Reforma
19 de junio de 2007
Grupo Reforma
La desertificación y la sequía pueden enfrentarse con conocimiento y tecnología, dice Blanca Jiménez, de la UNAM
Ciudad de México.- La desertificación y la sequía pueden ser enfrentados con conocimiento y tecnología, dijo Blanca Jiménez Cisneros, coordinadora de la Red de Agua de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Durante la celebración del Día Mundial de la Lucha Contra la Desertificación y la Sequía, la ingeniera ambiental señaló que un ejemplo de tecnologías que resuelven problemas son los novedosos sistemas de almacenamiento de agua en las zonas donde hay sequías, baja precipitación pluvial y altas evaporaciones.
Se han desarrollado tecnologías que permiten un almacenamiento subterráneo de agua que afectan en menor medida el medio ambiente y reducen el riesgo por evaporación, explicó Jiménez en un comunicado de la AMC.
De acuerdo con la Comisión Nacional para las Zonas íridas (Conaza), cerca de 100 millones de hectáreas están clasificadas como zonas áridas y semiáridas, esto es, el 54 por ciento del territorio nacional.
Las entidades más afectadas son Baja California, Chihuahua, Coahuila, Zacatecas y Yucatán, básicamente en el norte y el noroeste. El 97 por ciento del País tiene algún grado de desertificación.
El conflicto es que la desertificación y la sequía son el inicio de la pérdida de la capacidad productiva del área rural, que a su vez es el inicio de la pobreza, estrechamente ligada con la migración, explicó Jesús Villanueva Villa, director de Vinculación y Transferencia de Tecnología de la Conaza.
La lucha contra la desertificación y la sequía deben ser principalmente preventivas, pues cada metro de terreno que se desertifica es prácticamente imposible de recuperar, advirtió Enrique Troyo, miembro de la AMC.
Entidades como la Conaza transfieren tecnología a las comunidades más susceptibles de desertificación. Una de las acciones que impulsa es la cosecha de agua de lluvia; para ello se enseña a los habitantes de las comunidades rurales a construir techos cuenca, trampas de agua y aljibes, que son piletas de concreto a cielo abierto que permiten cosechar el agua de lluvia, dijo Jesús Villanueva.
La agricultura en estos lugares puede ser muy exitosa si aprovechan las plantas del desierto, que son resistentes al calor y a la sequía; se puede explotar recursos al mismo tiempo que se protege el suelo de la desertificación, aseguró Enrique Troyo Diéguez, especialista en agricultura de zonas áridas.
Entre las especies aprovechables están la uva, la sábila, el nopal, la jojoba y la pitaya, a las que se les puede dar un valor agregado elaborando vino, conservas o aceites de amplia aceptación en los mercados europeos.