Antimio Cruz
El Universal
Martes 08 de marzo de 2005
Se presentó el cuarto y último volumen de la colección que reúne 67 biografías de personajes ilustres que contribuyeron a forjar el México de hoy
Una combinación extraña de tenacidad, casualidad e ideas para financiar proyectos fundó la ciencia mexicana del siglo XX, coinciden los editores de la colección Ciencia y Tecnología en México en el siglo XX. Biografías de personajes ilustres.
Una casualidad literaria hizo que el presidente Plutarco Elías Calles escuchara un poema y decidiera becar a su autor, un joven que llegó a ser el más importante cardiólogo mexicano del siglo pasado: Ignacio Chávez.
Otra casualidad, pero con tintes trágicos, provocó la caída accidental en Becán, Campeche, que dejó en silla de ruedas a un explorador incansable de ciudades precolombinas: el arqueólogo Román Piña Chán.
Sesenta y siete biografías compiladas a lo largo de cinco años por colegas, familiares y alumnos, presentan esta ruta de precursores.
«México es un país más moderno, justo y culto gracias a los aportes de quienes se encuentran reseñados en estos cuatro volúmenes», explicó Adolfo Martínez Palomo, cordinador del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República, organismo que coeditó la colección.
Después de explicar que tanto el CCC como la Academia Mexicana de Ciencias y el Conacyt se propusieron obtener una perspectiva diferente de la vida de los científicos, Martínez Palomo recuerda que la ciencia de este país se consolidó al combinar la formación con la adopción de talentos.
«No hay que olvidar que muchos de ellos no nacieron aquí, eran españoles, y gracias a su trabajo tenemos un México más culto», resaltó.
Investigadores en activo como Pablo Rudomín, Maricarmen Serra Puche, Ruben Lisker y Jorge Carpizo narran la vida de otros intelectuales como Alfonso García Robles, Premio Nobel de la Paz; Guilermo González Camarena, inventor de la televisión a color, o Heberto Castillo, constructor y político.
Las páginas permiten conocer la afición a la pesca del matemático José Adem; la amistad que hicieron en Nueva York el arquitecto Luis Barragán y el pintor José Clemente Orozco; y la ruta del exilio que cruzó el biólogo Ramón ílvarez-Buylla, antes de afincarse en México.
Octavio Paredes, presidente de la AMC, informó que con la publicación del cuarto volúmen de la colección concluye el esfuero planteado en 1999, y anunció el inicio de otra serie, pero dedicada a los científicos del siglo XX que aún continúan realizando investigación.
«No es sólo una colección de recuerdos; es un homenaje y el recordatorio del compromiso con todos aquellos que nos precedieron y que hicieron posible nuestro quehacer científico», indica Paredes.
El conjunto de personajes reseñados incluye gente que nace entre 1867 y 1920, muchos de los cuales crearon, dirigieron y presidieron instituciones: facultades, institutos, escuelas, y fueron distinguidos y reconocidos investigadores y formadores de estudiantes.
Las biografías incluyen al jurista y abogado Mario de la Cueva, quien desempeñó un papel determinante en la teoría, legislación y jurisprudencia de Latinoamérica; José Vasconcelos, literato, filósofo, abogado de profesión y rector de la UNAM, que conformó la educación nacional que aún nos rige; Antonio Caso, filósofo y rector de la UNAM, que señaló a la democracia como el único proceso capaz de garantizar la realización personal.