Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/106/17
Ciudad de México, 29 de mayo de 2017
- El antiveneno que desarrolló el grupo del investigador Alejandro Alagón Cano, del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, como parte de la Alianza Internacional Antivenenos para África, es efectivo ante el veneno del 90% de las especies de serpientes de ese continente.
- En la imagen: serpiente Dispholidus typus, la cual se encuentra ampliamente distribuida en la región de África subsahariana, donde se le conoce como «boomslang», que significa «serpiente del árbol» en afrikáans y holandés.
Foto: cortesía del investigador Alejandro Alagón.
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El doctor Alejandro Alagón Cano, del Instituto de Biotecnología (IBt) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se unió hace cinco años a la Alianza Internacional Antivenenos para África. Como resultado de su investigación y la de su grupo de trabajo, desarrolló un antiveneno que actualmente se utiliza en siete países del continente africano.
La Alianza Internacional Antivenenos para África, integrada por la Sociedad Africana de Venenología y el Instituto de Inmunoquímica Farmacología de Venenos y Respuesta a Emergencias de la Universidad de Arizona, tiene como principal objetivo enfrentar el desabasto de antivenenos para el tratamiento de mordeduras de serpientes en esa región del mundo.
La participación de Alagón Cano y de su equipo en esta Alianza consistió en establecer qué venenos utilizar con el fin de obtener un antiveneno eficiente para tratar el envenenamiento por mordedura de diferentes serpientes. Algunos venenos de serpientes son similares en su composición, explicó el doctor Alagón, y esto permite que un antiveneno neutralice varios venenos.
Este bioquímico, doctor en Medicina e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, relató en entrevista cómo consiguió el antiveneno mexicano que se utiliza en siete países de África y que es efectivo ante la ponzoña del 90% de las especies de serpientes del continente: a partir de un plasma hiperinmune producido por los caballos al inyectarles dosis crecientes de veneno o una mezcla de venenos, el cual contiene los anticuerpos que son la base de los antivenenos.
Durante el proceso de investigación, los especialistas midieron la producción de anticuerpos que los caballos generaron y también su capacidad neutralizante en los venenos de serpientes africanas de las familias de los vipéridos (víboras de los géneros Echis y Bitis) y de los elápidos (cobras y mambas) que se utilizaron para inyectar a los caballos, así como en otros venenos que no fueron parte de la mezcla con la que se inmunizó a los caballos.
Datos dados a conocer por la organización internacional Médicos sin Fronteras indican que cada año alrededor de cinco millones de personas son mordidas por serpientes; de estas, 125 mil personas mueren y 400 mil quedan discapacitadas o desfiguradas de manera permanente.
Veneno y antiveneno
La víbora Echis ocellatus ocasiona el 50% de las mordeduras que se presentan en la región denominada África subsahariana, esta, al igual que otras serpientes, inyecta su veneno dependiendo de diferentes factores (qué tan amenazada se siente, del tamaño de su presa o de su propio tamaño). Y para los médicos que tratan a los pacientes durante el desarrollo del envenenamiento —que se manifiesta con una sintomatología que toma horas e incluso días en presentarse— es complicado establecer la cantidad de veneno que la serpiente inyectó y por ende la dosis de antiveneno requerida.
Uno de los aspectos en los que el experto del IBt trabaja es determinar la dosis de antiveneno necesaria —de acuerdo con la cantidad de veneno que la serpiente inyecta— para tratar a un paciente. “Estamos trabajando con borregos de 50 o 60 kilos como modelo animal para ver los efectos del envenenamiento por mordedura de serpiente y simular lo que podría ocurrir en un humano, y con esta información establecer los criterios de las dosis que se tienen que utilizar en los pacientes”, dijo Alagón.
En estudios con borregos, los especialistas exploran las variaciones de los efectos tóxicos en función de la cantidad de veneno inyectado. Para ello controlan diversas variables, entre ellas la cantidad de veneno que se le inyecta al animal, en donde se le inyecta el veneno (por ejemplo, intramuscular) y el tiempo que pasa entre la inyección del veneno y la aplicación del antiveneno.
En general, si una persona llega pronto a un hospital tras ser mordido por una serpiente, el daño es menor comparado con el de un paciente que busca atención varias horas después, y esta es una variable que se aplica en el estudio con borregos. “Tomamos muestras en diferentes intervalos de tiempo de la sangre del animal e identificamos cómo llega el veneno desde el sitio de la inyección hasta la sangre, posteriormente se aplica el antiveneno para medir el efecto que tiene sobre los niveles de veneno”.
Si los investigadores aplican el antiveneno y luego de unas horas se presenta un repunte del veneno en la sangre de los borregos, significa que la dosis no fue suficiente para controlar la cantidad de veneno que se le inyectó al animal. “Si cruzamos estos datos con la experiencia clínica de los médicos en África, el ajuste de criterios para tratar un envenenamiento por mordedura de serpiente será cada vez más fino”.
Además de poder determinar las dosis de antiveneno que los médicos africanos pueden utilizar para tratar a los pacientes mordidos por serpientes, los estudios que realiza Alagón Cano se enfocan también en el efecto que tiene el veneno de E. ocellatus en la coagulación de la sangre de los mamíferos.
Noemí Rodríguez González.