Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/160/18
Ciudad de México, 9 de julio de 2018
- Algunas lograron contratos colectivos, permisos de maternidad, vacaciones anuales y salario mínimo, mientras que las trabajadoras de ciertos sectores fueron más explotadas y no se beneficiaron de la legislación laboral.
- En diferentes momentos de la historia de nuestro país las mujeres se han organizado para ser reconocidas como actores sociales y políticos.
- La lucha de las mujeres por obtener derechos políticos y laborales no es un fenómeno reciente, sino una manifestación histórica.
Foto: cortesía Dra. María Teresa Fernández.
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En el siglo XX tuvieron lugar diferentes transformaciones sociales, políticas y culturales en nuestro país, es durante este periodo que las mujeres fueron adquiriendo presencia en la esfera pública, ya que se organizaron para exigir el salario mínimo, el derecho a huelga, a recibir el mismo pago que los hombres y también lucharon por su derecho a la educación y al voto.
María Teresa Fernández Aceves, del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) Unidad Occidente, se ha dedicado a estudiar la historia laboral y la historia de las mujeres en México durante el siglo pasado, para entender los procesos y los cambios que enfrentan en la actualidad.
Para lo anterior, la doctora en historia de América Latina por la Universidad de Illinois e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) recurre a entrevistas, documentos de archivos públicos (estatales, del gobierno federal y municipal), archivos personales, fotográficos, diarios personales, memorias, biografías, autobiografías, murales y estatuas.
Fernández Aceves indicó que a finales del siglo XIX y principios del XX, se dio un cambio en la organización de los trabajadores y artesanos, y con el fin de exigir derechos laborales surgieron diversos sindicatos.
Y aunque de manera general los líderes sindicales abogaron por los derechos de los trabajadores, no siempre señalaron las necesidades específicas de las mujeres, motivo por el cual las trabajadoras, por ejemplo, de la industria de la tortilla en Jalisco y las que se dedicaban a la recolección del café en Veracruz, tuvieron que organizarse para conseguir contratos colectivos, permisos de maternidad, vacaciones anuales y salario mínimo.
Otro de los antecedentes de la movilización para defender demandas propias de las mujeres, fue la puesta en marcha de políticas modernizadoras que trajeron cambios en lo que debía ser el trabajo femenino y masculino.
En el artículo “Antes éramos molineras: mujeres y trabajo en la industria de la tortilla en Guadalajara, 1920-1940”, la especialista en historia económica y social documentó como las diferencias de género se hicieron más visibles durante el auge de la industria de la tortilla y la sindicalización de sus trabajadores.
Con la mecanización de la industria de la tortilla, en la década de 1930, surgieron tres lugares de trabajo: los molinos, las tiendas de masa y las tortillerías. Esta modernización aunada a la formación de un nuevo Estado revolucionario y los cambios en la fuerza de trabajo (como el aumento de mujeres profesionales, especialmente maestras) favoreció a los trabajadores masculinos, quienes se quedaron con los puestos mejor pagados: el de cebador, que supervisaba el funcionamiento de los molinos y la labor del nixtamalero, encargado de remojar los granos de maíz.
Mientras que el trabajo que realizaban las mujeres era considerado no especializado, por lo que recibían un pago menor y tenían jornadas de trabajo más largas que las de los hombres. Además, durante esta época el porcentaje de trabajadoras de la industria de la tortilla en Guadalajara, Jalisco, descendió del 85% al 30%, explicó María Teresa Fernández.
Y aunque las mujeres de la industria de la tortilla, junto con las maestras y las trabajadoras de la industria textil, fueron las pioneras en la organización de sindicatos, sus demandas quedaron relegadas a los líderes, que eran mayoritariamente hombres.
“El reconocimiento de los derechos laborales de las mujeres en el siglo XX fue desigual y dependió de la movilización que tuvieron, de la fuerza del sindicato al que pertenecían y de las alianzas que lograron establecer con el movimiento obrero organizado. De ahí que en el caso de las mujeres que trabajaban en espacios informales, como los talleres domiciliarios de costura, fueron más explotadas y no se beneficiaron de la legislación laboral”, explicó la investigadora en entrevista con la AMC.
Cabe destacar que algunas de las mujeres que lucharon para conformar un sindicato llegaron a encabezar mesas directivas y ser representantes de las secciones femeniles de partidos políticos como el Partido Nacional Revolucionario (1929-1938) o del Partido Revolucionario Institucional (PRI, 1946-presente). Este fue el caso de Guadalupe Urzúa Flores, quien se unió a las filas del Acción Femenina del Comité Campesino de Jalisco y que fue diputada y presidenta municipal por el PRI.
La doctora María Teresa Fernández Aceves subrayó que la lucha de las mujeres por obtener derechos políticos (incluidos el poder votar y ser elegidas a puestos de elección popular), y laborales (entre ellos la igualdad salarial entre hombres y mujeres) no es un fenómeno reciente sino una manifestación histórica, ya que en diferentes momentos se han organizado para ser reconocidas como actores sociales y políticos.
Noemí Rodríguez González.