- Foto: Archivo AMC.
El artículo publicado en septiembre pasado en Food Chemical Toxicology por el grupo de GE Séralini, profesor de biología molecular en la Universidad de Caen en Francia, sobre maíz transgénico y un herbicida, ha despertado notables reacciones principalmente en México y en algunos países europeos (ver Alimentation – Le Mexique, la nouvelle République transgénique? www.lepetitjournal.com/Mexico). Este grupo tiene una probada tradición anti-transgénicos y ha estado financiado por el grupo CERES formado por cerca de 50 compañías de insumos alimentarios que no producen materiales modificados por genética molecular (MGM).
Por otro lado, en México se han hecho investigaciones para la generación a nivel molecular de MGM, como maíces con algunas características nutritivas sobresalientes, y tolerancia a factores abióticos y bióticos (ver recopilación sobre esta temática de la Academia Mexicana de Ciencias, 2011); investigaciones originales e importantes pero que se han abandonado o sus avances están limitados por las fuertes presiones externas sobre el tema, y una buena parte de ellas anónima e intimidante. En los últimos años, bajo la coordinación de SAGARPA se han estado llevando a cabo pruebas experimentales de maíces híbridos MGM que tienen diversas características como resistencia a plagas de insectos lepidópteros, control contra coleópteros y tolerancia a aplicaciones totales de algunos herbicidas como el Roundup, entre otras tolerancias o resistencias. Estos experimentos se iniciaron en Sinaloa (primer productor de este cereal en el país) y se han extendido a otros estados del norte de México bajo la participación directa de expertos mexicanos en malezas, entomólogos, biotecnólogos especializados en maíz, y otros especialistas, pertenecientes a organismos públicos de tipo académico y educativo. En algunos casos la experimentación ya se lleva a cabo a nivel piloto; el personal y las acciones involucradas aquí merecen todo nuestro respeto por el profesionalismo, seriedad y eficiencia que todo ello conlleva. Mexicanos de primera que han recibido el encargo de esclarecer, en forma científica de pulcritud envidiable, el comportamiento de estos maíces MGM. La estrategia agronómica contempla también, en forma muy cuidadosa, aislamientos contra posibles efectos contaminantes y también control sobre el otro efecto controvertido como es la polinización.
Los resultados a la fecha, en función de los objetivos planteados, son francamente positivos. Al finalizar estas tareas, está claro que se deberá tomar una decisión oficial en relación al posible empleo comercial de estos materiales o dejar de lado su uso. Por ello, podría ser pertinente considerar algunos de los comentarios que se formulan aquí y que tienen como base los acontecimientos que han venido teniendo lugar en México en relación a este cereal clave en nuestra alimentación, en virtud de que en pocas semanas se espera la decisión oficial sobre posibles permisos para sembrar con MGM cerca de un millón 400 mil héctareas en Sinaloa y otro millón en Tamaulipas.
Vale la pena describir, en forma breve, las características y limitantes de la publicación de Serálini. Se utilzó maíz transgénico o MGM tolerante a glifosato en dietas de 11, 22 y 33% tratadas y no tratadas con el herbicida Roundup durante su cultivo, más el maíz control, no transgénico, al nivel de 33 por ciento de la dieta. Adicionalmente se empleó el herbicida en tres concentraciones diferentes en el agua de beber de las ratas raza Sprague-Dawley. Se emplearon 10 ratas para cada sexo y tratamiento; un total de 200 ratas estudiadas durante dos años.
La Autoridad de Seguridad Alimentaria Europea (European Food Safety Authority, EFSA), el organismo oficial de ese continente para emitir recomendaciones relativas a la seguridad de alimentos, y que usualmente se apega a los protocolos de la OCDE, ha señalado en forma muy clara y contundente que los objetivos del estudio no están claros y consecuentemente de esta manera es difícil establecer diseños y tamaños de la muestra, entre otros, de una manera adecuada. El grupo francés no siguió los protocolos internacionalmente aceptados para estudios sobre carcinogénesis y toxicidad crónica y subrcrónica. La EFSA ha indicado que se sabe a ciencia cierta que la cepa de ratas empleada tiene tendencias al desarrollo de tumores en su esperado periodo promedio de vida que es de cerca de dos años; la frecuencia observada de tumores de este estudio está influenciada por la incidencia natural de tumores típicos de esta cepa, sin relación con tratamiento alguno; es decir, los tumores registrados en el trabajo se podrían deber al propio comportamiento natural de estas ratas. La Autoridad citada ha señalado también que los grupos empleados fueron inadecuados ya que no hubo control para cuatro de los tratamientos; es decir, 40 por ciento de los tratamientos no tuvieron grupos control. Las guías de la OCDE especifican la necesidad de usar un mínimo de 50 roedores por tratamiento y seleccionar su raza en base a los objetivos del estudio; Serálini empleo sólo 10. Tampoco se proporciona ninguna información sobre la composición del alimento dado a los animales experimentales ni sobre la presencia de sustancias como micotoxinas que podrían haber estado presentes u otros contaminantes químicos como plaguicidas en los maíces MGM y/o en los maíces no MGM. Independientemente de las posiciones existentes pro o antitransgénicos el diseño experimental es erróneo y consecuentemente los resultados hay que verlos con muchas reservas. Sin embargo, el estudio tiene el mérito de traer a nuestra atención, la necesidad de efectuar en el país estudios de esta naturaleza que respondan al interés nacional y al interés particular de los consumidores locales en donde este cereal juega un papel crucial en la alimentación. Y no solamente se trata de los importantes mensajes nutricionales y nutracéuticos que en sí mismo tiene el maíz que nos legaron nuestros antepasados, sino que además la nixtamalización le confiere adicionalmente otras importantes propiedades de esta naturaleza como los minerales claves en la nutrición como el calcio, magnesio y zinc; algunos de estos elementos, su fuente fundamental alterna, además del maíz, son los productos lácteos tan escasos en la dieta de los más de 50 millones de mexicanos en condiciones de pobreza creciente. Y ni hablar de las excelsas bondades del almidón resistente y la calidad de la proteína generados por el propio tratamiento a base de cal y temperatura (ver La Jornada 20/08/2001; Reforma 24/07/2003; y Crónica 07/02/2007). En una sociedad como la nuestra, donde se tiene una baja capacidad adquisitiva para enriquecer la dieta con frutas y hortalizas, los productos nixtamalizados y su complementación nutricional y nutracéutica con la leguminosa, como es el frijol, se convierten en componentes de alto interés nacional.
