Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/001/17
Ciudad de México, 2 de enero de 2017
- En este episodio geológico se registró la desaparición de alrededor de 80 especies de mamíferos y vertebrados.
- La extinción de megafauna en el Pleistoceno tardío no se puede atribuir a una sola causa porque no hay evidencias de ello, sino a un conjunto de variables que llevaron a su desaparición, sostiene el paleontólogo José Rubén Guzmán Gutiérrez.
Foto: Ilustración tomada de la Conabio.
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Hace 10 000 años, cuando los primeros seres humanos comenzaban a poblar el continente americano, se extinguieron diversas especies de megafauna en México como los perezosos, armadillos gigantes, mamuts, mastodontes, gonfoterios, caballos, camellos, osos, berrendos, capibaras, bisontes, felinos y cánidos de los cuales se han hallado fósiles. No existe una razón que explique su desaparición, más bien, los paleontólogos consideran que fue un conjunto de variables las que ocasionaron su muerte.
La megafauna pleistocénica de México estaba compuesta por mamíferos y vertebrados de un peso mayor a 50 kilos. En Norteamérica las extinciones se concentraron en alrededor de 80 especies de los géneros Xenarthra, Dasypodidae, Dasypus, Glyptodontidae, Glyptotherium, Megalonychidae, Megalonyx, Megatheriidae, Eremotherium, Northrotheriops, Mylodontidae, Glassotherium, Pampatheriidae, Holmesina, entre otros.
Cambio climático, enfermedades, impacto de asteroides y llegada de grupos humanos provenientes de Eurasia pudieron haber sido las causas de su desaparición. En especial esta última, de la cual se sabe, además, que seis especies del género Homo se extinguieron, quedando el Homo sapiens como único sobreviviente.
José Rubén Guzmán Gutiérrez, del Museo Regional de Paleontología, en Aguascalientes, se refirió al impacto antropogénico como una de las principales razones. La hipótesis es conocida como “Overkill” o “sobrematanza”, en la que los seres humanos fueron responsables de la extinción de la megafauna del Pleistoceno tardío en el norte de Eurasia y América del Norte y del Sur. Fue propuesta por Paul Martin, de la Universidad de Arizona, en los años sesenta bajo el argumento de que grupos de cazadores-recolectores o paleoindios llegaron por Beringia, un puente de tierra que unió temporalmente a Siberia con Alaska, a Norteamérica hace 11 500 años.
“Las especies nativas no estaban acostumbradas a la presencia del ser humano, por lo tanto no lo vieron como una amenaza; los paleoindios tomaron ventaja de ese hecho y cazaron grandes cantidades de animales con facilidad. Algunos científicos no dan por válida esta hipótesis porque habían animales mucho más pequeños y más fáciles de matar, de los cuales se podía obtener la misma calidad proteica que del mamut, que no se extinguieron”.
Martin, autor de la hipótesis “Overkill”, al ser cuestionado por dicha inconsistencia contestó que el periodo de extinción de la megafauna fue en 1 000 años, un lapso largo de tiempo en el que el ser humano iba causando esas desapariciones gradualmente y que aun cuando el lugar de origen de los homínidos fue en África donde también existía megafauna, esta no se había extinto porque ya había una experiencia de convivencia y las especies crearon mecanismos de comportamiento para defenderse del depredador.
“El problema de esta propuesta es que los sitios de muerte y destazamiento de megafauna hallados, que son el sustento de “sobrematanza”, son muy pocos, lo que pudo haber ocurrido es que dicha megafauna ya se encontraba amenazada por otras razones y que la presencia del ser humano fue el detonador, o que se erosionaron los sitios fósiles con evidencia que pudiese corroborar su hipótesis”, indicó el paleontólogo durante la Reunión General de la Academia Mexicana de Ciencias Ciencia y Humanismo II.
Aunado a que los grupos humanos no tenían una presencia significativa en el continente al principio, en otras partes del mundo también se vivieron episodios de extinción de megafauna, comenzaron en Oceanía y Australia hace 50 000 años, después en Europa, América y África, y hubo especies como los ciervos gigantes del género Megaloceros que sobrevivieron en Siberia occidental hasta hace 6 000 años o los perezosos terrestres del Caribe que subsistieron hasta hace 4 000 años.
Extinción de fauna pleistocénica, otras causas
Una posibilidad de la muerte de esos animales es que coincidió con la Edad de Hielo, que inició hace 110 000 años y terminó hace 10 000. Las glaciaciones y periodos interglaciales pudieron haber afectado la distribución de la vegetación, estaciones de crecimiento y rangos de hábitat de animales y plantas.
Aunado a posibles enfermedades como producto de la migración de especies que venían de Eurasia a América, “cada una podía haber sido portadora de diferentes parásitos, virus y bacterias desconocidas para los organismos nativos. Sin embargo, es poco probable que una sola enfermedad causara la extinción a gran escala”.
Otra razón abordada por el investigador del Centro para la Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de México en Aguascalientes, fue el impacto de meteoritos o explosión de cometas hace casi 13 000 años. Fue una propuesta de R.B. Firestone y colegas en 2007. Ellos lo asociaron a la desaparición de la cultura Clovis, un grupo humano que habitaba al sur de lo que ahora es Estados Unidos.
El impacto pudo haber sido en el lago Laurentida que se encontraba en Canadá y el agua derretida —se señaló— haberse dirigido al Polo Norte. Su grupo encontró evidencias de material extraterrestre de varios tipos: microdiamantes, iridio, tectitas, etcétera, así como hollín y carbón vegetal. No obstante, a últimas fechas se ha desmentido esta propuesta ya que hay investigadores que argumentan que tal vez se contaminó el laboratorio donde se llevaron a cabo los análisis.
En ese sentido, la extinción de megafauna en el Pleistoceno no se puede atribuir a una sola causa porque no hay evidencias de ello, sino a un conjunto de variables que llevaron a su desaparición, indicó Guzmán Gutiérrez en la plenaria que impartió titulada “Extinción de grandes mamíferos en México durante el Pleistoceno”.
Luz Olivia Badillo.