Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/141/12
México, D.F., 29 de junio de 2012
- A pesar de que en el siglo XX fue considerado el líder científico de Latinoamérica, ahora es ampliamente superado por Brasil, dice la publicación inglesa
- Portada de Nature en la que aparece el artículo de Erik Vance.
Foto: AMC
Los científicos mexicanos han visto con consternación como su país, la segunda mayor economía de América Latina, ha descendido en los últimos años en las posiciones mundiales en el gasto en investigación. Pero los candidatos a la presidencia de la República se han comprometido a cambiar esta situación, afirma Erik Vance en un artículo titulado “La ciencia está en juego en las elecciones de México”, publicado esta semana en la revista Nature.
En el año 2000, señala, el candidato presidencial Vicente Fox se comprometió a elevar el gasto en investigación y desarrollo del 0.4 al 1 por ciento del producto interno bruto (PIB). Fox ganó, pero a pesar de que se aprobó una legislación destinada a garantizar el aumento del presupuesto, éste se ha mantenido por debajo del 0.5 por ciento, dice Vance.
La ciencia apenas apareció en las campañas subsecuentes a la presidencia, pero ahora, en los debates presidenciales más recientes, los tres principales candidatos han jurado cumplir la promesa de Fox, añade el articulista de la publicación inglesa. En su texto, Vance cita una declaración de José Franco, en la que el Presidente de la Academia Mexicana de Ciencias señala: «Esta es la primera vez que he oído a los candidatos hacer declaraciones positivas acerca de la ciencia… Antes, la ciencia estaba ausente en sus discursos. Esta vez se está reconociendo que la ciencia, la tecnología y la innovación son motores del desarrollo económico».
La atención que se brinda a la inversión en investigación, muestra cómo México enfrenta la competencia con otras economías emergentes. El articulista de Nature incluye las opiniones de algunos expertos internacionales como la de Andrew Seele, director del Instituto México del Centro Woodrow Wilson en Washington, quien ha señalado: «Brasil se ha igualado con México en el PIB per capita, en menos de una generación… Los mexicanos están empezando a preguntarse por qué.»
Durante gran parte del siglo XX, México fue considerado como el líder en la ciencia latinoamericana, continúa Vance, sin embargo, aunque el país todavía cuenta con núcleos de excelencia en la investigación, la inversión en ciencia es ahora una de las más bajas entre las 40 más importantes economías del mundo.
Brasil, por el contrario, ha gastado desde 2006 más de 1 por ciento de su PIB en investigación. Su gasto bruto en ciencia, incluyendo la investigación industrial, asciende a casi 20 mil millones de dólares al año –casi cinco veces más que México- a pesar de los recortes de este año de casi el 20 por ciento en el presupuesto (3. 8 mil millones de dólares).
Vance cita también la opinión de Juan Pedro Laclette, presidente del Foro Consultivo Científico y Tecnológico quien afirma: «El conocimiento, la investigación, el desarrollo y la innovación, no han sido una prioridad entre los tomadores de decisiones en México… Si ustedes siembran maní, lo que se va a cosechar es maní. Lo que los políticos mexicanos han sembrado -han invertido- son cacahuates”.
El candidato presidencial que más habla sobre la reactivación de la investigación, dice Vance, es Andrés Manuel López Obrador, quien lidera al izquierdista Partido de la Revolución Democrática. Las encuestas lo han colocado justo por delante de Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional, de tendencia derechista que ha ocupado la presidencia desde el año 2000; pero detrás de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, que controló el gobierno mexicano durante más de siete décadas y se convirtió en un símbolo de la corrupción y el fraude electoral, describe el texto aparecido el miércoles en la publicación científica.
En la elección presidencial más reciente en 2006, Obrador quedó en segundo lugar, por un margen tan estrecho, que encabezó protestas regulares durante cinco meses, tiempo durante el cual se nombró a si mismo presidente, e incluso creó un gobierno alternativo , lo que en la actualidad ha dañado su credibilidad. Su partido, sin embargo, tiene profundas raíces en el mundo académico, y goza de un amplio apoyo de los científicos, afirma Vance. René Drucker Colín, neuropatólogo y ex coordinador de la ciencia en la Universidad Nacional Autónoma de México, una de las mayores universidades de América Latina, es uno de los investigadores que se ha sumado a la campaña en favor de Obrador, dice el artículo.
Obrador planea, prosigue Vance, poner remedio a los reclamos de muchos investigadores sobre los obstáculos que enfrenta la ciencia mexicana: la falta de una clara estrategia de investigación nacional con compromisos a largo plazo para impulsar campos particulares de la investigación. Él se ha comprometido a impulsar el gasto y convertir al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en un ministerio con plenos derechos -con Drucker Colín a la cabeza- que maneje todo el presupuesto para la ciencia de la nación.
Peña Nieto, quien se encuentra al frente en la carrera por la presidencia, se ha referido públicamente mucho menos a la ciencia. Sin embargo, en un correo electrónico enviado a Nature, escribió: «Tenemos que crear un Sistema Nacional de Innovación que promueva, a través de estímulos efectivos, la protección de los derechos de propiedad intelectual, un mejor acceso al crédito y la coordinación entre los sectores público y privado».
La industria contribuye con menos de la mitad del gasto en ciencia, y los científicos del país, entre ellos Juan Pedro Laclette, han lamentado desde tiempo atrás la brecha que existe entre la industria y la investigación académica. En el futuro, escribió Peña Nieto: «El financiamiento privado será fundamental para el éxito del sistema».
Vance dice que gane quien gane la elección, los investigadores mexicanos insisten en que el tiempo de las promesas rotas debe formar parte del pasado, y concluye citando nuevamente a José Franco quien afirma: «Si se toma la diferencia entre lo que se da y lo que se suponía que se debería dar, se le debe la ciencia una cantidad enorme de dinero».