LAS FLECHAS DE CUPIDO ADEMÁS DE AMOR VAN CARGADAS DE VIOLENCIA

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/016/11
México, D. F., 11 de febrero de 2011

  • Hombres y mujeres padecen violencia en el noviazgo en la adolescencia y jóvenes en edad universitaria, primordialmente
El Dr. Roberto Castro Pérez, sociólogo miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, asegura que la violencia en el noviazgo se registra entre adolescentes y jóvenes en edad universitaria.
El Dr. Roberto Castro Pérez, sociólogo miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, asegura que la violencia en el noviazgo se registra entre adolescentes y jóvenes en edad universitaria.
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La violencia en el noviazgo es hoy en día la otra cara del Día del Amor, un comportamiento contrario a las expresiones de dulzura, comprensión y consideración que tradicionalmente se muestran parejas de novios, principalmente jóvenes, en esta fecha, pero que llegan a transformarse, con el tiempo, en acciones que provocan daño físico, emocional y sexual entre sus integrantes.

Ante esta problemática que se ha tornado en un serio problema social, de desigualdad de género y de acceso a la justicia, así como de salud pública, conviene reflexionar sobre el día de los enamorados y hacer conciencia sobre uno de los aspectos que en los últimos años marca de manera importante a esta relación y que lo hace de modo negativo.

El Dr. Roberto Castro Pérez, sociólogo miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, asegura que la violencia en el noviazgo se registra entre adolescentes y jóvenes en edad universitaria, con una propensión a aumentar conforme la relación se prolonga o se hace más seria, o bien en la medida en que ésta se establece a mayores edades.

“Se ha observado a través de diferentes estudios que en la medida que se tiene más edad es menor el riesgo de sufrir violencia física a manos del novio y/o de la pareja, pero mayor el riesgo de sufrir violencia emocional”.

El investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM (CRIM) aborda esta situación tras dos años de estudio conjunto con la Dra. Irene Casique, y los resultados de la investigación, que tuvo como datos la Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo que elaboró el Instituto Mexicano de la Juventud durante el 2007 (Envinov 2007), aparecen en el libro de la autoría de ambos Violencia en el noviazgo entre los jóvenes mexicanos.

Parte de la información que el Dr. Castro Pérez nos revela está en este libro que publican el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ) y el CRIM y que el próximo lunes 28 de febrero se presentará dentro de las actividades de la XXXII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

Así, Castro Pérez indica que la definición más convencional de “noviazgo” supone una relación afectiva e íntima entre dos personas (por lo general pero no necesariamente, jóvenes) que sienten atracción física y emocional mutua y que, sin cohabitar, buscan de alguna manera compartir sus experiencias de vida.

Añade que hace algunas décadas podría parecer más o menos obvio qué significaba “noviazgo”, sobre todo en el ámbito de las clases medias urbanas, pero que hoy en día
existen entre los jóvenes varios tipos de relaciones erótico-afectivas que no son matrimonio ni unión libre y a las que muchos de ellos tampoco llaman “noviazgo”, y que sin embargo se deben incluir en una investigación sobre “violencia en el noviazgo”.

Aclaró, por otro lado, que el matrimonio no es necesariamente el objetivo o meta del noviazgo y, por otra parte, que las relaciones sexuales conforman un elemento esencial y frecuente en el noviazgo de los jóvenes. “Otro elemento que caracteriza al noviazgo de los jóvenes de hoy es que no siempre “el amor” es entendido como el elemento central de la relación”.

Y por lo anterior, explica, es posible observar distintos tipos de relaciones de pareja que reconocen diferentes denominaciones, como “amiguitos” o “amiguitas”, que en algunos sectores de clase media y alta también son referidos como “frees”, y que se definen de manera extendida como “amigos con derechos”; es decir, relaciones erótico-afectivas en las que sus integrantes prefieren no denominarse como “novios”.

A la pregunta de qué se entiende por violencia en el noviazgo, el Dr. Roberto Castro responde que es todo acto, omisión, actitud o expresión que genere, o tenga el potencial de generar daño emocional, físico o sexual a la pareja afectiva con la que se comparte una relación íntima sin convivencia ni vínculo marital.

