Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/266/14
México, D.F., 29 de julio de 2014
- Si las entendiéramos a cabalidad, nos daríamos cuenta que tenemos una responsabilidad moral y ética enorme con el contexto natural del que hemos venido para mantener y cuidar el escenario evolutivo del que somos producto y que será hogar de nuestras próximas generaciones, sostuvo
- El doctor José Sarukhán Kermez, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias durante la conferencia impartida en el marco de la exposición Darwin. Apto para todas las especies que se presenta en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.
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Más de siglo y medio, 155 años para ser exactos, han pasado desde que el naturalista inglés Charles Darwin hizo pública la teoría de la evolución por selección natural a través de su libro más importante: El Origen de las Especies. Esto marcó el inicio de la biología moderna, pero, sobre todo, impactó profundamente tanto el pensamiento científico como el pensamiento humano en general. No obstante, desde su existencia, esta teoría ha sido malinterpretada, rechazada y atacada por muchas corrientes, religiosas principalmente.
“Si entendiéramos que somos parte de ese proceso evolutivo que propuso Darwin -agregó José Sarukhán- nos daríamos cuenta que tenemos una responsabilidad moral y ética enorme con el contexto natural del que hemos venido para mantener y cuidar el escenario evolutivo del que somos producto y que será hogar de nuestras próximas generaciones”.
El coordinador de la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad (Conabio) añadió que este concepto no es algo que se enseñe en las escuelas, ni tampoco que alguna religión lo imbuya en sus creyentes, ni tampoco algo que digan los medios o los gobiernos de cualquier país.
José Sarukhán realizó diversas flexiones sobre lo anterior en el marco de la exposición ‘Darwin. Apto para todas las especies’, la cual muestra al público especímenes, artefactos, manuscritos y objetos del renombrado naturalista y que se exhibe en el Antiguo Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México hasta el próximo 21 de septiembre.
Darwin no fue el primer naturalista en proponer la idea de que los seres vivos se transformaban a través del tiempo, pero sí el primero que elaboró una teoría y un mecanismo, la selección natural, que explica de manera congruente el proceso de evolución de las especies.
Esto implicaba, por un lado, que los organismos son producto de una historia evolutiva, y que entre ellos hay relaciones de ancestría-descendencia que se dan a partir de modificaciones de un ancestro en común, señaló Sarukhán. “Las ideas de Darwin sugerían entonces que nosotros no somos la cima de la creación ni de la evolución, sino que somos una especie más de un montón de otras especies que han existido y que actualmente existen. Esto no es fácil de digerir”.
De ahí que deberíamos aceptarnos, todos los humanos, como una sola entidad biológica y esto, en opinión del ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, es una de las más profundas implicaciones de Darwin: “Considerarnos como una raza u otra es lo que ha generado la mayor parte de los problemas en que vivimos en este planeta, no solo para nosotros sino también para todo lo que nos rodea”.
Por otro lado, dicha teoría proponía que para explicar lo que actualmente observamos en la naturaleza se requería de tiempos de miles de millones de años para que la selección natural actuara y, por ende, que la Tierra era mucho más vieja de lo que se pensaba en ese momento. Así, estas leyes biológicas, tan válidas como las leyes físicas de la gravedad, actuaban todo el tiempo y en consecuencia no había la necesidad de una creación para que esto hubiese ocurrido, explicó el biólogo.
La evolución es una explicación de los procesos de desarrollo de vida en este planeta fundamentada en una serie de evidencias desde muchas disciplinas como la paleontología, la antropología y la biología molecular, que a su vez, la convierten en un hecho irrefutable.
“Las religiones por definición son dogmáticas y basan sus principios en la fe; la ciencia, en cambio, no funciona así porque se fundamenta en conocimientos comprobados y comprobables”, sostuvo el también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. No obstante estas diferencias, el debate sobre evolucionismo y las diferentes versiones que hay del creacionismo (como lo es el diseño inteligente) aún continúan. Incluso la educación con fundamento religioso sigue llevándose a cabo en diferentes partes del mundo.
“A escala global todavía hay países en los que no se puede enseñar evolución como materia académica. En Estados Unidos, una nación considerada como desarrollada, hay varios estados donde está prohibido la enseñanza de la evolución o que se tiene que enseñar de la misma manera que la creación”.
En México, afortunadamente esto no sucede, sin embargo, tenemos que seguir trabajando para que en todas las primarias y secundarias del país se den buenos cursos de biología y más estudiantes sean receptores de esta información, sostuvo José Sarukhán.
Esta enseñanza, agregó, también debe llegar a estudiantes de niveles superiores. Por ejemplo, los médicos en este país no llevan un solo curso de evolución de manera que no saben cómo se generan algunas enfermedades que su origen es evolutivo, como las alergias y las enfermedades autoinmunes; por lo tanto, a veces no recetan el tratamiento adecuado.
La idea de evolución por selección natural fue el lazo que unió y dio sentido a todo el trabajo y el conocimiento biológico recabado hasta el momento y que Darwin la difundió en 1859, de ahí la famosa frase del destacado genético estadounidense de origen ruso Theodosius Dobzhansky, la cual dice: “Nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución”.
“El efecto del trabajo de Darwin fue mucho más allá de las ciencias biológicas, ningún descubrimiento científico de nadie ni en ningún otro campo del conocimiento ha tenido el impacto que esto ha tenido en la ciencia misma”, concluyó.
Alejandra Monsiváis Molina.