Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/200/15
México, D.F., 27 de agosto de 2015
- La necesidad de aumentar la producción mundial de alimentos para el 2050 con el fin de satisfacer la demanda de alrededor de nueve mil millones de personas que se prevé habrá para entonces en el planeta, requiere de una actividad que se lleve a cabo sin destruir los ecosistemas naturales, sin aumentar el efecto invernadero y aprovechando de manera eficiente los recursos agrícolas, en especial el agua
- Para el mejor aprovechamiento y cuidado del suelo se necesitan políticas públicas basadas en la ciencia, “porque las iniciativas científicas sin políticas que las apoyen, no tienen impacto”: Pedro Sánchez, académico de Columbia University
- El doctor Pedro Sánchez, académico de Columbia University, durante la conferencia magistral que ofreció en el marco de la Alianza Nacional por el Suelo en beneficio de la sociedad y el ambiente, el pasado 17 de agosto.
Foto: Luis Contreras/AMC.
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En la década de los 70 el suelo tenía importancia, únicamente, en la agricultura, sin embargo, el paradigma cambió y ahora se ve al suelo como un ente vivo que presta diferentes servicios ecológicos, entre los que destacan la obtención de diferentes productos como madera, textiles y biocombustibles; la producción de alimentos y la regulación del clima, del ciclo hidrológico y de nutrientes, además de la conservación de la biodiversidad, dijo el doctor Pedro Sánchez, de la Universidad Columbia (Columbia University).
Agregó que por lo anterior se tiene que ver al suelo desde una visión integral y no como sucedía en el pasado, y para ello “la responsabilidad de utilizar el suelo y cuidarlo le corresponde a todas las secretarías federales y estatales del gobierno de un país, así como a los científicos y las universidades en las que trabajan, sin olvidar al público en general”.
Durante la conferencia que ofreció en el marco de la Alianza Nacional por el Suelo en beneficio de la sociedad y el ambiente, el investigador recalcó que uno de los retos mundiales para el 2050 es aumentar la producción de alimentos, ya que se prevé que para entonces la población mundial supere los nueve mil millones de personas, por lo que la actividad que se despliegue para buscar ese incremento debe llevarse a cabo sin destruir los ecosistemas naturales, sin aumentar el efecto invernadero y aprovechando de manera eficiente los recursos agrícolas, en especial el agua; además de tener un control integrado de plagas, para lo cual se necesita trabajar con equipos multidisciplinarios y técnicos capacitados.
Como parte de la conferencia magistral “Construir gobernanza para conservar al suelo: retos para los órganos de gobierno y oportunidades de vinculación con la academia”, que tuvo lugar el pasado 17 de agosto, el investigador del Instituto de la Tierra de la Universidad Columbia destacó que para el mejor aprovechamiento y cuidado del suelo se requieren políticas públicas basadas en la ciencia, “porque las iniciativas científicas sin políticas que las apoyen, no tienen impacto”.
En este sentido, el doctor Pedro Sánchez habló de iniciativas en las que ha participado y que están relacionadas con el suelo y la agricultura, tal es el caso de la eliminación del uso de buldóceres (máquina que se utiliza, principalmente, para el movimiento de tierras y de excavación) en la Amazonía peruana, que si bien no tuvo eco en Perú, sí en Indonesia. En la isla de Sumatra se eliminó el uso de buldóceres porque removían la capa arable del suelo y, en cambio, los agricultores volvieron a la llamada agricultura de roza, que consiste en tumbar los árboles, quemarlos y luego sembrar.
Otra caso se dio en África, donde el investigador encontró una descapitalización de los nutrientes del suelo, “que es un problema mayor que el del agua en los suelos cerca del Sahara, ya que en este continente una porción representativa de los pequeños agricultores no utilizaba insumos mejorados (semillas o fertilizantes), por lo que tras varios ciclos de cultivo en los que no se reponían los nutrientes del suelo, éstos se agotaron”.
En el 2002, Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU, encargó un plan de acción para alcanzar los Objetivos del Desarrollo del Milenio con el fin de erradicar para 2015 la extrema pobreza, el hambre y las enfermedades que afectan a miles de millones de personas en el mundo. De esta manera, en el 2004 se establecieron las “Aldeas Africanas del Milenio”, como uno de los proyectos para erradicar la pobreza en África.
De acuerdo con lo planteado en el artículo The African Millennium Villages, publicado en PNAS, la revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, la crisis alimentaria de África es un reflejo de la interacción de factores biofísicos y económicos, relacionados, a su vez, con la crisis sanitaria provocada por la malaria y el VIH/SIDA.
Como parte de este proyecto, en el que participó el doctor Sánchez, se establecieron 78 “Aldeas del Milenio” en12 sitios de 10 países africanos, y en vista de que las necesidades eran varias, la estrategia se centró en cuatro desafíos interrelacionados: agricultura, salud pública, educación e infraestructura. Entre los resultados de esa iniciativa está que en el 2005 el rendimiento de maíz en Sauri, al oeste de Kenia, aumentó 2.6 veces desde el 2004.
La celebración mundial por el suelo
Durante la 68ª Sesión del Segundo Comité de la Organización de las Naciones Unidas, se designó el 5 de diciembre como el Día Mundial del Suelo y se declaró el 2015 como el Año Internacional de los Suelos, el cual tiene como principal objetivo dar a conocer la importancia del suelo para la seguridad alimentaria y las funciones ecosistémicas esenciales para la vida.
En este contexto, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Academia de Ingeniería, la Academia Mexicana de Ciencias y la Sociedad Latinoamericana de la Ciencia del Suelo convocaron el pasado 17 de agosto, a un foro de discusión y a la conformación de la Alianza Nacional por el Suelo, con la que se busca promover la vinculación entre el sector académico y de los diferentes órganos de gobierno relacionados con el uso y el manejo del suelo.
Noemí Rodríguez González.