Ciencia y Desarrollo
01 de abril de 2006
Rafael Bonilla Pedroza
Reseñas
->Gómez Vázquez, Héctor,
Viaje interminable de un naturalista. Academia Mexicana de Ciencias / Instituto Politécnico Nacional. México: 2005, 260 pp.
Viaje interminable de un naturalista rescata la figura del científico novohispano José Mariano Moziño y Lozada mediante el relato de los pormenores de La expedición botánica a la Nueva España, realizada por encargo de la Corona Española durante los años 1787 a 1803.
El autor recurre al ensayo literario para reconstruir la época en que se dieron los acontecimientos de esa expedición, así como a la investigación documental en diversos archivos de México y Europa, y se centra en la vida de uno de los primeros y más brillantes científicos naturalistas de nuestro país. En este texto, por primera ocasión, se expone detalladamente una historia que nos permite redescubrir y valorar la obra de este personaje fundamental en la historia científica del país.
El Libro está estructurado en diecisiete capítulos en los cuales se abordan las sucesivas travesías del viaje expedicionario en que participó Moziño. Un coro de voces narra esta historia que acude desde la primera persona del singular-la voz del propio Moziño- a la del narrador omnipresente, en la cual se incluyen las reflexiones del autor que complementan, contextúan y comentan los hechos.
Moziño destacó como un gran botánico, antropólogo, epidemiólogo, médico y vulcanólogo -entre otras disciplinas-, conocimientos que fueron manifiestos a través de su participación en diversos trabajos expedicionarios en el continente americano, desde Punta Nutka, frente a la costa de Vancouver, en Canadá, hasta tos Límites geográficos de tos actuales territorios de Costa Rica y Nicaragua; todos ellos dirigidos y coordinados por el peninsular Martín de Sessé, cuyo contacto fue de gran trascendencia en la vida de José Mariano.
Viaje interminable no sólo reconstruye, a partir de una minable no soto reconstruye, a partir de una detallada investigación histórica, documental y literaria, las circunstancias de la vida y la obra de Moziño, sino que reflexiona en torno al papel de la ciencia en aquella época: «Eran tiempos en que el médico obligadamente era un naturalista. El naturalista era expedicionario y el expedicionario, probador de plantas, ungí¼entos, bálsamos, brebajes y cuanta prueba llegó a Labios y piel para descubrir habladurías inciertas, terapias certeras…..
Héctor Gómez no se margina del análisis del poder e incluye una reflexión mediante La cual establece paralelismos entre los poderes políticos prevalecientes desde el imperio romano, pasando por los imperios emergentes durante el Siglo de las Luces, y el presente protagonizado por Bush y sus aliados, incorporando los rasgos comunes de la bestialidad histórica, pero -en contrapartida- nos coloca frente a la infatigable búsqueda de conocimiento que identifica y vincula en un solo propósito el arte y la ciencia, concepto del que sin duda alguna Moziño fue consciente.
De él, Alexander Von Humboldt expresó: ¡El señor Moziño ocupó un lugar muy distinguido entre los sabios de México!. No obstante, su origen novohispano constituyó un obstáculo permanente al reconocimiento de su gran capacidad científica y humana.
Finalmente, el autor -a doscientos años de la expedición científica en la que Mozino participó de manera tan destacada- observa que es necesario, por un lado, revalorar su obra y sus contribuciones científicas en diversos campos; y por otro, editar las más de tres mil pinturas realizadas a la acuarela por tos pintores Atanasio Echeverría y Juan de Dios Vicente de la Cerda durante esta expedición, las cuales hasta hoy son preservadas por instituciones poseedoras de los tesoros artísticos de utilidad científica registrados en tos Estados Unidos y en Europa, pues, sin duda, tal publicación aún sería capaz de sorprendernos por su belleza y precisión científica.