El trabajo de Serálini despertó fuertes reacciones en México en contra de los maíces transgénicos acusando a todos aquellos involucrados en esta temática de antimexicanos irresponsables y corresponsables de tragedias históricas al campo que no responden bajo consideración racional alguna al empleo potencial de estos materiales modificados; una buena parte de las reacciones antitransgénicos proviene de sectores con poco conocimiento de los enormes retos nada fáciles de satisfacer que demandan seguridad y soberanía alimentarias y por ello mismo requieren de una atención que no se debe ya posponer. Hay que reconocer las enormes y crecientes limitaciones de los potenciales productivos de México, especialmente en lo referente a la producción de los cereales, y también oleaginosas de alto consumo y las igualmente crecientes importaciones de los mismos. A todo ello hay que adicionarle el cambio climático que ha generado sequías de intensidades no registradas en México ni en los EUA; y por el contrario, inundaciones en otras regiones productoras de alimentos del mundo.
Por si el cambio climático no fuera de suyo un riesgo y simultáneamente un reto monumental en la disponibilidad de granos y de alimentos en general, gobiernos y organismos de diversos países han estimulado la desviación de gramíneas, maíz y otros, así como caña de azúcar para la generación de biocombustibles. A pesar de su enorme benevolencia, la agricultura tiene un fuerte impacto ambiental negativo en la producción alimentaria (altos consumos de agua, agresivos agentes químicos diversos, altos volúmenes de desperdicios y subproductos, entre otros); y a ello se le ha adicionado la estrategia nada recomendable de producir biocombustibles con componentes alimenticios cuyo uso merece otro fin menos inadecuado. Existen otras alternativas para la producción de biocombustibles y que no necesariamente pasan por los alimentos señalados.
Es conveniente tener presente que México está importando anualmente no menos de 10 millones de toneladas de maíz de los EUA y que más del 80 por ciento es de maíz transgénico; y la soya consumida en el país proviene crecientemente de Argentina donde los transgénicos inundan la alta tecnología agrícola de ese país. Después de la legalización en los EUA para la producción de maíz MGM, en 1996, se tiene la certeza de que el consumo de este cereal modificado, y productos derivados, ha estado presente recurrentemente en nuestra dieta.
Algunos grupos en México han señalado que los experimentos de Serálini se repitan aquí. No parece que ello sea la mejor estrategia. Se debería considerar llevar a cabo localmente pruebas rigurosas con roedores experimentales adecuados, y cuyo diseño integral obedeciera a un amplio y profundo análisis, así como un estricto seguimiento de la experimentación por grupos académicos fuera de toda duda y probablemente con presencia internacional de ética indiscutible; los maíces MGM bajo estudio deberían ser producidos en México y algunos de importación por fines comparativos. Una adecuada reflexión sobre esto nos permitiría diseñar la mejor estrategia posible en donde deberían participar los grupos con posiciones diversas pero predispuestos a aceptar lo que los resultados señalen. Si los materiales transgénicos resultaran equivalentes en términos de inocuidad a aquellos producidos bajo tecnologías fuera de toda controversia y aún así la animosidad persistiera, y sin envolvernos nadie en la bandera nacional, valdría la pena considerar abandonar la idea de producir maíz MGM y hasta limitar su importación; las posiciones actuales son desgastantes y nos alejan del gran interés común que representa la alimentación. Esto permitiría concentrar las energías productivas en materiales alimenticios que no generen discrepancias y que nos conduzcan a apoyar inteligentemente, fuera de los controvertidos programas pro-campo, a los productores mexicanos que generan bienestar y satisfacción a la sociedad mexicana, y que bajo la óptica de algunos una buena proporción de ellos son héroes nacionales anónimos.
Irapuato, Noviembre de 2012.
*Investigador de la Unidad Irapuato del Cinvestav y ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias