Una fuga muy costosa

La Jornada
2 de enero de 2007
José Blanco

Un estudio binacional realizado por la Universidad Iberoamericana, El Colegio de México, el ITAM, la University of Georgetown y el Pew Hispanic Center encontró que casi dos de cada 10 mexicanos que han obtenido un grado de maestrí­a han emigrado hacia Estados Unidos. En particular, la proporción de migrantes que cuentan con maestrí­a, ha crecido 39 por ciento más que quienes tienen doctorado, lo cual presenta un problema serio para fortalecer los doctorados.

Tómese en cuenta que en la próxima década la importancia del posgrado se alejará sustancialmente de los estudios de licenciatura, que resultarán, en general, una formación demasiado pobre para las necesidades del paí­s y frente al desarrollo de la sociedad del conocimiento.

El mundo universitario sabe muy bien el alto costo y el larguí­simo proceso implicado en la formación de una persona con doctorado, que es aprovechado por sociedades desarrolladas.

Falta, de otra parte, la definición de polí­ticas públicas acordadas con las instituciones en las que se lleva a cabo investigación de alto nivel, que permita establecer criterios tanto para abrir espacios suficientemente financiados de investigación libre, en el sentido de la problemática que les interesa abordar a los expertos, como atender la cada vez más imperiosa necesidad de vincular de manera estrecha la formación de recursos de alto nivel, como los doctorados, así­ como la directa vinculación de la investigación de frontera, con mil campos de los problemas nacionales, a fin de que la educación superior se convierta de una manera tangible y directa en una palanca de desarrollo.

Hoy todo mundo al menos ha oí­do que el desarrollo del futuro no está en la dotación de los recursos naturales de un paí­s, sino en el mejoramiento de la educación, la investigación de frontera, en una palabra, en la inserción internacional en la sociedad del conocimiento.

Frente a nuestras graves carencias, y frente al drama que significa que el paí­s haga gigantescos esfuerzos en la formación de cuadros de alto nivel de conocimientos, la Cámara de Diputados continuó, como en años anteriores, achicando los recursos destinados a la ciencia y la tecnologí­a. En el presupuesto para 2007, el recorte fue de 2.7 por ciento respecto de 2006, equivalente a 835 millones de pesos, con lo cual la inversión en este rubro pasó de 0.37 por ciento del PIB al 0.35; frente a este haraquiri nacional, la Academia Mexicana de Ciencias externó una tan enérgica como impotente protesta, pues nadie parece que vaya a hacer nada por corregir un rumbo tan bárbaramente miope.

De otra parte, la Cámara de Diputados tiene que hacer una evaluación de la desastrosa reforma al Consejo nacional de Ciencia y Tecnologí­a que emprendió el gobierno de Vicente Fox: lo partió en pedacitos repartidos en diversas secretarí­as de Estado, con lo cual se crearon los llamados recursos sectoriales que fueron un fiasco en innumerables casos, por la ineficiencia de su empleo. Se sabe, por ejemplo, cómo la Secretarí­a de Salud estableció como prioridad uno, la gripe aviar, para efectos de aplicar recursos a la investigación de este problema, y no se presentó ningún proyecto. El gobierno de Felipe Calderón debe reconsiderar, junto con el Congreso, una reforma evidentemente fallida, que carece de un rumbo nacional definido.

Entretanto, el gobierno británico publicó 246 visiones o pronósticos del futuro (los desarrollos de los próximos 50 años), basados en el conocimiento de cientos de especialistas de la industria y de la academia que trabajan en investigación de frontera. Las predicciones cubrieron desde los efectos sociales y económicos de los golpes financieros que pueden provocar los mercados cambiarios internacionales, hasta las implicaciones de los descubrimientos médicos en tecnologí­a genética y la creciente problemática de una población cada vez más vieja. Poner una base en la Luna habitada permanentemente, implantar memoria en el cerebro, o China convertida en superpotencia cientí­fica, o la producción de energí­a ilimitada y limpia, fueron algunas de sus previsiones. Los cientí­ficos que participaron de esta proyección y tendencias del conocimiento actual, prevén que paí­ses emergentes, como Singapur, Corea del Sur o Brasil, a los que sin duda podemos añadir a India, pasarán a competir en el espacio humano del conocimiento, de las ciencias y las ingenierí­as.

En 50 años, partiendo del patético estado en que se encuentra el desarrollo del conocimiento en nuestro paí­s, México estará muy lejos de acercarse a los avances que están teniendo lugar en paí­ses como los referidos.

Las universidades, el conocimiento, la ciencia y la tecnologí­a, parecen ser referentes molestos para los gobernantes. El Congreso se comporta «polí­ticamente», es decir, cada partido toma sus decisiones tratando de llevar agua a su molino, y continuamos sin una visión conjunta de proyecto nacional. Nuestro destino será la marginalidad en el mundo globalizado y en la sociedad del conocimiento.

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