PERMITE LA CARTOGRÁFICA PARTICIPATIVA RESCATAR EL CONOCIMIENTO TERRITORIAL COMUNITARIO

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/057/14
México, D.F., 18 de febrero de 2014

  • El objetivo del proyecto realizado en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí es alentar la participación de los residentes de una comunidad en la identificación y conservación de recursos clave para su sobrevivencia y que este conocimiento pueda ser asimilado bajo un formato científico
El doctor Miguel Aguilar Robledo, coordinador de Ciencias Sociales y Humanidades de la UASLP y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias durante su presentación.
El doctor Miguel Aguilar Robledo, coordinador de Ciencias Sociales y Humanidades de la UASLP y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias durante su presentación.
Foto: Alejandra Monsiváis/AMC.
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¿Quién conoce mejor un territorio que quien lo habita? ¿Es posible incorporar el conocimiento de las comunidades y traducirlo a un lenguaje cartográfico? Estas preguntas tienen un denominador común: La Investigación Cartográfica Participativa, una metodología que permite rescatar el Conocimiento Territorial Comunitario.

El objetivo es alentar la participación de los residentes de una comunidad en la identificación y conservación de recursos clave para su sobrevivencia y que este conocimiento pueda ser asimilado bajo un formato científico, aseguró Miguel Aguilar Robledo, titular de la Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Durante su conferencia El rescate del conocimiento territorial a través de la investigación cartográfica participativa, el geógrafo explicó que esta metodología es un esfuerzo para revitalizar la geografía cultural; y parte de un hecho verificado:

“Que todos los seres humanos tenemos conocimientos espaciales y cartográficos por el simple hecho de vivir en un territorio, aunque con variaciones en el nivel de detalle, precisión, orientación, aspectos que se pueden corregir mediante ciertas técnicas”, dijo.

Explicó que lo fundamental es que la gente oriunda de un lugar elabore los mapas a partir del conocimiento que tienen, “nosotros ponemos la plataforma y facilitamos la comunicación con una breve introducción sobre el lenguaje de los mapas”.

Para el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, es sorprendente que la mayoría de los participantes de los talleres comunitarios puede localizar un punto en un cuadrante, sin importar el grado de escolaridad, sino el conocimiento y la experiencia que tiene sobre el lugar.

Valor estratégico del conocimiento

El Conocimiento Territorial Comunitario, producto de la Investigación Cartográfica Participativa, se define como un conjunto de conocimientos locales, acumulados por varias generaciones, de un lugar o de un pueblo. Se caracteriza por ser intersubjetivo (que ocurre entre dos o más personas), validado colectivamente, heredable, sofisticado, detallado y complejo.

Una línea de estudio de la Investigación Comunitaria Participativa se enfoca en identificar los componentes materiales y simbólicos, partiendo de la idea de que todos los seres humanos podemos distinguir lugares topofóbicos; es decir, aquellos que nos suscitan miedo, o bien las zonas de seguridad.

“Este conocimiento tiene un valor estratégico – aseguró Aguilar Robledo -, porque no solamente permite localizar recursos clave para la sobrevivencia, sino que puede proporcionar ventajas.

“Por ejemplo, para hablar de un tema actual, están los grupos de autodefensa que tienen un conocimiento mucho más sofisticado de las zonas que habitan. O bien, los punteros o halcones, que es un sistema de espionaje que tienen los cárteles y que también utilizan las comunidades de un territorio específico, pero que el Ejército puede difícilmente identificar”.

Por otro lado, continuó es especialista, el empoderamiento que genera esta herramienta es muy visible, ya que permite la asimilación de una metodología que enriquece el conocimiento de la comunidad; también desarrolla mejor las habilidades cartográficas de los habitantes, y permite revalorizar ese Conocimiento Territorial Comunitario para la conservación de muchos otros recursos.

También puede acrecentar el poder de negociación en la interlocución con entidades externas, debido a que las comunidades están en posibilidades de presentar un mapa de este tipo a una instancia oficial y no llevar un croquis hecho a mano, esto cuenta mucho; y por supuesto está esa dimensión que es la revolución tecnológica, que es algo que apenas está en curso.

El Conocimiento Territorial Comunitario es objeto de campos científicos como las etnociencias, entre las que se incluyen: la etnobotánica y la etnobiología. Este conocimiento puede ser extraído por técnicas de las ciencias sociales y naturales y, por supuesto, es asimilable en un formato científico.

Participación comunitaria

A diferencia de la observación participante, en la Investigación Cartográfica Participativa las comunidades se involucran directamente tanto en la investigación como en la generación de conocimiento, la recolección, en el análisis e interpretación de datos, incluso en la selección de los investigadores locales, esto constituye un vínculo de confianza con la comunidad, expuso Miguel Aguilar.

Por ello no se puede aplicar sin el permiso, dijo, sin el consentimiento y sin la participación de las comunidades y los ejidos, es un requisito para poder ejecutarla. Esto lo hemos aplicado principalmente en pueblos indígenas.

Además del empoderamiento de las comunidades, permite también alentar la conservación ambiental y propiciar la incorporación de la visión de los ocupantes del territorio; por lo que se recupera y da continuidad a la tradición cartográfica indígena.

A partir de este conocimiento se va a generar una cartografía indígena generalizada, sobre todo a gran escala, una escala que interesa a las comunidades. Una vez que se va sumando esa cartografía de grandes dimensiones, se pueden ir construyendo mapas, incluso de 1:20000 en términos de convencionalismo cartográfico.

“En las aplicaciones que hemos hecho con la Investigación Cartográfica Participativa, hemos encontrado que más allá de los tipos de pertenencia tradicional, como la propiedad social, privada o pública, hay una gran cantidad de subvariantes intermedias”.

Estos resultados de la aplicación de esta metodología, añadió, se presentaron al Instituto Nacional de Estadística y Geografía a fin de generar un proyecto nacional de cartografía comunitaria.

“Parte de la fortaleza de esta metodología es que utiliza la plataforma tecnológica disponible y genera instrumentos relevantes como planes de ordenamiento, de manejo comunitario. Estos planes pueden reunir otros de gestión ambiental para las propias comunidades”.

Miriam Montserrat Gómez Mancera


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