Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/178/16
Ciudad de México, 18 de agosto de 2016
- Los pulmones no son los únicos que pueden ser afectados por la entrada de contaminantes atmosféricos en el organismo, también se ha observado una asociación de la contaminación con un mayor riesgo de cáncer de vejiga, asegura el investigador Horacio Riojas Rodríguez.
- La contaminación por partículas finas es un problema de salud pública mayor, contribuye anualmente con más de 3.2 millones de muertes prematuras en el mundo y alrededor de 76 millones de años de vida saludable perdidos, muestra un análisis sistemático de todos los riesgos a la salud realizado por el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, en el 2012.
Foto: tomada de: elblogverde.com
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Al hablar de los temas relacionados con los riesgos en salud derivados de la exposición a contaminantes atmosféricos en México, el investigador Horacio Riojas Rodríguez, director del Área de Salud Ambiental del Instituto Nacional de Salud Pública, señaló que de acuerdo con el estudio Carga Global de Enfermedad (2013) del Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud (IHME, por sus siglas en inglés), la contaminación atmosférica por partículas es el principal factor de riesgo ambiental para la salud en nuestro país.
Además, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de la Salud, clasificó la contaminación del aire como un carcinógeno para los humanos, ya que en 2010 se produjeron 223 000 muertes por cáncer de pulmón en todo el mundo atribuibles a la contaminación.
“El cáncer de pulmón puede ser atribuible a los hidrocarburos aromáticos policíclicos y otros cancerígenos presentes en las partículas que respiramos. Y los pulmones no son los únicos que pueden ser afectados por la entrada de contaminantes atmosféricos en el organismo, pues también se ha observado una asociación de la contaminación con un mayor riesgo de cáncer de vejiga.”, dijo el doctor Riojas Rodríguez durante la conferencia Efectos en la salud por la contaminación atmosférica en México, que formó parte del Encuentro Nacional de Respuestas al Cambio Climático: calidad del aire, mitigación y adaptación, que se realizó en junio pasado.
Uno de los trabajos de investigación del doctor Riojas, director del Área de Salud Ambiental del Instituto Nacional de Salud Pública es el artículo Air pollution management and control in Latin America and the Caribbean and implications for climate change, próximo a publicarse y que aborda la situación de los contaminantes atmosféricos y la normatividad al respecto en trece países (Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay). Parte de lo que se ha documentado es que no todos los países tienen una normatividad vigente para las partículas finas PM2.5.
El aire que respiramos
Al hablar de la calidad del aire, el investigador señaló que de acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) una partícula de aire contiene alrededor de 188 sustancias tóxicas.
Riojas se refirió al estudio Muestreo y composición de partículas suspendidas (PM10) en dos lugares de la Ciudad de México, en el que participaron Yolanda Chirino, Yesennia Sánchez, Álvaro Osornio, Irma Rosas, Claudia García, en cual se analizó la composición de las partículas gruesas conocidas como PM10, las cuales contienen una mezcla de hidrocarburos aromáticos policíclicos, metales, endotoxinas y otras sustancias.
Respecto a las partículas suspendidas y su efecto en la salud, explicó que en un análisis sistemático de todos los riesgos a la salud realizado por el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud, de la Universidad de Washington, en el 2012, se encontró que la contaminación por partículas finas es un problema de salud pública mayor, ya que contribuyen anualmente con más de 3.2 millones de muertes prematuras en el mundo y alrededor de 76 millones de años de vida saludable perdidos.
En este sentido, indicó que un aspecto importante que los investigadores deben conocer es el tamaño de las partículas suspendidas, que pueden ir desde algunas fracciones de milímetro hasta algunos nanómetros; el tamaño es importante para determinar el efecto que tienen en el sistema respiratorio, siendo las partículas más pequeñas las que representan la amenaza más grande. La composición de las partículas es también relevante debido a que suelen contener metales pesados como plomo o cadmio.
Entre los aspectos que se han documentado acerca de los efectos de las partículas PM10 y PM2.5 –o partículas finas– es que están relacionadas con la reducción de la función pulmonar, es decir, con la frecuencia de enfermedades respiratorias, agravamiento del asma y bronquitis crónica, muerte prematura, catarro, exacerbación de asma, infecciones respiratorias, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, así como la exacerbación de esta última.
Además de las partículas suspendidas, el ozono, el óxido de azufre y el óxido de nitrógeno; los contaminantes tóxicos (compuestos orgánicos volátiles, el benceno y los hidrocarburos aromáticos policíclicos) también tienen impacto en la salud; sin embargo, en México no existe una legislación al respecto, dijo Horacio Riojas Rodríguez.
“De diez años a la fecha se han incrementado los estudios de los efectos de la contaminación atmosférica en la salud, para los cuales se combina la información de las redes de monitoreo con el fin de hacer estimaciones de exposición a los contaminantes, con las funciones de concentración-respuesta que se realizan en los estudios epidemiológicos, así como las tasas de incidencia o tasas de mortalidad para que, esto en su conjunto y en diferentes escenarios, se pueda estimar el impacto o la morbilidad evitable”.
Y con el objetivo de identificar cuántas muertes serían evitables si se cumplieran los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud, respecto a los niveles máximos de los contaminantes atmosféricos, el doctor Riojas, junto a otros investigadores, trabajó en el estudio Evaluación de impacto en salud por exposición a ozono y material partículado (PM10) en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.
Para lo anterior, los científicos utilizaron la evaluación del impacto en la salud (EIS) que comprende cuatro pasos: 1) la selección de los escenarios de reducción, 2) la identificación de la población en riesgo y de los eventos en salud para el año 2005, 3) la selección de las funciones de concentración-respuesta y 4) la estimación del impacto en la salud.
Entre los resultados de este estudio está que el mayor impacto se observa en el grupo de rubro de mortalidad por causas cardiopulmonares y cardiovasculares; además de que se concluyó que las reducciones de PM10 (a 20 microgramos por metro cubico) y de ozono (a 0.050 partes por millón) evitarían cerca de 2 300 y 400 muertes por año.
Noemí Rodríguez González.