actividades de la reunión se discutió la necesidad de formar nuevas generaciones de cientí­ficos con planes de estudio más integrales, en los que se se vinculen las ciencias naturales y exactas con las sociales y humanidades.

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