Vegetales ya tienen su código de barras genético

La Nación
23 de noviembre de 2009
Stephen Leahy

Los avances en la técnica de los perfiles genéticos pueden emplearse para erradicar el comercio ilegal de madera, regular de modo apropiado la aplicación de hierbas medicinales y mucho más, prometen los científicos

El código de barras del ADN llegó al mundo vegetal, en un nuevo avance que puede revolucionar la medicina natural y el control del tráfico de especies maderables.

Los hallazgos fueron anunciados por científicos reunidos del 10 al 12 de noviembre en la Academia Mexicana de Ciencias.

“Llevó cuatro años, pero la nueva disciplina del código de barras del ADN (ácido desoxirribonucleico) ahora cuenta con el marcador preciso para las plantas”, dijo David Schindel, secretario ejecutivo del Consorcio del Código de Barras de la Vida (CBOL, por sus siglas en inglés).

“Científicos expertos en biodiversidad están usando esta técnica genética para desentrañar misterios, de modo muy similar al que los detectives usan para resolver crímenes policiales”, declaró Schindel desde Ciudad de México, donde CBOL es coanfitrión de la conferencia junto con el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Este trabajo en México y otros lugares es enormemente importante”, señaló Patricia Escalante, directora del Departamento de Zoología del Instituto.

“El código de barras es una herramienta para identificar especies de modo más rápido, más barato y más preciso que los métodos tradicionales”, añadió Escalante.

El ADN contiene todas las instrucciones genéticas para que cualquier organismo se desarrolle. Hace varios años, el Instituto de Biodiversidad de Ontario, Canadá, identificó un fragmento del gen citocromo c oxidasa I como el lugar donde se ubica el código de barras de todas las especies animales, lo que permite a los científicos identificarlas rápida y fácilmente.

Se prevé que en pocos años la tecnología avance al punto de que identificar una especie consista en poco más que tomar una muestra de tejido y usar un escáner de código de barras similar al que se emplea en un comercio, explicó Schindel.

Lento avance

Aunque se han encontrado fragmentos de ADN donde están los códigos de barras de aves e insectos, el avance no era igual o al mismo ritmo con los vegetales, de los que se estima que hay unas 400 mil especies.

Ahora los científicos del CBOL pueden compilar una base de datos de todas las especies de plantas conocidas con sus códigos de barra únicos, para así conformar una biblioteca que sirva como referencia mundial para quien lo requiera.

Múltiples usos

En un futuro próximo, inspectores podrán tomar una pequeña muestra de troncos o madera y determinar si proceden de árboles talados ilegalmente.

Pruebas similares también pueden usarse para verificar si una madera exótica que se está vendiendo a un precio elevado en el mercado legal es realmente lo que dice ser. Esto puede valorizar productos, erradicar el comercio ilegal, o revelar falsificaciones, dijo Schindel.

Lo mismo se aplica a las medicinas elaboradas con hierbas. Las mezclas de preparaciones con hierbas secas y molidas son muy difíciles de identificar sin un código de barras de ADN, agregó.

México tiene alrededor de 800 especies de cactus, algunas de las cuales son muy raras y preciadas por los coleccionistas. Pero no hay ningún mapa de las cadenas de especies y apenas unos pocos expertos en el mundo pueden identificar a las especies individuales.

“Si México no protege a estas especies raras, desaparecerán, pero primero hay que saber dónde están”, dijo Schindel.

Las aplicaciones de los perfiles genéticos parecen infinitas. También en México, científicos españoles anunciaron que habían determinado el código de barras de la sangre hallada en los vientres de 100 mosquitos, para averiguar a qué animales picaban los insectos además de los seres humanos.

Encontraron que los mosquitos habían picado a 18 mamíferos, entre ellos liebres, perdices y mangostas, además de 26 aves. Los resultados son importantes para investigar los vectores de transmisión del paludismo y otras enfermedades.

Investigadores canadienses presentaron nuevos estudios basados en el análisis del material genético de las heces de murciélagos, que revelaron que ocho especies se alimentan de unos 300 tipos de insectos.

Esta aplicación del código de barras del ADN para descubrir las complejas dinámicas de la naturaleza constituye todo un nuevo campo de investigación, que puede tener importantes implicaciones en materia de conservación, dijo Atilano Contreras, del Instituto de Biología de la UNAM.

Para realizar estas investigaciones “no se necesita un sofisticado laboratorio de alta tecnología, y el costo es bastante bajo, de entre 10 y 20 dólares la muestra”, destacó. LN


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