Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/398/14
México, D.F., 14 de noviembre de 2014
- La lengua purépecha está siendo arrinconada a ámbitos reducidos de la comunicación sin tener la posibilidad de participar activamente en el mundo moderno
- La doctora Cristina Monzón García, investigadora de El Colegio de Michoacán durante su participación en el Segundo Encuentro Ciencia y Humanismo Centro.
Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.
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Las lenguas indígenas del país, entre ellas el tarasco o purépecha, fueron recopiladas por los primeros frailes que llegaron a estas tierras después de la conquista española. La práctica de la escritura de la lengua tarasca, relacionada mayoritariamente con la evangelización, se mantuvo por dos siglos, pero para el siglo XVIII su uso casi desaparece frente al español, que se empleaba en el ámbito de la vida cívica, y del latín, presente en la vida religiosa.
De acuerdo con “Estadísticas a propósito del Día Internacional de las Poblaciones Indígenas. Datos de hablantes de lengua purépecha” (INEGI 2007), en el país 105 mil 556 personas hablan purépecha. Además, esta lengua ocupa el lugar 15 entre las lenguas indígenas que se hablan en México.
La doctora Cristina Monzón García, investigadora de El Colegio de Michoacán, se ha ocupado del estudio de la lengua purépecha porque “como lengua aislada nos abre una ventana particular de la creación humana. Desafortunadamente el purépecha está siendo arrinconado a ámbitos muy reducidos de la comunicación sin tener la posibilidad de participar activamente en el mundo moderno”.
Una segunda vertiente de investigación de la especialista en lingüística histórica, es el estudio de documentos escritos en la lengua purépecha durante la época de la colonia, que no sólo complementa el análisis de la lengua moderna sino que aporta información a la historia del pueblo tarasco.
Durante el Segundo Encuentro Ciencia y Humanismo Centro, Monzón García abordó el problema de la traducción de la lengua tarasca al español en la conferencia “La Casa tarasca y sus habitantes en la época prehispánica”.
Recordó que la conquista trajo consigo a un grupo de frailes franciscanos y agustinos que desarrollaron dos gramáticas y tres diccionarios, material que permite a los lingüistas conocer la lengua utilizada en ese periodo histórico, ya que la comunidad de habla tarasca poseía un sistema de comunicación escrita en códices o erangaqua.
Para adentrarse en el tema, la investigadora hizo una reflexión sobre el significado de las palabras y los problemas de traducción del tarasco al español. Para lo anterior puso como ejemplo la palabra ‘casa’ y preguntó a los asistentes al evento organizado en octubre pasado por la Academia Mexicana de Ciencias Sección Centro:
“¿En qué pensamos cuando la decimos? Generalmente la asociamos a la idea de una construcción en la que quienes la habitan pertenecen a una misma familia, pero en este caso la asociación no es con un edificio, sino con un conjunto de miembros que forman una familia perteneciente a la nobleza, es por esto que se tiene que considerar el significado de las palabras en la lengua tarasca y cómo pueden ser interpretadas desde el idioma español”.
Para lograr su propósito, la investigadora se basó en diferentes documentos coloniales del siglo XVI y XVII, para conocer los orígenes y desarrollo de la cultura tarasca, entre ellos la Relación de Michoacán, texto en el que se habla de la cultura tarasca antes de la conquista. De acuerdo con este texto, un grupo de cazadores y recolectores salió de Zacapu, para años después asentarse cerca de lo que hoy es el pueblo michoacano de Santa Fe de la Laguna, donde vivieron durante dos o tres generaciones; posteriormente se desplazaron hacia la zona lacustre. Al llegar a Jarácuaro con el objetivo de tener una buena relación con los pueblos locales, eligieron a un joven del grupo de recolectores-cazadores para que se casara con una joven de Jarácuaro, estableciendo así una primera alianza.
A partir de este momento el grupo que salió de Zacapu empezó a expandir su poderío dentro de la zona, para ello estrecharon varias alianzas, después, a través de la guerra, conquistaron otros pueblos.
Los tarascos, en el momento del primer contacto con los españoles, habitaban la parte del territorio mexicano que actualmente corresponde al estado de Michoacán y algunas zonas de estados circundantes. En la actualidad se registran hablantes de la lengua purépecha en todos los municipios de Michoacán, pero la mayor concentración se localiza en los municipios de: Coeneo, Charapan, Cherán, Chilchota, Erongarícuaro, Los Reyes, Nahuatzen, Nuevo Parangaricutiro, Paracho, Pátzcuaro, Quiroga, Tangamandapio, Tangancícuaro, Tingambato, Tzintzuntzan, Uruapan y Zacapu.
Se sabe que entre 1478-1479 hubo un enfrentamiento entre el ejército náhuatl o mexica y el imperio tarasco, ganando los purépechas. Esto sugiere que el imperio tarasco tenía un gran poderío y había alcanzado un alto grado de organización. Cuando los conquistadores españoles llegaron a tierras michoacanas en 1521, la autoridad tarasca decidió no oponerse y optó por la alianza con los españoles.
La corona española al querer saber cuáles eran las características del nuevo territorio, envió una comitiva que tenía la obligación de ir de pueblo en pueblo y preguntar a la autoridad indígena entre otras: ¿cuántas personas y cuántas casas había?
De acuerdo con un documento de 1522, la autoridad indígena de Tarimbaro responde: hay tres casas, mientras los españoles hacen un conteo de alrededor de 30; unos hablaban español o náhuatl y los otros tarasco y probablemente náhuatl, y es aquí en donde comienza el problema de comunicación.
Por parte de los historiadores se ha planteado la posibilidad de que la autoridad indígena haya mentido para que los españoles no le impusieran una tasación alta o que la comisión que fue enviada no visitó todos esos pueblos.
La investigadora consideró estas posibilidades y se planteó otra: “Al hablar diferentes lenguas, no había comprensión entre ellos. Esto me llevó a revisar los diccionarios bilingües del siglo XVI para saber qué se entiende por casa o mejor dicho por el término purépecha kuajta”.
Al parecer la palabra kuajta no tiene el mismo significado que el vocablo casa en español, no es un edificio, sino un conjunto de familiares que se agrupan en algo que se llama kuajta. En la Relación de Michoacán se hace referencia a una casa, esta quizá se pueda concebir como una especie de casa noble, pues también dice que en esta kuajta se incluyen esclavos o persona que prestan sus servicios a esta familia.
De la misma manera se debe tomar en cuenta que la palabra que designa al “rey” en tarasco quiere decir cabeza de casa. Conjuntando todos estos detalles, María Cristina Monzón señaló que parecen indicar existía un sistema de organización por “Casas”, kuajta, cuyo significado debe describirse, ya que dicho sistema no está codificado en español.
Destacó que un término puede tener diferentes acepciones, este “es un aspecto presente en todas las lenguas”; por otro lado, una palabra aun cuando puede compartir parte del significado con un vocablo de otra lengua, no abarca necesariamente el mismo campo semántico, explicó la investigadora.
Noemí Rodríguez González.