La Crónica de Hoy
26 de marzo de 2012
Adrián Figueroa
Academia
Ser científica es una permanente curiosidad por entender cómo funciona el mundo, dice la doctora Blanca Elena Jiménez Cisneros. Ese interés la llevó a obtener una beca de la Fundación Bill Gates para desarrollar un software que detecta patógenos en aguas residuales y, por su sencillo manejo, puede ser utilizado por cualquier persona y, con la información obtenida, tomar medidas para prevenir males diarreicos.
El proyecto, explica, no entraba en los requerimientos de la convocatoria de la fundación, pero al ser una propuesta novedosa y de largo alcance, “nos entregaron la beca en noviembre de 2001 y ahora tenemos un avance del 30 por ciento del programa de cómputo con resultados satisfactorios”.
Al terminarlo, señala que les entregarán otros recursos para su comercialización mediante Microsoft. “El plan es venderlo a los países desarrollados y, con el dinero que se obtenga de ganancia, poder darlo de forma gratuita a las naciones emergentes”.
Este es uno de los varios proyectos que tiene Blanca Elena Jiménez en su historia de casi 30 años dedicados a la ciencia, que inició con su titulación en Ingeniería Ambiental en la UAM, luego su doctorado en Tratamiento y Reuso de Agua por el Instituto de Ciencias Aplicadas de Francia.
VIDA Y CIENCIA. Blanca Elena también es coordinadora de la Red del Agua de la Academia Mexicana de Ciencias y evoca sus inicios en la investigación. “No fue una decisión por algo o un hecho que me haya pasado, simplemente la vida me fue llevando a la ciencia”.
En 1976 Blanca inicia su carrera de Ingeniería Ambiental, en la UAM. En ese tiempo, recuerda, la licenciatura era nueva en el país y al mismo tiempo ya se presentaban muchos problemas de contaminación. “Había muchos retos que enfrentar en el manejo del aire y agua en la ciudad de México”.
La problemática que vivíamos, dice la también co-coordinadora de la Red Interamericana de Aguas, me llevaron a estudiar cada vez más y tratar de entender los que estaba pasando, pero además con el deseo de aportar una solución. “Esa fue la forma en que me involucre en la ciencia”.
RESPONSABILIDAD SOCIAL. Y de ahí a ser científica. Una actividad a la que Blanca define como la curiosidad e interés permanente por entender cómo funcionan las cosas y, al mismo tiempo, usar esos conocimientos que se obtienen con el estudio para el desarrollo económico y reducir las desigualdades sociales. “La ciencia tiene una responsabilidad social, si tomamos en cuenta que los investigadores nos beneficiamos del país al tener una educación mucho más alta que la mayoría”.
Y por lo tanto, agrega, es un deber retribuir a la sociedad.
En este punto, explica que actualmente casi todos los científicos sociales, económicos, de física, matemáticas, química…, tienen mayor conciencia de su responsabilidad social.
“Yo creo que prácticamente todos estamos trabajando con esa conciencia y más ahora que en nuestro país hay una gran necesidad: o nos ponemos a construirlo o se cae”, agrega.
Ese espíritu, dice la investigadora, “lleva a muchos científicos participar para buscar un cambio”. Y esto, agrega, tiene su sustento en que la ciencia es el eje del cambio y sus hombres y mujeres se pueden integrarse al gobierno en el diseño de programas para la sociedad.
Una manera, explica, es poner a científicos donde se realizan las políticas públicas. “Son personas con conocimientos que pueden dar una perspectiva más amplia a los gobernantes para resolver un problema”.
Al respecto, Blanca Elena pone un ejemplo: En el tema del agua si no existe una asesoría de alguien capacitado, se pueden tomar decisiones que cuesten vidas a corto o largo plazo. Se debe saber cómo enfrentar inundaciones, sequías o contaminación del líquido y ese conocimiento lo tienen los científicos.
En esta reflexión, la investigadora expone una propuesta: se necesita un consejo asesor de científicos para el gobierno. Un grupo de expertos atrás de las decisiones. “Un político no tiene la necesidad de saber todo, requiere de apoyo y si sus asesores son gente capacitada, las decisiones serán más acertadas”.
Otro de los puntos que toca la doctora Blanca Elena, son los dos papeles que debe jugar la ciencia en el país. Uno de estos, dice, es que se debe utilizar sistemáticamente para mejorar los conocimientos en todas las áreas; y dos, tiene que ser una especie de revisor de la información que se sube a los sitios de internet, como Wikipedia, para que sea lo más precisa, “porque es el legado que estamos dejando a las nuevas generaciones”.
BILL GATES. La investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM explica que su proyecto se titula “Reconocimiento de patógenos mediante imágenes digitales” y obtuvo la beca por dos años de la Fundación Bill Gates, que otorga mediante su programa Reinventando el Sanitario.
El trabajo tiene como objetivo, dice, identificar y cuantificar patógenos –los huevos de las lombrices- que hay en las aguas residuales y que contaminan los campos agrícolas cuando se utilizan este tipo de aguas para el riego agrícola.
Señala que en México dos tercios del agua residual se utilizan para riego agrícola, especialmente en el norte del país, pero es una fuente para generar enfermedades diarreicas.
Para evitar estos males, indica, tenemos que controlar a los patógenos que hay en el agua residual. Para esto, precisa, debemos saber cuántos.
En este momento, dice, desarrollamos un software, en colaboración con investigadores de la UNAM, para de manera visual reconocer los patógenos por medio de fotos. “Un sistema barato y rápido”.
El procedimiento, dice la investigadora, es el siguiente: se toma una muestra de agua residual y se somete a un proceso de limpiado mediante el centrifugado y decantado. Con esto se separan a los patógenos y luego los vamos a extender en una película muy fina.
Tras este paso, los analistas iban contando e identificando a los patógenos con microscopio. “Era un trabajo que tardaba casi seis horas, pero que lo más complicado es que se requería a gente especializada. Ahora, con el software se toma una foto a los patógenos y se pasa al sistema y en seis minutos se identifican los patógenos”.
Este proceso ya no requiere de especialistas, dice, porque con el software cualquier persona lo puede leer y con la información tomar medidas preventivas.
Adelanta que este desarrollo tecnológico puede escalar para analizar cualquier enfermedad y una de sus aplicaciones sería en el recuento de plaquetas, por decir un ejemplo, concluye la investigadora.