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Boletín AMC/033/10
México, D. F., a 10 de abril de 2010.
- La ganadora del Premio a la mejor tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2009, en el Área de Ciencias Sociales recordó que en México 50 millones de personas subsisten con lo mínimo
- En su tesis El Estado como benefactor. Los pobres y la asistencia pública en la ciudad de México, 1877-1905, la investigadora plantea si a través de la asistencia o de la filantropía será posible acabar con la pobreza en México
- María Dolores Lorenzo Ríos, ganadora del Premio a la mejor tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2009, en el Área de Ciencias Sociales, por su trabajo El Estado como benefactor. Los pobres y la asistencia pública en la ciudad de México, 1877-1905.
Foto: AMC
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En nuestro país no hemos conseguido erradicar la pobreza, ejemplo de ello son los 50 millones de pobres que subsisten con lo mínimo indispensable, pese a las acciones que realiza el Estado. Por ello, independientemente de los esfuerzos que se hagan vía la filantropía o la asistencia social, es necesario explicarnos, a partir de factores más complejos, qué es lo que la reproduce.
Así lo manifestó, en entrevista, María Dolores Lorenzo Ríos, ganadora del Premio de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) a la mejor tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2009, en el Área de Ciencias Sociales, por su trabajo El Estado como benefactor. Los pobres y la asistencia pública en la ciudad de México, 1877-1905.
La profesora de asignatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) subrayó que la importancia de estudiar el papel del Estado como benefactor de lo pobres, radica en intentar vislumbrar dónde estuvo la insuficiencia, por qué Porfirio Díaz no consiguió cristalizar el objetivo. La gran pregunta es saber, expresó, si vía la asistencia o a través de la filantropía, conseguiremos acabar con la pobreza en México.
Estudios como el que premió la AMC nos ayudarán a discernir tanto las ventajas de estas políticas asistenciales como sus defectos, defectos que venimos arrastrando desde el siglo XIX, aseveró la también profesora de Historiografía en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
Lorenzó Ríos subrayó que una de las propuestas de la tesis es hablar de cómo los pobres reciben en función de intereses muy particulares, es decir, cumplen con las normas que exige una institución pero, al mismo tiempo, no es un actor pasivo. Hay una interacción entre el Estado y el beneficiario, así se construye la asistencia, comentó.
Aseguró que el derecho a la subsistencia es algo que los mexicanos no asumimos en su totalidad. Esta búsqueda de un derecho a tener mejores condiciones de vida no viene dado solamente desde el Estado, es una búsqueda también de una población que necesita mejorar sus condiciones de vida de cualquier manera y esto se había velado al estudiarse desde la óptica de la historia de la educación, o de los hospitales, y no se había visto desde la perspectiva específica del auxilio al indigente, sentenció.
Por otra parte, la especialista explicó que existen muchos estudios de la pobreza en el campo, no así de la ciudad, donde la vida para los indigentes también es muy dura. “Estamos construyendo una historia que nos permite ver esas realidades, y es necesario preguntarse desde cuándo un 70 por ciento de la población de la Ciudad de México vive en condiciones de subsistencia”, agregó.
Indicó que el éxito del proyecto de asistencia porfiriana es muy cuestionable en términos de resultados y lamentó que, aún realizando un análisis sobre los resultados de gobiernos posteriores en esta materia, éstos no son superiores.
María Dolores Lorenzo Ríos explicó que durante el Porfiriato se realizó una reforma muy importante, un proceso de centralización administrativa de la asistencia pública, que pretendía dar los primeros pasos hacia una política social.
“Porfirio Díaz adquiere un papel protagónico, retoma todas las instituciones, hospitales, escuelas y hospicios del auxilio público para revertir lo que el liberalismo no había conseguido, que era el bienestar social”, dijo.
A partir de esas instituciones de asistencia, Porfirio Díaz pretendía poner al Estado como el hacedor de un beneficio social; sin embargo, el esfuerzo fue insuficiente, toda vez que sólo logró atender a menos del uno por ciento de la población, en una ciudad que entonces tenía 50 años y que duplicaba su crecimiento poblacional.
La asistencia pública porfiriana no tuvo la capacidad de brindar a esa población necesitada una posibilidad de subsistencia a través de estas instituciones, independientemente del gran esfuerzo que se realizara, explicó la historiadora.
Aún cuando no existen cifras exactas, señaló Lorenzo Ríos, se sabe que en 1842 la población de la Ciudad de México oscilaba entre 115 mil y 119 mil habitantes, mientras que para 1910 se contaban 400 mil habitantes, lo que representa un aumento demográfico significativo. El Estado, cada año, disponía de mil plazas abiertas para la población pobre lo que, a pesar de no ser suficiente, sí representaba un gran esfuerzo, comentó la especialista.
La doctora en Historia por El Colegio de México, añadió que la modernización porfiriana llegó a un ámbito muy centralizado de élites, mientras que el resto de la ciudad estaba al margen de los proyectos de bienestar.
Al hablar sobre el premio, la investigadora señaló que el hecho de que la AMC reconozca su trabajo es la manera de decir que hay un grupo que está conciente de la problemática de la pobreza y que su investigación tiene el mérito de explicar una realidad y aportar información nueva, una perspectiva distinta, y que tiene actualidad.
Este reconocimiento, aseguró María Dolores Lorenzo Ríos, nos hace pensar en que todavía tenemos que regresar al origen para entendernos, para explicarnos una realidad tan desgarradora como es la pobreza y que la AMC lo reconozca es muy importante, concluyó.