“Sostenemos que no toda la violencia en el noviazgo es violencia de género (en particular la que sufren algunos varones en este contexto), y al mismo tiempo postulamos que un enfoque de género es indispensable para el estudio correcto de la violencia en el noviazgo”.

Sobre el origen de este comportamiento negativo en el noviazgo, el especialista precisa que la violencia que puede tener lugar en las relaciones de noviazgo y que puede ser, ante todo, emocional, física y sexual, debe estudiarse en sí misma, sin asumir que es idéntica a lo que ocurre con la violencia contra las mujeres en las parejas establecidas.

“La forma de violencia más prevalente en el noviazgo es la emocional; y las consecuencias y daños causados por esta última pueden ser tan o más devastadores que los de la violencia física”.

Añade que los patrones de violencia entre los jóvenes aparecen menos diferenciados por género, lo que sugiere que la conducta abusiva no ha adoptado aún un patrón igual al de los adultos: por una parte, en esta etapa temprana de la vida, y en el marco de una relación en la que no se han establecido pautas de dependencia económica de la mujer respecto al hombre, y por otra, la violencia en el noviazgo asociada a intentos expresos de controlar al otro es característica de hombres y mujeres.

Roberto Castro agregó que otro rasgo que particulariza la violencia entre los jóvenes es que éstos carecen de mayor experiencia en el establecimiento y mantenimiento de relaciones de pareja., porque se encuentran en una etapa de maduración hacia la plena adultez.

En contraste, sostiene sin cortapisas: “La violencia sexual sí es una forma de agresión que ejercen primordialmente los varones y que sufren principalmente las mujeres”.

Sobre el grado de violencia que se ejerce en el noviazgo, el investigador del CRIM precisa que según la Envinov 2007, y de acuerdo con las estimaciones hechas por él y la Dra. Irene Casique, el 39% de los jóvenes de ambos sexos en México que tenían una relación de noviazgo al momento de la entrevista, reportaron haber sufrido violencia emocional en dicho noviazgo; casi 7% reportó haber sufrido violencia física; y 8% de las mujeres reportó haber sufrido violencia sexual.

Destacó como elemento clave de la investigación la muestra “clara” de que existe una estrecha asociación entre el hecho de haber atestiguado en la infancia violencia, ya sea física y/o emocional entre los adultos que lo cuidaban a uno o una, o haberla sufrido en carne propia de parte de ellos, y el riesgo de sufrir violencia en el noviazgo y/o en la pareja.

Más aún, refiere, que un par de estudios publicados recientemente por la investigadora en temas sociales Sonia Frías y él, corroboran justamente estas conexiones y más: “Sabemos que el hecho de sufrir violencia en la infancia se asocia al riesgo de sufrir bullying o acoso escolar”, que ésta se relaciona con el riesgo de sufrir violencia en el noviazgo, que ésta a su vez se relaciona con el riesgo de sufrir violencia en la pareja, y que ésta última se asocia con el riesgo de ejercer violencia contra los hijos pequeños, reiniciándose así el círculo de la reproducción generacional de la violencia. Es decir, la investigación demuestra que estos tipos de violencia están “encadenados” y se determinan unos a otros.

Sobre las consecuencias de esta violencia en el noviazgo, el investigador de la Academia Mexicana de Ciencias establece que constituye un serio problema social, de salud pública, de desigualdad de género y de acceso a la justicia que es imperativo prevenir y eliminar urgentemente.

“Es fundamental la promoción de la igualdad y la equidad de género. El combate a todas las nociones y prejuicios que presuponen una superioridad de los hombres frente a las mujeres es un elemento central en la lucha contra todas las formas de violencia que sufren las mujeres”

Consideró que esta promoción de la equidad de género debe hacerse a través de campañas de concientización específicas, porque estas situaciones que frecuentemente suelen vivirse como muestras de amor, de lealtad, o de consideración de ellas hacia ellos, son el principio del establecimiento y consolidación de jerarquías de género que no deben permitirse y, que en algunos casos, pueden evolucionar hacia formas extremas de opresión y sujeción.


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