A Ciencia cierta
7 de junio de 2005
Atocha Aliseda*
Hoy en día ya no estamos en las épocas en las que los científicos sabían de todo y además eran pioneros en varios temas de investigación. Ahora contamos con conocimiento mucho más especializado, organizado por disciplinas, pero nos enfrentamos a problemas más complejos. Para resolverlos necesitamos echar mano de diversas disciplinas y, con frecuencia, las soluciones se construyen tendiendo puentes entre disciplinas o en espacios de reflexión en la convergencia de varias de ellas.
Para mostrar la relevancia actual del trabajo interdisciplinario, me referiré brevemente a dos grandes temas de esta índole: la cognición y la genómica.
Primero, el estudio de la mente y el conocimiento, tema exclusivo de la filosofía desde la antigí¼edad hasta el siglo XIX, se ha visto seriamente transformado primero por la profesionalización de la psicología y posteriormente por la invención de las computadoras. Actualmente, el estudio moderno de la cognición requiere de un enfoque que integre disciplinas teóricas y empíricas aparentemente tan lejanas como filosofía, psicología, lingí¼ística, antropología, neurociencias y ciencias de la computación.
Segundo, la técnica médica que permite intervenir en los procesos de iniciación, prolongación e interrupción de la vida nos abre a perspectivas insospechadas para la condición humana. Pero al mismo tiempo, estas nuevas prácticas nos imponen la responsabilidad de revisar los conceptos relativos a dignidad humana, derecho a la vida y derecho a la buena muerte, tanto desde la perspectiva jurídica como la filosófica y la de las ciencias sociales.
El trabajo interdisciplinario, por supuesto, no invalida el trabajo disciplinario. Por el contrario, la relación entre ambos es de dependencia mutua: por una parte, los investigadores interdisciplinarios requieren estar al tanto de los avances en cada una de las disciplinas que intervienen en el problema que los ocupa; por otra, los resultados de investigaciones interdisciplinarias muchas veces apuntan a replantear problemas disciplinarios que ya se consideraban superados.
Sin embargo, aunque en nuestras instituciones académicas se reconoce la investigación interdisciplinaria, y de hecho ya se hacen esfuerzos para su promoción, en la práctica resulta muy difícil llevarla a cabo. ¿Por qué?
Parte de la respuesta radica en la falta de instancias académico-administrativas que financien y evalúen este tipo de investigación. Con frecuencia los proyectos interdisciplinarios no son aprobados porque son evaluados a partir de criterios y paradigmas disciplinarios, los cuales no aprecian su potencial de generar nuevo conocimiento al establecer puentes entre disciplinas y propiciar la colaboración entre expertos de diferentes áreas.
í‰ste es, en mi opinión, uno de los grandes retos de la investigación mexicana para el siglo XXI. Para organizar la investigación en este siglo y beneficiarse de sus resultados, se requiere contar con una política nacional sobre investigación y desarrollo que, entre otros elementos, incorpore estrategias y criterios diseñados para fomentar y evaluar la investigación interdisciplinaria. Sólo en la medida en que podamos enfrentar exitosamente este reto, podremos colocarnos respetablemente como país en el mapa internacional de la investigación científico-humanista del siglo XXI.
*Académica del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y ganadora del Premio de Investigación 2003 en el área de Humanidades otorgado por la Academia Mexicana de Ciencias.