Los acuí­feros bajo tierra, amenazados

El Universal
16 de marzo de 2006
Fernando Guzmán Aguilar

El Instituto de Geofí­sica realiza investigaciones para aprovechar racionalmente y conservar limpia la principal fuente de abastecimiento, que en muchos casos está contaminada o sobreexplotada

Del total de agua potable disponible que hay en nuestro planeta, más de 70% es subterránea. Por lo que se refiere a México, los acuí­feros subterráneos son la principal y, en ocasiones, la única fuente de abastecimiento en dos terceras partes del territorio.

«Aunque es esencial para la economí­a (en el norte ha permitido el desarrollo de una agricultura importante, cuyos productos se exportan a Estados Unidos), no se sabe exactamente cuánta agua subterránea tiene nuestro paí­s», asegura el doctor Luis Ernesto Marí­n Stillman, hidrogeólogo del Instituto de Geofí­sica.

La Comisión Nacional del Agua ha cartografiado 653 acuí­feros subterráneos en territorio nacional, pero sólo 200 han sido estudiados: los del DF, Hermosillo, Sonora; y los de Yucatán y Querétaro. Así­, de más de 400 no se sabe la cantidad que tienen, ni cuál es la calidad.

Lo que sí­ se sabe es que entre 98 y 102 han sido sobreexplotados, sobre todo en las zonas áridas y semiáridas del centro, norte y noroeste del paí­s, donde la extracción (13.9 kilómetros cúbicos al año) es mayor que la recarga (nueve kilómetros cúbicos).

«De esos acuí­feros -asegura Marí­n- se extrae 51% del agua que se consume en México; de este porcentaje, 70% se lo lleva el sector agrí­cola, 22% la población urbana y 6% la industrial.»

Mal manejo

En nuestro paí­s sobra agua, especialmente en el sureste. En Tabasco, por citar un lugar, ocurre cada año la mayor precipitación pluvial, la cual ocasiona, no pocas veces, inundaciones; sin embargo, no la tenemos donde es más necesaria: en el norte, pues allá hay grandes extensiones de desierto y llueve poco.

Esto ha propiciado, además de la sobreexplotación de acuí­feros subterráneos, un mal manejo del agua. Precisamente, el sector que más agua contamina es el agrí­cola, por los fertilizantes que usa; aunque la más grave contaminación antropogénica (originada por el ser humano) es la bacteriológica, asociada principalmente a la falta de tratamiento de aguas residuales.

«En Yucatán, por ejemplo, hay problemas serios de contaminación porque no cuenta con drenaje. Ese estado es como una cubeta grandota de donde sacas agua para tomar y a la cual luego le echas tus desperdicios. Hasta hace algunos años, más de 60% de las muertes de niños menores de cinco años era causada por patógenos transportados por agua subterránea», explica Marí­n.

Pero también hay contaminación por elementos inorgánicos como el arsénico (en la Comarca Lagunera) o el cromo (en suelos y el acuí­fero de León, Guanajuato, como resultado de la producción de artí­culos de piel).

Propuesta aún no escuchada

Si bien el volumen de agua siempre ha sido el mismo, la sobreexplotación de los acuí­feros y la falta de tratamiento de aguas residuales reducen su disponibilidad para consumo humano.

De persistir en México la sobreexplotación y la contaminación de los acuí­feros, será imposible garantizar el desarrollo sustentable basado en el aprovechamiento de agua subterránea.

De ahí­ que para Marí­n sea fundamental saber cuánta hay en el paí­s y qué cantidad se debe reservar para la sustentabilidad del ambiente.

Ahora bien, para eso se requieren hidrogeólogos y México no tiene suficientes: únicamente 30, la tercera parte formados en la Universidad Nacional Autónoma de México (en 1990 habí­a uno solo con doctorado: Marí­n, mientras que en 2003 habí­a más de 10 mil en Estados Unidos).

Una propuesta aún no escuchada es que prestadores sociales de la Facultad de Ingenierí­a, siguiendo el modelo de los estudiantes de medicina en hospitales, laboren en la Comisión Nacional del Agua para generar la información que falta de aguas subterráneas.

Novedoso sistema de monitoreo

Además de formar recursos humanos, Marí­n ha participado en varios estudios en la pení­nsula de Yucatán.

Allí­, con otros investigadores de la UNAM y de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), descubrió, entre otras cosas, que la única expresión superficial del cráter de Chicxulub (abierto por la colisión de un meteorito hace 65 millones de años) es un rí­o subterráneo.

Participó también en un proyecto de exploración en Ox Bel Ha, la cueva llena de agua más larga del mundo (cuenta con más de 134 mil metros de corredor inspeccionados), a cargo del Centro Investigador del Sistema Acuí­fero de Quintana Roo. Dicho proyecto continúa todaví­a.

«Si la cueva de Ox Bel Ha estuviera conectada con los pantanos superficiales de la biosfera de Sian Ka´an (sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), un desarrollo inadecuado, como rellenos sanitarios o gasolineras, pondrí­a estos dos lugares, así­ como el arrecife de barrera mesoamericana, en peligro de contaminarse», advierte el investigador.

Asimismo, con apoyo de empresarios y de los doctores í“scar Escolero, del Instituto de Geologí­a de la UNAM, y Mario Rebolledo, del Centro de Estudios del Agua del Centro de Investigaciones Cientí­ficas de Yucatán, AC, diseñó en el Parque Xel-Ha, de Quintana Roo, un novedoso sistema de monitoreo de aguas subterráneas, para conocer la interacción agua-roca en sistemas kársticos o fracturados.

A diferencia del sistema tradicional, que mide el flujo de aguas arriba a aguas abajo, el de Marí­n permitió detectar que el flujo de agua no es necesariamente perpendicular (del área continental a la costa, como ocurre en Xcaret), sino que podrí­a desviarse (como sucede en Xel-Ha, por su sistema de cavernas), lo cual representarí­a una seria amenaza de contaminación. «Este sistema -apunta Marí­n- está en proceso de validación para otras zonas de la pení­nsula de Yucatán. Yo creo que se podrí­a aplicar igualmente en las islas del Caribe e incluso en el mar Mediterráneo.»

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