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Boletín AMC/166/09
México, D. F., 28 de noviembre de 2009.
- Las aportaciones de Darwin van más allá de la biología, pues planteó por primera vez con claridad la separación entre ciencia y religión: Rosaura Ruiz
- México concluyó hoy los festejos del Año de Darwin con una fiesta en la Alameda Central, organizada por la AMC, la UNAM , el ICYTDF y el IPN
- Las exposiciones, talleres y charlas tienen por objetivo acercar a los visitantes al pensamiento del célebre científico inglés
- Biólogos y antropólogos de las principales instituciones del país dedicadas a la ciencia explicaron en un lenguaje lúdico a niños y jóvenes la teoría de la evolución
- Los capitalinos viajaron en el tiempo y espacio hasta el estudio de Charles Darwin.
Foto: AMC
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Por primera vez, las principales instituciones del país dedicadas al estudio de la biología reunieron en un espacio al aire libre fósiles, minerales, mamíferos disecados, exposiciones fotográficas, reptiles vivos, carteles, videos y una impactante colección de cráneos de homínidos.
La Fiesta de la Evolución tuvo lugar en la Alameda Central de la Ciudad de México, con un objetivo común: mostrar a los jóvenes, en un lenguaje lúdico, cómo la evolución diversificó la vida a lo largo de 3 mil 500 millones de años.
Al clausurar los festejos del Año de Darwin, Rosaura Ruiz Gutiérrez, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), sostuvo que todos los niños y adultos tienen el derecho de conocer la Teoría de la Evolución, eje central de la biología moderna.
Hay tantas pruebas de que la vida proviene de un proceso evolutivo, como de que la Tierra es redonda, por eso, en este año de Darwin, nos hemos dado a la tarea de que la sociedad comprenda esta teoría, señaló.
La presidenta de la AMC expresó que las exposiciones montadas invitan a la gente a que comprenda que a la evolución le tomó 3 mil 500 millones de años lograr la diversidad del planeta, y que si no se protege, las acciones del hombre pueden acabar con las especies en un instante.
En otro tema, indicó que las aportaciones de Darwin van más allá de la biología, pues planteó por primera vez con claridad la separación entre ciencia y estado y, además, lo hizo en la misma época que se promulgaron en México las Leyes de Reforma, que norman la separación entre la iglesia y el Estado.
Julio Muñoz, representante de la Comisión Organizadora del Año de la Evolución, destacó que en el país existe una corriente de pensamiento dogmática y oscurantista que ha permeado en la sociedad, como lo demuestra la aprobación de legislaciones antiabortistas en 17 estados de la República.
Sobre el tema, Rosaura Ruiz destacó que la separación entre la religión y el Estado, es condición fundamental para el desarrollo de un pueblo libre, sin imposición de creencias.
En ese sentido, criticó que en el país se impongan leyes que limiten los derechos de las mujeres con base en ideas religiosas. “No es posible comparar los derechos de una célula o cigoto, con los derechos de las mujeres”, aseveró.
Por ello, subrayó la importancia de combatir esa decisiones, llevando las ideas de los científicos a la sociedad con actividades como las de la Fiesta de la Evolución.
En el acto de cierre del Año de Darwin el público tuvo la oportunidad de sentarse en el estudio de Darwin y leer los libros que se encontraban en su biblioteca, ver mapas de su viaje e, incluso, disfrutar la vista que el inglés podía apreciar desde su ventana.
Actores caracterizaron a Charles Darwin y a otra veintena de personajes de la época victoriana y se mezclaron entre el público que los miraba asombrados. El voceador parecía haber viajado en el tiempo, al 24 de noviembre, pero de 1859, para vender periódicos con la noticia de la publicación del libro El Origen de las Especies, la teoría de la evolución y algunos otros acontecimientos históricos de la época.
Los visitantes no desaprovecharon la oportunidad de tomarse una foto con el célebre científico de la Universidad de Cambridge en la Alameda Central, y alguno que otro lo interpeló sobre nuestro parentesco con los primates.
La Fiesta de Clausura del Año de la Evolución incluyó también un volumen gigante del libro El Origen de las Especies, de dos por cuatro metros de largo, en el que se aprecian algunos de los dibujos y esquemas, inspirados por el viaje que Darwin realizó en el barco Beagle cuando era joven.
Los más pequeños manifestaron un especial interés por la exposición de reptiles vivos presentada por el Museo de Zoología de la Facultad de Estudios Superiores Iztacalan de la Universidad Nacional Autónoma de México, entre ellos el llamado monstruo de Gila, uno de los lagartos más venenosos del país.
Para ilustrar la teoría más importante de la biología, no podía faltar una colección de cráneos de homínidos, familia biológica que abarca a los grandes simios, incluido al hombre. Con ayuda de ella, especialistas del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM explicaron a los infantes el hecho de que el hombre y los grandes simios se encuentran estrechamente emparentados, una de las ideas más controversiales de Darwin.
Las colecciones nacionales en custodia del Instituto de Biología de la UNAM, generalmente reservadas a los ojos de científicos y especialistas, también participaron con muestras de frutos, semillas, insectos, moluscos, arácnidos, ácaros, aves, peces y mamíferos, mismos que representan la gran diversidad de especies que pueblan el territorio mexicano.
Los capitalinos pudieron tocar pieles de felinos en peligro de extinción, ver aves exóticas, y examinar al microscopio arácnidos de más de doce centímetros de longitud. También tuvieron la oportunidad de tomar en sus manos fósiles de especies ya extintas para comprobar por si mismos que la evolución es un hecho.
La gran fiesta de Clausura del Año de la Evolución fue posible gracias al esfuerzo conjunto de la Academia Mexicana de Ciencias, la UNAM, el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal y el Instituto Politécnico Nacional.
A este acto asistieron también Rodrigo Vidal, director de Educación, Ciencia y Sociedad del Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal, y Francisco Sour Tovar, curador del Museo de Paleontología de la Facultad de Ciencias de la UNAM, quienes coincidieron en la importancia de difundir la teoría de la biología que cambió la historia del mundo.